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El hombre y la Mujer

Una charla entre el científico y cabalista Doctor Michael Laitman y los instructores de la Academia de Cabalá, Michael Sanilevich y Yevgeniy Litvar
Julio 10, 2007

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Contenido
  • Dos tipos de criatura: Hombre y Mujer
  • ¿Deben las mujeres dominar el mundo?
  • ¿Qué quieren las mujeres?
  • El ideal masculino
  • ¿Existen la suerte o el destino?
  • ¿Cómo lograr el entendimiento entre nosotros?
  • El alma tiene sexo
  • ¿Qué significa "ser creada de su costilla"?
Dos tipos de criatura: Hombre y Mujer

E. Litvar: Buenos días. Hoy estamos en el estudio con el famoso cabalista, el doctor Rav Michael Laitman. Al decir "nosotros" me refiero a Michael Sanilevich y yo, Eugene Litvar, instructores de la Academia de Estudios de Cabalá.

Recientemente, recibimos un gran número de preguntas provenientes de personas familiarizadas con el material de nuestro sitio. También se realizó una encuesta masiva en las calles de las ciudades más importantes del mundo. A los encuestados se les formuló la siguiente pregunta: "Si tuvieras la oportunidad de hacerle tres preguntas a un verdadero cabalista, ¿Qué le preguntarías?

Hemos seleccionado varios temas y hoy queremos discutir uno de ellos con usted. El tema es muy sencillo, "El hombre y la mujer".

M. Laitman: Y sin embargo, la explicación desde el punto de vista de la Cabalá no es una tarea sencilla, precisamente porque se trata del fundamento mismo del mundo. Me doy cuenta cuán significativo es este tema. Siempre ha sido significativo, pero hoy en día lo es aún más. Preocupa a todos, en vista de los problemas que recientemente han surgido en la sociedad.

M. Sanilevich: ¿Por qué hay hombres y mujeres, nosotros y ellas? ¿Esta división tiene una raíz espiritual?

M. Laitman: Hay hombres y mujeres, porque existe el Creador y la criatura, creada por Él: dos, una pareja para este tango. Existe el prototipo del Creador -el líder dominante, otorgante- esa es la raíz masculina. Y, la criatura que recibe, que se acerca al Creador, reuniéndolos -la raíz femenina. Lo mismo se aplica a nuestra vida en este mundo. Si actuáramos correctamente y entendiéramos claramente la forma en que estas dos raíces se encuentran implantadas en la Naturaleza y están interconectadas, entonces nos iría muy bien tanto a los hombres como a las mujeres. Después de todo, no solamente somos nosotros, sino toda la naturaleza que está dividida, de arriba hacia abajo, claramente, en una raíz masculina y otra femenina.

E. Litvar: En otras palabras, la diferencia entre el hombre y la mujer es que el hombre corresponde al Creador...

M. Laitman: Su raíz proviene del Creador...

E. Lativar: ... ¿y la mujer, de la criatura?

M. Laitman: Y la mujer de la criatura.

E. Litvar: ¿Entonces el hombre no es una criatura?

M. Laitman: El hombre también es una criatura. Estamos hablando de dos tipos de criaturas; sólo que sus raíces se originan en fuentes diferentes: la raíz de uno es el Creador, y la raíz de la otra es la criatura creada.

E. Lativar: ¿Eso significa que el Creador creó a la mujer, pero no creó al hombre?

M. Laitman: No. El Creador creó un solo ser; creó a Adán, tal como está escrito. Y a partir de Adán (alegóricamente hablando) creó además la parte femenina. El Creador creó el deseo de recibir, para satisfacerlo. Luego, este deseo se dividió en dos partes diferentes: el deseo de satisfacerse por el bien de los demás y el deseo de satisfacerse en beneficio propio. El deseo de satisfacción por el bien de los demás constituye la parte masculina. El deseo de satisfacción en beneficio propio constituye la parte femenina. 

E. Litvar: En nuestro mundo, esto no es evidente en lo absoluto.

M. Laitman: En nuestro mundo, nada de esto es evidente. Nuestro mundo es opuesto al mundo espiritual, y por lo tanto, todo lo que hay en él es también opuesto. Es más, no solamente es opuesto. (¡Si tan sólo fuera así de sencillo!) Todo está completamente enredado.

E. Litvar: ¿Entonces todos los que estamos sentados aquí, que nos consideramos hombres, no podemos jactarnos de tener algo en nosotros del Creador?

M. Laitman: Por supuesto que no. Con respecto a nuestra conexión, nada; excepto una semilla, una raíz, un pequeño gen espiritual determinado, y nada más.

E. Litvar: ¿Eso significa que no tengo motivo para presumir ante mi esposa?

M. Laitman: No, espiritualmente no eres diferente a tu esposa de ninguna manera.

E. Lativar: Eso es una lástima. Me gustaba más el principio.

M. Laitman: Eso es algo en lo que debes trabajar.

M. Sanilevich: ¿Pero quién es mejor, el hombre o la mujer?

M. Laitman:
Ese ni siquiera es el tema. Si la criatura alcanza su raíz, su destino, se convierte en buena. Si no lo hace, es mala. Si aspira a llegar hasta su raíz, entonces, en el grado del esfuerzo que realiza, sin importar su nivel, podemos hablar sobre quién es mejor o peor.

E. Litvar: En nuestro mundo, por regla general, los hombres son más fuertes que las mujeres.

M. Laitman: ¿En qué forma?

E. Litvar: Físicamente...

M. Laitman: ¡Ah! En ese caso, ¿por qué no te comparas con un elefante o algo parecido?

E. Litvar: ¿Las raíces espirituales tienen algo que ver con el hecho que el hombre es más fuerte físicamente que la mujer?

M. Laitman: Sí, por supuesto. Puesto que la estructura física de un hombre, comparada con la de una mujer, es como un reflejo del Creador¬¬ -en la superficie- aparentemente depende menos de los demás y de la Naturaleza que la mujer. Entre otras cosas, esto se manifiesta en su fuerza.

E. Litvar: ¿En otras palabras, él es menos dependiente en términos espirituales, pero no en términos terrenales?

M. Laitman: No. Lo que quieres preguntar es: "¿Cómo se manifiesta en nuestro mundo material el hecho que el Creador está por encima de la criatura? ¿Acaso eso se refleja en las características del hombre y la mujer?" El hombre es aparentemente (¡aparentemente!) menos dependiente de los demás, del mundo, incluso de las mujeres, de su familia. 

Pero es tan sólo en la superficie. En realidad, si tomamos las relaciones internas y examinamos su funcionamiento en la Naturaleza, veremos que en realidad es todo lo contrario: que la mujer es quien encabeza todo el desarrollo y el curso de la naturaleza, y no el hombre.

E. Lativar: Tenemos una pregunta sobre este tema de una de nuestras estudiantes mujeres. Ella dice que en el mundo moderno muchas mujeres ocupan puestos ejecutivos, son líderes de corporaciones, jefes de familia; ellas alimentan y mantienen a sus familias. Y el hombre moderno alegremente y de buena gana acepta el papel dominante de la mujer. Esta situación preocupa a las mujeres y preguntan, ¿qué dice la Cabalá sobre este asunto?: a) ¿Por qué la mujer está surgiendo como líder? Y b) ¿Así debe ser?

¿Deben las mujeres dominar el mundo?

M. Laitman: Lo explicaré brevemente. Mientras que nuestro mundo permanezca sin corrección, -mientras existamos en un estado opuesto al espiritual- será mucho mejor y más seguro que la mujer gobierne al mundo. En cuanto el mundo comience a corregirse, regresando hacia la verdadera meta que la Naturaleza le ha inculcado y avance hacia ella, la situación y los roles del hombre y de la mujer tendrán necesariamente que transformarse de inmediato. El hombre tendrá que ocupar su papel de líder; esencialmente esto se revelará de inmediato.

Precisamente el hecho que hoy en día la mujer se encuentre a la vanguardia, que se constituya como líder dominante, como el elemento más fuerte y enérgico, lo quiera o no, atestigua que nuestro mundo aún no está corregido, que está destrozado y en crisis.

Tan pronto empecemos a salir de la crisis y a utilizar la Cabalá para lograrlo, se restablecerán los contactos naturales y las interrelaciones en nuestro mundo y el Mundo Superior. Se empezarán a crear relaciones óptimas en nuestro mundo entre todas sus partes; el hombre instantáneamente se convertirá en el líder de esta vida, y la mujer lo aceptará con gusto. El hombre será más fiable, no como lo es hoy.

E. Litvar: ¿Sería correcto decir que la creciente actividad de la mujer con respecto a la debilidad del hombre la provoca el hecho que el hombre inconscientemente tiene miedo de avanzar hacia la espiritualidad?

M. Laitman: Hasta cierto punto, eso es correcto. Pero además, se manifiesta en todo lo demás, en la educación, en la división de las tareas familiares. Fíjate en las familias en Suecia; después de un divorcio, los niños generalmente se quedan con el padre, y no con la madre. El hombre es quien recibe la pensión alimenticia. En la mayoría de los casos se queda en casa y cocina, y la mujer sale a ganar dinero -en otras palabras- no todo es igual a lo que fue en la edad de piedra... En ese entonces, la mujer no iba de cacería (excepto las Amazonas, pero es mitología) y el hombre no se quedaba en la cueva. ¿Cómo podría él alimentar a los niños? ¿Con sus senos? En otras palabras, absolutamente todo es antinatural. Todo es el testimonio de la revelación de una auténtica, enorme y severa crisis en todos los ámbitos y en todos los niveles.

¿Qué quieren las mujeres?

M. Sanilevich: Tengo la siguiente pregunta: ¿por qué la mujer siempre está insatisfecha con su pareja, pero, por el contrario, siempre elogia a la de otra mujer?

M. Laitman: Creo que es simplemente una fantasía: a ella le parece que el hombre de otra es exactamente el hombre ideal. Esencialmente, la mujer no sabe lo que espera de su pareja. Esto no es ningún defecto de ella; sencillamente me estoy refiriendo a la manifestación de la Naturaleza. A ella la empuja hacia adelante una rigurosa ley de la Naturaleza, que se relaciona estrechamente con ella y se manifiesta en ella.

La mujer busca la estructura correcta del mundo. Ella esta más cerca de la Naturaleza y siente en su interior que la estructura del mundo actual es incorrecta. Esto incluye todas las interrelaciones: con los niños, con la familia, entre familias, y naturalmente, entre naciones. Incluye hasta esas relaciones con las que ella nada tiene que ver. Pero todo esto ejerce una presión en ella y se preocupa, puesto que el estado global, internacional y ecológico afecta a la familia, a los niños y a su futuro; en una palabra, todo. Por consiguiente, de pronto se encuentra atada a un enorme espacio, que previamente se limitaba solamente a las cuatro paredes de cuatro cuartos: la cocina, la sala, el comedor, y la habitación de los niños, pues ese era todo su mundo. ¡Después de todo, sólo hasta hace poco se le permitió salir! Y ahora es todo lo contrario, como si la hubieran arrojado afuera diciéndole: "Ve a trabajar, trae dinero a la casa, la otra mitad de los ingresos". ¡Jamás nadie había visto tal cosa!

En el orden natural de las cosas, la mujer constituye el hogar. Ella educa a los niños, se encarga de las labores de la casa, cocina y acoge a su esposo. Esto se origina en una época tan lejana como la Edad de Piedra y es así como debería ser el día de hoy. El hecho de que en nuestros tiempos todo sea posible, nos revela que hemos tocado fondo. Entonces, ser infeliz con su pareja probablemente sea el resultado de la influencia de los medios de comunicación, que le han mostrado otros ideales... Aunque me parece que no importa dónde uno mire, lo único que vemos es la imagen negativa del hombre, y no la positiva, pero, por alguna razón, todos gozan de esta situación, y les gusta esta imagen. No estamos educando a la nueva generación con imágenes positivas; por lo tanto el descontento es general.

De hecho, ni siquiera es descontento. Creo que es la impresión general que la mujer tiene del hombre lo que provoca en ellas el deseo de darles menos libertad, de ser menos dependientes de ellos, de esperar menos, de no tranquilizarse con ilusiones. Los viejos tiempos se han ido. Por esta razón, las mujeres se vuelven más independientes, más protagónicas.

M. Sanilevich: En vista de lo que ha dicho, surge una pregunta, ¿existe una raíz espiritual del feminismo?

M. Laitman: Todo proviene del mismo sitio. Queda claro por qué las mujeres quieren tomar toda la responsabilidad, ¿por qué no quieren depender de los hombres?, ¿por qué lo están organizando todo entre ellas? Ellas son naturalmente más dependientes, pero no desean esa dependencia, porque no la soportan. Es imposible depender de la parte de la Naturaleza que de pronto empieza a funcionar mal y deja de proveerles lo que piden y merecen. Por lo tanto, por un lado, la manifestación del feminismo no es natural, pero por el otro, es el resultado natural de la crisis de hoy.

Y por supuesto, necesitamos tomar esto en cuenta. ¿Acaso tenemos otra opción? Ésta es la parte más numerosa de la humanidad, su "mitad más fuerte," y justo ahora está saliendo al frente. Todavía hoy existe la influencia de la religión y otros vestigios, que afectan negativamente este proceso. Sin embargo, si se liberaran los convencionalismos en la religión y en todas las otras áreas donde el hombre tradicionalmente ha desempeñado el papel de líder, nuestro mundo adquiriría una naturaleza completamente distinta: la que debería adquirir según el grado de su corrupción y oposición al mundo espiritual. Hemos dicho que las raíces el hombre prevalecen sobre la mujer, mientras que en nuestro caso ocurre lo contrario, pues nuestro mundo es verdaderamente opuesto al mundo espiritual.

E. Litvar: ¿Este fenómeno es positivo o negativo?

M. Laitman: Ninguno de los dos, es natural, en equilibrio con la Naturaleza. La Naturaleza, por lo tanto, se equilibra entre los dos mundos. Por lo tanto, los opuestos se deben ubicar uno opuesto al otro.

E. Litvar: Muchos opinan que, conscientemente o no, las mujeres perciben más vivamente el mundo espiritual; que son más sensibles a la espiritualidad que el hombre. ¿Tal vez la mujer tiene un cierto ideal interno de lo que debería ser el hombre? ¿Y será por que siempre está insatisfecha con su pareja, pues él no se ajusta a ese ideal?

M. Laitman: El problema radica en las peticiones. Ya que la raíz espiritual femenina está por debajo de la masculina, sus pretensiones en nuestro mundo también son menores que las del nivel del "hombre" en lo individual. En realidad, el hombre pide a la mujer lo siguiente: servicio, fidelidad, lealtad y apariencia que lo satisfaga.

Mientras, como la mujer ve al hombre de abajo hacia arriba, según la raíz espiritual, pide de él un nivel más elevado, no el nivel animal que él espera de ella, sino un nivel espiritual, sentimental, humano, refinado, etc. De aquí provienen todas las diferencias familiares en nuestro mundo: de las exigencias del hombre a la mujer y de la mujer al hombre. Se origina en la raíz espiritual, y se manifiesta en todas las formas y en todos los niveles de nuestras relaciones: familiares, sociales, con los hijos (tanto niños como niñas), etc.

De nuevo, existe sólo una solución: la concordancia con nuestra raíz espiritual. No hay otra forma. Las soluciones a medias no nos llevarán a ningún lado. Solamente deformarán al mundo y retrasarán el proceso de corrección al que al final debemos llegar de cualquier manera. Debido a que la Naturaleza no tolera vacíos, no tolera los opuestos, a menos que estos opuestos estén en equilibrio entre ellos armoniosamente. Por lo tanto, a pesar de todas las fuerzas negativas que atraemos por nuestra desigualdad con las raíces espirituales, deberemos, sin embargo, alcanzar el equilibrio: la homeostasis. 

Debemos estudiar este equilibrio como la ley principal de la Naturaleza. Esencialmente, esa es mi profesión. De esto trata precisamente la Cabalá. Le enseña al hombre a estar en armonía con sus raíces espirituales. De otra forma, no hay nada que podamos hacer. No tenemos absolutamente ninguna posibilidad de oponernos a la Naturaleza o escapar de ella y ocultarnos. Por lo tanto, ser un hombre verdadero o una mujer verdadera significa existir en total concordancia con nuestras raíces espirituales. Y entonces, sencillamente existiremos en una dimensión de la Naturaleza ilimitada, eterna, en armonía con todos sus niveles.

Pero mientras tanto, continuaremos observando que la mujer se vuelve cada vez más independiente. Y el crecimiento de su nivel de independencia y liderazgo acelerara el surgimiento de más y más problemas en el hombre. El motivo es que la corrección del mundo; es decir, de uno mismo y de toda la humanidad, está en manos del hombre, ya que él es quien lleva dentro de sí mismo la raíz del Creador. En esta tarea, la mujer es simplemente su asistente, como está escrito en la Biblia: "Yo he creado para ti una ayuda en tu contra". Entonces, el hombre continuará pareciendo cada vez más patético, y la mujer se volverá más independiente, fuerte y completa.

E. Litvar: Me temo que a los hombres no les agradará escuchar esto, pero de todas formas voy a preguntar. Por lo que ha dicho antes, ¿podemos concluir que son justificadas las constantes exigencias de las mujeres a sus maridos respeto a sus obligaciones hacia ellas y hacia la familia (según las raíces espirituales)?

M. Laitman: Conforme a las raíces espirituales, si el hombre realizara su misión máxima -la auto corrección- e hiciera lo mismo con su esposa e hijos; es decir, si integrara el elemento espiritual en la relación entre ellos, su mujer no pediría nada más de él. Sus exigencias serían mínimas, ya que, debido a su gen espiritual, esto es justamente lo que interiormente desea ver en el hombre: eso y nada más. Las mínimas provisiones en casa, incluso si vivieran en una cueva en este mundo moderno, mientras ella estuviera feliz con su pareja en el aspecto espiritual, del alma.

E. Litvar: En otras palabras, si el hombre llevara a su familia un progreso espiritual...

M. Laitman: E ingresos mínimos...

E. Litvar: ...entonces las exigencias de la mujer (con las que constantemente presiona al hombre "¡dame!") cambiarían fundamentalmente.

M. Laitman: Sí.

E. Litvar: ¿Escucharon eso, señores? Ahí está el remedio.

M. Laitman: El remedio es muy sencillo: toma un libro, aprende lo que significa "hombre" y "mujer" en el mundo espiritual, y guíate por eso. Les garantizo que habrá entendimiento, armonía y deleite en la vida familiar de cada uno -quien sea- desde presidentes hasta campesinos.

M. Sanilevich: Usted está hablando de la noción de un verdadero hombre, y tengo la siguiente pregunta: ¿Qué significa ser un verdadero hombre desde el punto de vista de la Cabalá? A todos nos educaron con las películas de Hollywood. Y lo quiera o no, ya tengo una impresión, una cierta idea de lo que es un verdadero hombre.

El ideal masculino

M. Laitman: Debido a que pese a todo tenemos dentro de nosotros una raíz espiritual, el ideal masculino para la mujer constituye unirse y nutrirse de la raíz espiritual masculina. Cuando ella se une a él, hace posible que él se desarrolle y crezca.

El hombre no se puede desarrollar espiritualmente sin una mujer. En particular, cuando llegan principiantes a la Cabalá y empiezan a estudiar, claramente se dan cuenta que necesitan una familia. Estamos hablando del hombre que ya empieza a sentir su raíz espiritual, y cómo debe avanzar. De la misma forma en que la unión entre las dos raíces del universo -la masculina y la femenina- existen arriba, el hombre necesita también establecer esta analogía y unión aquí en nuestro mundo. Necesita construir este modelo aquí, tanto dentro de sí mismo como fuera, en la unidad familiar.

Esto es precisamente lo que constituye este ideal para la mujer. Ella lo siente dentro de sí misma, ya que ella está en un contacto muy estrecho con la Naturaleza. A ella no la seducen los juguetes que el hombre crea para sí mismo: los deportes, la política, las acciones en la bolsa, etc. Empieza a participar en todo esto, porque se siente presionada: piensa que el mundo es así, y que esas son las reglas a las que debe amoldarse. Pero en realidad, si escuchas lo que hablan las mujeres y examinas de cerca lo que dicen, comprenderás cuán lejano está esto incluso de la mujer moderna. Ella está muy cercana a la Naturaleza y necesita lo que existe en su raíz espiritual. No lo podemos ignorar. Por consiguiente, busquen el ideal masculino allí. 

M. Sanilevich: Y, ¿qué es "la espiritualidad"?

M. Laitman: La espiritualidad es la fuerza que está detrás de la materia y nos impulsa. No es algo imaginario o lejano. Es todo lo que estoy haciendo en este momento, todo lo que me guía y me gobierna: mis pensamientos y deseos que surgen en mí de la nada, mis decisiones, todo lo que ocurre en mi entorno en cada instante, ya sea con individuos o con objetos. Todo esto lo gobierna una red de fuerzas, que son creadas y programadas de antemano en la Naturaleza, se manifiestan en nuestra imaginación y sensaciones como tiempo (pasado, presente y futuro), y nos proveen nuevas sustancias.

Es más, hoy empezamos a entender que hay otras dimensiones, otros mundos y otras posibilidades de existencia en otras sensaciones. Entonces, si regresamos a la Naturaleza, todo lo que existe a nuestro alrededor, pero que nuestros sentidos corporales no perciben y que por consiguiente, no se toma en cuenta, (aunque es mucho lo que perdemos al no saber donde estamos), se llama el mundo espiritual. Este mundo espiritual realmente existe, con toda su información y esas fuerzas que nos gobiernan, pero no lo percibimos. A todo esto llamamos "espiritualidad".

Si obedeciéramos sus leyes, si estuviéramos en congruencia con ellas, si entendiéramos la forma en que existen y cómo nos crean y nos gobiernan, entonces nos sentiríamos cómodos. Cómo no conocemos y no entendemos estas leyes, recibimos constantes golpes, y continuamente cometemos insólitos y terribles errores. La ciencia para alcanzar el mundo espiritual se llama Cabalá; en otras palabras, esta ciencia estudia la recepción de información Superior. Todos nuestros problemas, ya sea que sean masculinos o femeninos, existen abajo, pero todas las soluciones existen arriba.

M. Sanilevich: En otras palabras, ¿si el hombre alcanza esta red de fuerzas se le considera espiritual?

M. Laitman: Sí. Un hombre espiritual o una mujer espiritual y en general, cualquier objeto en nuestro mundo (¡en nuestro mundo!) que se conecta correctamente a su raíz, o por lo menos intenta establecer esta conexión, se le considera "espiritual". Es decir, trata de descubrir para sí mismo el Mundo Superior que nos gobierna para estar en concordancia con él, y unir los dos mundos armoniosamente.

M.Sanileich: ¿Y esto satisface completamente a la mujer?

M. Laitman: ¡Por supuesto! Toda la Naturaleza aspira a la armonía, a la interdependencia y a la homeostasis. Así ocurre en nuestro cuerpo: si una célula rompe la relación correcta con las otras células, el funcionamiento de todo el organismo lo resiente y se enferma. Nosotros somos igual: la totalidad de la sociedad humana es simplemente una (y única) enorme criatura enferma en todo el universo, y en todos los mundos.

E. Litvar: ¿Sería correcto decir que toda la sociedad humana es una célula enferma?

M. Laitman: No, no es una célula. En realidad, toda la sociedad humana es sencillamente todo el mundo de hoy, ya que incluye los elementos inanimado, vegetativo, y animado de la Naturaleza. Por lo tanto, si corregimos la sociedad humana, o en otras palabras, si le proporcionamos la relación correcta con respecto su raíz espiritual, entonces estableceremos el equilibrio de la Naturaleza en todos los niveles, incluyendo el ecológico (es decir, el inanimado), vegetativo y animado. Pero eso es otro tema por completo.

E litvar: Es un tema muy interesante...

M. Laitman: Tiene que ver con el equilibrio de toda la Naturaleza en ambos mundos.

E. Litvar: En su respuesta anterior mencionó algo sobre una persona que no tiene la posibilidad de entender de dónde provienen sus deseos.

M. Laitman: Los pensamientos y deseos, ambos se encuentran en su corazón y en su mente. No tengo idea de lo qué puede pasarme en el siguiente instante; ¿qué voy a desear, en qué pensaré?

E. Litvar: ¿De dónde provienen?

M. Laitman: Ni siquiera he mencionado el hecho de que además de los datos informativos (deseos y pensamientos) que surgen en la mente, también me rodean fenómenos que no puedo predecir en absoluto. ¿Cómo podría saber con seguridad lo que ocurrirá? "Todo fluye..." Pero está totalmente oculto para mí, así como lo está para todos nosotros.

Esta red de fuerzas que nos gobierna, crea en nosotros pensamientos y deseos nuevos; existe conforme a un programa que ha quedado eliminado de nuestra consciencia. Por lo tanto, esencialmente somos como marionetas a las que se les manipula para que tomen consciencia que es necesario existir en armonía con la Naturaleza, ya sea por el buen camino; es decir, comprendiendo que así debe hacerlo, o por el malo, mediante los golpes de la Naturaleza. ¿Hacia dónde se nos conduce? Hacia la meta. ¿Cuál meta? La equivalencia con la Naturaleza.

¿Existe la suerte o el destino?

E. Litvar:
Si todos somos como marionetas, surge la pegunta sobre la existencia del destino; es decir, ¿todo lo que ocurre en la vida del hombre ha sido predestinado o predeterminado? ¿O, sencillamente estoy caminando por un sendero, siguiendo los pasos de ciertos estados que ya estaban preparados?

M.Laitman: Sí.

E. Litvar: ¿Así de sencillo?

M. Laitman: Por supuesto. Al ignorar cuál sería el mejor paso que deberíamos dar, tomamos toda clase de medidas, millones de ellas, y todas ellas solamente nos llevan al fracaso. Mientras tanto, ya sea que estemos conscientes o no, la Naturaleza nos gobierna y nos dirige hacia Su meta. Resulta que siempre estamos tratando de encaminarnos en diversas direcciones, sin saber exactamente hacia dónde vamos, y nos parece que situaciones positivas nos están esperando a la vuelta de la esquina, cuando en realidad todo continúa empeorando. Y, la Naturaleza nos lleva a comprender que nos encontramos, en realidad, en mal estado.

En primer lugar, necesitamos empezar a entender el mundo en el que vivimos. Todo dentro de él está interconectado. Por un lado, cuando entendemos a la Naturaleza y su integridad, nos damos cuenta que todo el mundo no es más que una pequeña aldea, y que todos nosotros estamos interconectados. Por otro lado, somos tremendos egoístas que ni siquiera queremos vivir con nuestras propias familias. Y así es: nuestra naturaleza egoísta innata, que nos separa de los demás, frente a la naturaleza externa ilimitada e integral, que es altruista. Y hoy llegamos a la revelación de este conflicto: el hombre, la humanidad frente al resto de la Naturaleza y nuestra oposición con ella. En esta situación se revela nuestra misión: corregirnos para convertirnos en un elemento integral de toda la Naturaleza.

E.Litvar: Ha mencionado en varias ocasiones la noción de la "Naturaleza." Pero no estoy seguro si esa palabra se refiere a la misma noción que yo tengo. Por "Naturaleza," ¿se refiere a la lluvia, bosques, conejos?

M. Laitman: La Naturaleza es una ley, una ley importante, que gobierna la materia en todas sus manifestaciones: inanimada, vegetativa, animada, humana y espiritual. Todo lo anterior, todo lo que imaginemos, incluyendo al Creador; en otras palabras, todo lo que existe es lo que nosotros llamamos "Naturaleza".

E. Litvar: Sí, lo entiendo, es un tema amplio.

M. Sanilevich: Regresemos al tema del hombre y la mujer.

M. Laitman: La Cabalá tiene muchas divisiones: la percepción de la realidad, la yuxtaposición de los mundos, su estructura, el ascenso del hombre a través de los mundos, la existencia fuera del cuerpo, el nacimiento en este mundo y nuestra salida: dónde y cómo. El destino o la suerte de cada individuo y la forma en que puede entenderse o revelarse, y cómo vivir al unísono con las fuerzas que nos gobiernan. Sólo entonces podremos anticiparnos a estas fuerzas, para que nosotros (y no ellas) estemos a cargo de nuestras propias vidas.

E. Litvar: ¿Entonces, esta opción es aún posible?

M. Laitman: Sí, pero para que eso ocurra, debemos reconocer y entender estas fuerzas, y elevarnos por encima de ellas.

E. Litvar: Regresemos al tema. Una mujer de Vologda pregunta: ¿por qué parece que el hombre y la mujer no se pueden entender? Si algo es importante para la mujer, el hombre lo considera una tontería, y a su vez, las mujeres piensan que los hombres serán siempre niños. ¿Cómo explica la Cabalá esta total falta de de entendimiento mutuo?

¿Cómo lograr el entendimiento entre nosotros?

M. Laitman: La mujer está conectada a la Naturaleza. Está muy cerca de la Naturaleza, y por este motivo comete menos errores. No está ansiosa de tomar la delantera; no tiene tanta imaginación como el hombre. No puede realizarse correctamente fuera de su hogar. No se trata de un prejuicio contra la mujer, Dios no lo permita, no deseo que me mal interpreten.

Si tomamos como ejemplo cualquier ocupación que requiera el uso de la imaginación, (incluso la de un chef) el hombre se desenvolverá mejor que la mujer. Cualquier ocupación que uno considere, incluso aquella que parezca adecuada para la mujer, en el momento en que ella sale de los límites de su casa, empieza a tener problemas. A menos que sea una mujer muy especial. El hombre se encuentra perdido en su casa, y la mujer está perdida fuera de ella. Y, es algo que debemos entender.

Según el gobierno espiritual, el hombre debe proveer a su familia todas las necesidades materiales básicas, y en todos los demás aspectos debe llevar a su familia, a la sociedad y a sí mismo, a la congruencia con las raíces espirituales.

Desde el punto de vista de la mujer, todo lo demás que él haga fuera de esto lo percibe como un juego de niños. Porque a decir verdad, a ella no le interesa cuánto dinero él tiene en su cuenta bancaria, o cuánta importancia, poder, o fama pueda adquirir; ella no percibe esas cosas. Solamente a los hombres les impresionan, y están dispuestos a dedicar toda su vida para obtenerlas.

La mujer no mide su vida a través de éstas categorías en absoluto. Al estar conectada con la Naturaleza, mide su vida solamente con respecto a la seguridad de hoy y mañana para sus hijos y para ella misma, y la siguiente fase es tener la seguridad que alcanzará su conexión con la raíz espiritual a través del hombre. Si ella cuenta con eso, no desea nada más. Por ese motivo, los ideales femeninos en nuestro mundo no son tan corruptos como los del hombre, sino que subconscientemente son más correctos, mientras que los masculinos están definitivamente en desacuerdo con la raíz espiritual.

El hombre es el elemento que ha estado practicando con juegos demasiado tiempo; la vida es un juego para él; inventa toda clase de objetivos para sí mismo, se divierte con todo tipo de distracciones. De la misma forma que los niños se reúnen y juegan cuando son pequeños, cuando crecen continúan haciéndolo: van a pescar, al fútbol, a jugar cartas; sin importar lo que hagan, todo sigue siendo un juego. El hombre permanece siendo el elemento lúdico en la Naturaleza. ¿Por qué? Porque con la ayuda de estos juegos desarrolla su imaginación para conectarse a su raíz espiritual y empezar la corrección para él y su mujer. Pero, desafortunadamente, hasta ahora no ha ido más allá del juego.

E. Litvar: ¿Estaría la mujer satisfecha con el trabajo espiritual de su hombre, si éste consistiera en estudiar ciertas enseñanzas esotéricas o ir al templo regularmente, siguiendo cierta religión?

M. Laitman: Todo depende del desarrollo de la mujer (al nivel de su raíz espiritual), y se manifiesta de forma distinta. 

No estamos hablando de la mujer como un elemento completo y correcto de la Naturaleza, y del hombre como nada más que problemas, rodeándola como un electrón "no corregido" alrededor del núcleo. Todos estamos interconectados, y todos vivimos en un mundo no corregido. Solamente estoy señalando quién de nosotros siente mejor su centro interior, sus necesidades naturales y el flujo general de la vida, aunque en realidad ninguno está corregido. Lo que significa que no vale la pena exigir que ninguna mujer (inclusive aquellas que te hacen estas preguntas) tenga un verdadero entendimiento de qué es lo que la mueve, a qué debe aspirar, qué es lo que debe pedir al hombre. En realidad ellas tampoco lo entienden. Sin embargo, todos sus problemas están más relacionados con lo que debe ser corregido por nosotros, por los hombres.

El alma tiene sexo

M. Sanilevich: Si el alma vive en un cuerpo femenino durante esta vida, ¿reencarna en un cuerpo femenino en la siguiente? O ¿puede reencarnar en uno masculino?

M. Laitman: No, no puede. El alma tiene sexo, así como un cuerpo en este mundo lo tiene. Y ya que nuestro cuerpo es un derivado del alma, esto no es posible. Como ya sabemos, en el mundo de hoy hay todo tipo de manifestaciones incorrectas entre y dentro de los sexos, pero en términos generales, el sexo no puede ser cambiado. Después de todo, no estamos hablando de un cuerpo de hombre o de mujer. Estamos hablando de un gen espiritual, su estado y su raíz -que es invariable. Por lo tanto, su manifestación en nuestro mundo y en las cápsulas materiales siempre corresponde a la raíz del alma, ya sea femenina o masculina. Entonces, si hoy yo soy un hombre, permaneceré siendo hombre y viceversa.

Pero ¿cuál es la diferencia? No sé ni recuerdo nada acerca de mis reencarnaciones pasadas, entonces ¿por qué debería preocuparme o confundirme esto? El hecho que me disguste mi estado presente como hombre o como mujer no es una indicación en absoluto de que mi siguiente estado será igual. Eso depende solamente de la medida de mi corrección, de mi equivalencia con las fuerzas espirituales que me gobiernan. Si estoy en armonía con ellas, entonces me siento cómodo, y no importa si soy mujer u hombre.

¿A qué me refiero con este "yo"? ¿Dónde está este "yo" que es transferido de una vida a otra? ¿Por qué me preocupa ahora saber si seré hombre o mujer en la siguiente vida?" ¿Qué es mi "yo"? La persona piensa que su "yo" permanece eterno y sin cambio; que es simplemente transferido de un cuerpo a otro. Pero lo que ahora se imagina como su "yo" desaparece con su cuerpo.

E. Litvar: Tenemos una pregunta que se plantean prácticamente todas las mujeres; ni siquiera me molestaré en nombrar de qué ciudades o regiones provienen. Es esta: ¿pueden todas las mujeres ascender al mundo espiritual, y si pueden, hasta qué nivel?

M. Laitman: Tanto el hombre como la mujer, ya sea conscientemente o por la fuerza, tendrán de cualquier manera que alcanzar la raíz espiritual, de la cual descendieron a este mundo, adquiriendo una cápsula material. En esta vida o en la siguiente, esto es, únicamente durante su existencia en nuestro planeta, tendrán que alcanzar su raíz espiritual y existir simultáneamente en el mundo espiritual y el material como si fuera uno.

Entre más rápido lo logremos, nuestras vidas serán más sencillas y felices. Cuánto más evitemos este camino, atravesaremos por mayores sufrimientos, más dolorosos serán los golpes, como un niño necio o un animal, que tiene que ser forzado a hacer lo que se requiere de él.

Nuestra raíz espiritual es la meta, que debemos alcanzar. Este es el motivo por el cual diseminamos ampliamente la Cabalá Eso nos ayuda a reconocer la raíz que debemos alcanzar y el propósito de nuestra existencia en la Tierra. Tan pronto descubramos esto, empezaremos gradualmente a armonizarnos con la meta, y nuestra vida inmediatamente se volverá más estable, pacifica y segura.

M. Sanilevich: Hay una plegaria, en la que el hombre reza al Creador y le agradece porque no lo hizo mujer. ¿Qué significa eso?

M. Laitman: Es muy sencillo: el hombre agradece a la Fuerza Superior de la Naturaleza, llamada el Creador (en la Cabalá el Creador y la Naturaleza son uno y lo mismo), haberlo creado igual o semejante a Sí mismo, dándole la libertad de realizar todas las correcciones en el mundo de manera independiente. En otras palabras, le agradece al Creador por crearlo potencialmente más grande igual a Sí mismo.

En este sentido, la parte femenina es deficiente, por así decirlo. En realidad, no es deficiente de ninguna manera, porque ella es esencialmente la parte más importante en este proceso - más que la parte masculina. A final de cuentas, todo lo que se desarrolla se origina de la parte femenina, y solamente con su ayuda nacen y se educan las nuevas generaciones.

Imaginen un mundo sin mujeres... si no hubieran mujeres cerca de nuestros recién nacidos, el mundo dejaría de existir en 50 años, 70 a lo máximo. "Un mundo sin mujeres" es ridículo.

La mujer es el origen de todo lo que existe: ella hace da a luz y cultiva absolutamente todo. El hombre es como una fuente de energía, mientras que en verdad todo se desarrolla según el programa implantado en la mujer.

Aquí encontramos una correlación interesante entre los dos sexos. El hombre es creado como el Creador para unirse con la Fuente Superior y entregar y desarrollar toda esta energía e información. Pero todo esto se efectúa únicamente para pasarlo a la mujer, quien acepta esta información, y constituye el suelo mismo en la que la naturaleza continúa desarrollándose.

E. Litvar: Entonces, con respecto a su rol en la Creación, ¿la mujer es más importante que el hombre?

M. Laitman: ¡Ah! ¡Precisamente! Todo lo que necesitamos hacer es dejar de jugar, llevar a casa todo lo que la mujer pide, y todo estará bien.

M. Sanilevich: Todas las mujeres que conozco tienen celos del hombre. ¿Por qué?

M. Laitman: Porque desafortunadamente, las mujeres dependen del hombre. Pero, en realidad, si le das a la mujer todo lo que necesita, ella será más feliz que cualquier hombre. Mientras reciba ese mínimo requerimiento de energía espiritual del hombre, ella es autosuficiente.

El Litvar: Después de nuestra plática, ¿estaría justificado que empezara a tener celos de la mujer?

M. Laitman: En nuestro mundo, no hay razón de tener celos de nadie.

E. Litvar: No, no en nuestro mundo. En términos de potencial.

M. Laitman: En términos de potencial, estas dos partes de la Naturaleza (de la Creación) se unen y logran la perfección del Creador -el mayor nivel de la naturaleza- pero lo logran precisamente en su unión, al complementarse el uno al otro. Entonces, ¡no hay razón para estar celoso de nadie! Simplemente debemos complementarse el uno al otro, y desarrollar esta unidad hasta el nivel de armonía con el Creador.

¿Qué significa estar "hecha de su costilla"?

E. Litvar: Le haré la última pregunta: cuando Adán y Eva sintieron vergüenza, ¿ya existían los seres humanos en la Tierra? Lo que quiero decir es: ¿los seres humanos ya estaban divididos en hombre y mujer? ¿O, aparecieron después que Adán y Eva se avergonzaron de su desnudez?

M. Laitman: Todos los eventos descritos en la Biblia son alegorías, aludiendo a las Fuerzas Superiores que gobiernan este mundo. Entonces, es difícil basar una respuesta en "Adán y Eva", las imágenes que estás tratando de "materializar".

La humanidad ha existido por miles de años. Nosotros estamos hablando de una imagen en particular, que de acuerdo al friso cronológico bíblico, existió 5767 años atrás (en retrospectiva de este año, 2007). Entonces ¿acaso eso significa que nada existió antes? ¿Que algún dios tomó un poco de arcilla, algo de agua y lo que sea, y lo usó para darle forma a Adán? ¿Y luego tomó su costilla e hizo con ella a una mujer? Debemos percibir todas estas cosas como fuerzas espirituales que actúan en nuestro mundo. Sólo entonces podremos realmente ver sus verdaderas manifestaciones.

Adán (en nuestro mundo) fue un hombre que realmente vivió 5767 años atrás, y en cierto punto en su vida sintió un anhelo de alcanzar su raíz Superior, la Fuerza Superior. "El anhelo de alcanzar la raíz Superior" es el deseo de descubrir quién soy, de dónde provengo y qué hago aquí. Y este anhelo emergió en él por primera vez hace 5767 años. Por cierto, este hombre también escribió un libro cabalista, intitulado "El Ángel Secreto". ¿A qué me refiero cuando digo "cabalista"? A un libro cuyo contenido habla de sensaciones obtenidas por medio de las Fuerzas Superiores, las impresiones adquiridas al estar en contacto con éstas; todo lo que él vio y alcanzó lo describe en ese libro, que ha llegado hasta nosotros. Lo puedes comprar en cualquier librería que vende esa clase de literatura.

Entonces, el estado al que te refieres sobre Adán que fue creado por Dios con arcilla y agua, y luego a una mujer creada de su costilla, obviamente nunca ocurrió. Estas alegorías aluden a las fuerzas espirituales que forman la imagen llamada "humano", tanto hombre como mujer.

¿Qué significa haber sido "creada de su costilla"? De hecho es una traducción incorrecta de la palabra "Tzlaot." En realidad, esta palabra tiene muchos significados: "sombra," "imagen" y "costilla." Entonces, así como el hombre fue creado semejante al Creador, pero opuesto a Él debido a su corrupción, también la mujer fue creada opuesta al hombre. A esto se refiere la Biblia, cuando dice, "creada de su costilla"

E. Litvar: Entonces ¿no fue creada de su costilla?

M. Laitman: En hebreo, esta palabra se traduce como "parecido," "imagen" del hombre.

El. Litvar: Me parece que después de esto, nuestro programa va a causar un gran revuelo.

M. Laitman: No lo creo, estas cosas son bien conocidas. Mucha gente, además de los cabalistas lo sabe. Pero aquellos que realmente desean conocer la traducción correcta, el verdadero comentario de lo que está escrito en La Biblia... bueno, ¿cómo podría alguien cerrar los ojos o simplemente descartar las pasajes de la Biblia, que hablan de la creación del hombre y la mujer?

Esencialmente, toda la Biblia habla solamente de fuerzas espirituales. La Biblia no habla de personajes que existen en nuestro mundo en forma material, como tú o yo. Por este motivo, la Biblia es considerada un libro sagrado, ya que existe por encima de nuestro mundo y habla de las fuerzas que nos gobiernan. ¿Por qué otra razón deberíamos estudiarla? De otra manera, no sería más que un libro de historias o moral. Es sagrada precisamente porque habla del Mundo Superior y de las Fuerzas Superiores. Si alcanzo estas fuerzas, me vuelvo semejante a ellas, y empiezo a interactuar con ellas armoniosamente. Alcanzaré su nivel y la eternidad y la perfección, igual como estas fuerzas son eternas y perfectas.

E. Litvar: Vamos a pasar al siguiente tema, que interesa sobretodo al hombre. El nombre del tema es "sexo".

M. Laitman: Quisiera agregar que es imposible dar respuesta a todas las preguntas. Van surgiendo una detrás de la otra. Por eso, solamente el conocimiento sistemático, aunque sea mínimo, que la persona puede adquirir a través de varias lecciones de introducción a la Cabalá podrán ayudarlo. Nuestra plática simplemente explica una serie de preguntas y asuntos de los que se ocupa la Cabalá. Pero, si una persona realmente quiere entender esos temas, solamente después de unas cuantas lecciones de nuestros cursos para principiantes, le será posible responder a esas preguntas por sí mismo.
 

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