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La geografía espiritual


Una conversación entre el Dr. Rav Michael Laitman y

Los instructores de la Academia de Cabalá, Michael Sanilevich y Yevgeny Litvar

9 de Agosto, 2007

Y. Litvar: Hola estimados amigos. Hoy tenemos en nuestro estudio al profesor, doctor y renombrado cabalista Michael Laitman. El tema que vamos a tratar es la geografía "espiritual". Como siempre, mi amigo, el instructor de la Academia Internacional de Cabalá Michael Sanilevich empieza nuestro programa.

M. Sanilevich: Hola. Aquí está mi primera pregunta: "¿De dónde procede todo lo existente en este mundo material?"

M. Laitman: El mundo material apareció como resultado del descenso de las fuerzas espirituales Superiores. ¿Qué significa el término "espiritual"? ¿Y qué significa el término "Superior"? Las fuerzas que no percibimos (están detrás de la materia o delante de ella) gradualmente llegan a un estado, cuándo pierden sus propiedades superiores y se vuelven muy cercanas a la materia. Entonces penetran a través de una barrera potencial y como resultado de ello las fuerzas espirituales se convierten en materiales. Después de eso, como consecuencia de su subsiguiente descenso forman los niveles inanimados, vegetativos, animados de la naturaleza.

Sin embargo, deberíamos entender que internamente todas estas fuerzas son las mismas y sólo en nuestras sensaciones se retratan como objetos materiales. En realidad, si tuviésemos órganos sensoriales diferentes, no descubriríamos ningún objeto alrededor de nosotros. Veríamos alguna otra cosa. Percibimos el mundo entero; por consiguiente, sólo podemos hablar acerca de su materialidad en relación a nuestros órganos sensoriales.

La Cabalá estudia la teoría del conocimiento, de la percepción. Por lo tanto, la idea central en la Cabalá es averiguar qué somos en realidad y por qué percibimos al mundo circundante de esta manera. Subsiguientemente resulta que subjetivamente percibimos realidad tal cual es reflejada por nuestros órganos sensoriales.

Sin embargo, éste es un tema algo diferente y muy extenso que no tiene nada que ver con la geografía. La geografía misma es un tema particular que meramente describe los resultados de nuestras sensaciones. No explica cómo este cuadro del mundo aparece en nuestra mente; más bien explica en qué consiste y por qué tal relieve geográfico. Esto puede ser astronomía o geografía de la Tierra.

M. Sanilevich: ¿Qué teoría del origen del mundo es apoyada por la Cabalá? Está la teoría del Big Bang y esa de los creacionistas, la teoría de la creación divina. Otros dan por supuesto que la Tierra fue visitada por extraterrestres y sólo después de su visita surgió la vida material. ¿Qué postura tiene la Cabalá hacia todo esto?

M. Laitman: El punto de vista de la Cabalá sobre el origen del mundo que percibimos es parecido a la teoría del Big Bang.

La teoría divina constantemente nos remite hacia alguna criatura o fuerza incomprensible de paradero desconocido, y que nos controla como ella cree conveniente y aparentemente actúa de acuerdo a sus deseos. ¡La Cabalá no tiene nada que ver con esta teoría!

Además, se debería entender que la Cabalá es una ciencia que desarrolla al hombre y se desarrolla constantemente con él. El hombre obtiene este mundo a través de fuerzas ocultas. Sólo después de lograr estas fuerzas comienza a ver su jerarquía: hacia donde se mueve y cómo se alinea con la red de fuerza y con la altura de los mundos gradualmente ascendientes. Todo esto se reduce a una sola fuerza llamada       "naturaleza" o "Creador" porque ambas nociones son absolutamente idénticas en la Cabalá.

La Cabalá también estudia la Gematría, o sea los significados numéricos de las esencias internas de las fuerzas y de los objetos. La gematría de la palabra "Teva" (la naturaleza) se corresponde con la gematría de la palabra hebrea "Elokim" (el Creador). Así, ambos "Elokim" y "Teva" constituyen conceptos idénticos. En otras palabras, la Cabalá mira al Creador (o Dios), la fuerza suprema o - la naturaleza más alta, naturaleza espiritual en su esfera más sublime como nociones idénticas. La Cabalá explica cómo el universo entero se originó de esta fuerza sublime y que el universo es alcanzado desde abajo (desde nuestro mundo y hacia arriba).

Al investigar la naturaleza los cabalistas nos refieren cómo esta fuerza descendió de arriba y creó a todos los mundos espirituales. Después, usando una penetración explosiva, creó un lugar para nuestro universo y lo erigió todo, incluyendo la Tierra con su concepción gradual de la vida.

Y. Litvar: ¿Podría decirse que todo esto tuvo lugar debido a un aumento progresivo de la densidad de las fuerzas y energías que descendían hasta nuestro mundo?

M. Laitman: Totalmente correcto. Así es exactamente como fue.

Y. Litvar: ¿Así es que nuestro mundo es el punto más denso o inferior de todo el universo existente?

M. Laitman: Sí. Y se puede decir que es el peor punto de todos.

Y. Litvar: ¿En qué sentido es "el peor?"

M. Laitman: En el sentido que carece de la esencia natural divina, espiritual y sublime que está presente sólo en los Mundos Superiores. Por su naturaleza, esencia interna y propiedades, nuestro mundo es lo más bajo de todo porque se basa en un egoísmo personal mezquino. Existe para el propósito exclusivo de manutención y de autosatisfacción a sí mismo, lo cual es la antítesis exacta del desarrollo y propósito en los Mundos Superiores.

Y. Litvar: Afecta esto al mundo que vemos: ¿la tierra, los mares, los océanos, las montañas, y los bosques? ¿Son todas estas cosas también "malas"?

M. Laitman: Por supuesto, porque éstos son los niveles de la naturaleza animados, vegetativos e inanimados de nuestro mundo con una fuerza egoísta actuando dentro de ellos. Esta fuerza es muy pequeña en el nivel inanimado; por consiguiente, genera ciertas propiedades en objetos como las rocas, minerales, líquidos, y sustancias gaseosas.

Y. Litvar: ¿Constituye una piedra también una propiedad de algo?

M. Laitman: Una piedra es un deseo de existir, recibir y llenarse a sí mismo. Observando la apariencia externa de una piedra vemos un objeto que aspira a retener su estructura y no se modifica a sí mismo sin razón. Tiene una estructura especial de átomos que se ensamblan en ciertos grupos y estructuras. Mantiene su estructura e intenta no rendirse a cualquier influencia destructiva externa. Tiene su propia vida interior. Esta vida es una existencia inanimada y una evitación al cambio. Su fuerza interior mínima es suficiente para conservar su forma tan inalterada como sea posible.

Una fuerza más poderosa construye un objeto vegetativo, lo compele a aumentar, a absorber nutrientes del entorno, a eliminar los desperdicios, a abrirse hacia el sol cuando hace frío, y cerrarse cuando hace calor, incluso a distinguir si algo es bueno o malo para ella etcétera. Las plantas crecen con estas propiedades.

Hay un estado intermedio entre los objetos inanimados y vegetativos. Los corales son un ejemplo de esto; por un lado, son inanimados, por otra parte, crecen. Ya tienen algunas propiedades de las plantas.

Y. Litvar: Usted habla acerca de ellos como si fueran seres vivos.

M. Laitman: Sí, ya que ambos, corales y plantas, constituyen el deseo de retener su estructura. Las plantas tienen un deseo de desarrollarse. Observamos un deseo aun mayor en los animales. Este deseo interior les hace moverse, aumentar, copular, reproducirse, etcétera. Una fuerza interior enorme ya actúa dentro de los animales. Los  compele a desarrollarse, al crear una gran cantidad de propiedades internas, así es que desarrollan un carácter propio. Esto está ausente en las plantas, y mucho menos en las piedras. Cada animal ya tiene su propia naturaleza. Como dije, ninguna de tales características interiores está presentes en una piedra o en una planta.

Si todas las plantas de una clase son parecidas las unas a las otras, por ejemplo, todos los tipos de trigo son similares. De cualquier forma los zoólogos indican que hay una vasta diversidad vasta incluso dentro de las mismas especies animales. Hay vacas con caracteres diferentes en el mismo rebaño; mientras que en el mundo vegetal no distinguimos el carácter individual de las panojas de trigo. Así es que notamos que en cada una de estas especies más y más individuos aparecen que difieren en calidad, en cantidad, en la intensidad de su deseo de existir, recibir placer, absorber y sentir...

Las plantas y los animales son seguidos por el hombre que siente no sólo su entorno, sino que también su pasado, presente y futuro. Envidia a otros y se evalúa a sí mismo respecto de ellos... Puede tenerlo todo, pero no es suficiente. Debe sentir lo que es comparado con otros. La diferencia principal entre el hombre y los animales está en la manera en que ven a los otros, lo que permite al hombre desarrollarse debido a su envidia, odio y otras propiedades similares.

La ciencia de la Cabalá asocia a todas las fuerzas que están presentes dentro de nosotros con una simple fuerza llamada "deseo a recibir placer" o "deseo de recibir". Este deseo de recibir, de mantener y desarrollarse uno mismo está ya presente en el nivel de materia inanimada. ¿Un granito de polvo, un guijarro, un gas, un líquido - por qué existen? Existen porque están sostenidos por la fuerza espiritual - su propio deseo de existir manifestándose en todos los niveles.

Si pudiéramos inyectar el deseo en una piedra, la transformaríamos sin ninguna pega en una planta. Si inyectamos el deseo en una planta, al subir el nivel de su deseo gradualmente causaríamos su desarrollo a un estado animado. Inyectando deseo en un animal, desarrollaríamos gradualmente organismos primitivos convirtiéndolos en criaturas más inteligentes como un mono y luego en hombre.

Y. Litvar: ¿Es posible poner tal inyección?

M. Laitman: Desafortunadamente no. Afortunadamente sólo el Creador puede hacer esto. Imagínate lo que haríamos si tuviéramos tal poder...

Y. Litvar: Una piedra vendría y se sentaría al lado nuestro...

M. Laitman: Sí. Sin embargo no pienses que esto es una evolución conforme con la teoría de Darwin. No hay evolución en absoluto.

Y. Litvar: ¿Así es que una piedra nunca se convertirá en una planta o en un hombre?

M. Laitman: No lo hará. Todo en esta jerarquía tiene su lugar preciso. Las fuerzas que definen la posición de cada elemento no pueden hacer una transición muy fácil de un elemento a otro. Todo existe en una escala predeterminada o, en otras palabras, en su propio nivel. Esto se parece a la mesa de elementos químicos: mientras más complejo es un elemento, mientras más pesado es, mayor es su peso atómico y consecuentemente, mayor es la fuerza que estructura y soporta esta estructura. En la Cabalá esto es analizado de forma muy precisa conforme a los genes espirituales internos, su nivel y magnitud. La materia de nuestro mundo es construida y estructurada de la misma forma.

Y. Litvar: Ya desde el mismo comienzo del libro de texto La Ciencia de la Cabalá se dice que el Creador creó el deseo para recibir placer o "un alma". ¿Así pues el mundo que percibimos - las rocas, la silla en la cual estoy sentado, y las plantas - tiene un alma? ¿En otras palabras, están de alguna forma vivos? Debería disculparme con la silla diciendo: "¿Perdóneme por sentarme encima de usted," como los hindús suelen hacer?

M. Laitman: Tú también puedes dejar de hacer eso respecto de las personas. Todo depende de cómo percibes la naturaleza circundante. Si percibes toda la naturaleza como las fuerzas que resultan de las acciones de una Fuerza Suprema, como un medio de satisfacer una cierta tarea; si en la enormidad de la naturaleza ves algunas metas y razones para todas las cosas creadas y te das cuenta de tu papel dentro de este sistema, entonces podemos tener una relación sensible y eficaz hacia todo a fin de lograr la meta que establecemos para nosotros mismos.

Esta meta verdaderamente ideal se le revela al hombre con la ayuda de la ciencia de la Cabalá. Nos habla sobre el propósito de la naturaleza y del hombre en ella. También explica por qué atravesamos tales ciclos biológicos y cuál es nuestro propósito. La Cabalá muestra al hombre cómo llegar a esta meta de una forma correcta, apreciable y en el tiempo más corto posible durante el curso de una vida en el que aprendemos todo esto.

M. Sanilevich: ¿Quiero saber qué pasaría si el deseo del hombre fuera intensificado por una inyección? ¿Qué sería de él?

M. Laitman: ¡Se convertiría en un Creador! Porque lograría la Fuerza Suprema que nos creo. El hombre debería gradualmente absorber todos los componentes de la naturaleza circundante y así igualarse al Creador. Ejercitando su libre albedrío cada uno de nosotros en su momento debe alcanzar este nivel.

Y. Litvar: ¿Así es que una piedra o un animal no pueden pasar al siguiente nivel, mientras que el hombre sí lo puede hacer?

M. Laitman: Sí, él puede. Hablando del hombre no queremos decir su cuerpo (un cuerpo es un animal), sino algo que existe dentro de nosotros como un embrión, un punto de la fuerza Superior. El gen espiritual, este punto se origina de la sustancia más elevada, pero nosotros podemos desarrollarlo. La teoría y práctica de su desarrollo es la ciencia de la Cabalá, la ciencia de alcanzar el estado más sublime.

M. Sanilevich: Nuestro espectador pregunta: "¿Es la Tierra redonda o plana? La humanidad solía imaginarla plana. ¿Cuál era el punto de vista de la antigua Cabalá?"

M. Laitman: Necesitarás abrir los libros cabalísticos para averiguarlo.

El primer libro El libro de la Creación (Sefer Yetzira en hebreo) fue escrito por Abraham hace 4500 años en la antigua Babilonia.

En este libro Abraham escribió que en cualquiera de sus niveles toda la naturaleza fue creada en forma de esferas. Esta estructura descendente esférica es determinada por la fuerza infinita suprema en todas sus propiedades infinitamente diversas pero simultáneamente indivisibles. Cuando esta fuerza comienza a manifestarse y a construir un lugar para nuestro universo y luego al universo mismo, causa que todo en nuestro mundo se manifieste de modo semejante a fuerzas esféricas, cuerpos, objetos, e interacciones.

Cuando el hombre comienza a levantarse, transforma dentro de sí mismo, todas estas fuerzas esféricas en vectores dirigidos. No obstante, antes de que las utilice ellas permanecen esféricas. Como la ciencia antigua de la Cabalá nos refiere, la Tierra también constituye una esfera.

No sólo en el Sefer Yetzira que fue escrito hace 4500 años encuentras estas afirmaciones, sino que también en el Midrash Rabah, un comentario antiguo escrito 4000 años atrás y luego más tarde en el Mishnah y Gemarah, que tienen respectivamente de 2500 a 3000 años de antigüedad. Estos libros describen la Tierra como absolutamente redonda y todos los cuerpos celestes como esferas. Explican movimientos astronómicos del Sol y la Luna, describen las fases de la luna visibles desde la Tierra e incluso explica por qué la Tierra bloquea a la Luna del Sol y viceversa, por consiguiente explicando los eclipses lunares y solares.

La Cabalá presenta estas explicaciones como algo muy natural. Sin embargo, estaban ocultas hasta nuestro tiempo y los cabalistas no sintieron la necesidad de revelar su conocimiento a la gente. Esto es porque la ciencia de la Cabalá no está dirigida hacia propósitos educativos; sirve para el desarrollo espiritual del hombre. ¿Entonces por qué tuvieron que revelarla? Lo mismo ocurre con todo el conocimiento que recibimos de la naturaleza porque a menudo se usa en detrimento nuestro.

M. Sanilevich: Pero muchas personas estaban tratando de revelar esos secretos. ¡Muchos de ellos fueron quemados! Resulta que Giordano Bruno murió en vano...

M. Laitman: Sea como fuera el caso, murió en vano. ¿A quién trataba de probarle algo? ¡Esto era completamente imposible...! Además, el famoso cabalista ARI que vivió en el pueblo de Safed en el siglo XVI (¡hace 500 años!) escribió bellamente y de forma sencilla sobre el desarrollo de las fuerzas espirituales. Describió cómo se transforman gradualmente en fuerzas materiales y su manifestación en nuestro mundo da lugar a todos los cuerpos existentes: inanimados, vegetativos, animados y hablantes. También escribió sobre los cuatro estados de la materia: sólido, líquido, gaseoso y plasmático.

Puedes entrar en cualquier librería y comprar los libros del ARI. Hace 500 años escribía acerca de cosas que la gente descubrió en el siglo 20 - por ejemplo, acerca del estado plasmático de la materia. Todo esto lo sabía la gente hace mucho tiempo.

M. Sanilevich: Baal HaSulam escribió sobre un período de glaciación de treinta millones de años...

M. Laitman: Los cabalistas escribieron cómo nuestro planeta repetidamente se congeló y se calentó otra vez bajo la influencia de una mezcla de estratos hasta que se formó una esfera cubierta de una corteza sólida. ¡Imagina sobre lo que escribían! No describieron algo plano, sino sobre una esfera cubierta de una corteza sobre la cual la vida orgánica comenzaba a aparecer. Estas personas la describieron en un idioma científico moderno aunque vivieron y lo escribieron centenares de años atrás.

M. Sanilevich: ¿No es esto una forma de alegoría?

M. Laitman: Escribieron sobre fuerzas espirituales y cómo se manifiestan estas fuerzas espirituales en el mundo corpóreo a través de nuestros sentidos, es decir, en relación a nosotros.

M. Sanilevich: ¿Pero básicamente los cabalistas no escriben sobre el mundo corpóreo, o sí?

M. Laitman: Si escriben sobre el mundo corpóreo lo especifican por adelantado.

Y. Litvar: ¿Por qué hay montañas, ríos, lagos, y cañones en la esfera llamada   "la Tierra"?

M. Laitman: Esto ocurre como resultado de fuerzas espirituales, de su correspondencia especial que forma los cuerpos materiales diversos: inanimado, vegetativo, animado y hablante. Considera la forma en que fuiste creado: también tienes montañas, cavidades, cañones, etc... Mirándote desde otro lado uno puede pensar: "¿Qué clase de cuerpo se mueve aquí? ¡Mira qué extraño es y qué apéndices tan extravagantes tiene!"

La ciencia de la Cabalá estudia esta correspondencia de fuerzas espirituales. Además, la Cabalá estudia todo lo que generalmente se relaciona con hombre: su cuerpo, sus órganos internos. Analiza por qué tenemos tales caras, dos piernas, dos brazos, etcétera. El organismo humano está definido por la correspondencia de nuestras fuerzas internas que forman esta estructura y luego las presentan a nuestros ojos de una forma materializada.

M. Sanilevich: ¿Puede ser todo explicado, por qué tenemos brazos, piernas, y orejas?..

M. Laitman: ¡Por supuesto!

M. Sanilevich: ¿Es difícil hacerlo? ¿Puede usted hacerlo ahora?

M. Laitman: La medicina cabalística, la geografía, la fisiología, la psicología están todas a nuestra disposición. ¿Querrías analizarlo todo?

Y. Litvar: ¿Entonces sabré por qué tengo una nariz?

M. Laitman: Ciertamente. Los cabalistas tienen un libro titulado Talmud Eser Sefirot (El Estudio de las Diez Sefirot). Son seis volúmenes de textos tratados con la mayor seriedad. La decimotercera parte (en todos hay dieciséis partes) explica una estructura completa del cuerpo humano basado en la estructura de un alma. Un alma es una combinación de fuerzas, las cualidades espirituales internas del hombre que existen en una cierta interacción. La combinación de estas cualidades espirituales (en términos espirituales no terrenales) y la forma en que interactúan, determina la estructura de un alma. Esta estructura a su vez determina la apariencia externa del cuerpo humano.

Y. Litvar: ¿Esto quiere decir que absolutamente todo en nuestro mundo, incluso los cinco dedos (y no cuatro), los ojos, el pelo y también el color del pelo y las frentes se origina únicamente en el mundo espiritual?

M. Laitman: Todo se origina desde la correspondencia de las fuerzas espirituales. Conjuntamente forman combinaciones especiales que causan la apariencia de todos nuestros órganos del cuerpo...

Cuando el feto empieza su desarrollo las fuerzas espirituales gradualmente lo afectan al controlar la manera en que se forma; luego los ojos, las orejas, los nuevos órganos que no existían antes comienzan a formarse. Increíblemente, algo nuevo comienza a formarse en medio de la carne.

Sin embargo, este proceso está explicado con mucha precisión en la decimotercera parte del Talmud Eser Sefirot. Ahí puedes leerlo todo en un idioma científico y moderno. Aunque este libro se basa en un material que fue escrito 500 años atrás, en el siglo XVI, el comentario se escribió en el siglo XX.

Y. Litvar: ¿Ocurre todo lo que existe en nuestro mundo por mandato de arriba -el entorno, yo y cualquier acción que yo o los que están a mi alrededor hacemos- como si todo tuviera una raíz, como si estuviera predeterminado y sólo entonces ocurriera en nuestro mundo?

M. Laitman: ¡Por supuesto! Todas nuestras acciones hasta este momento y todo lo que ocurrirá en el futuro está predeterminado igualmente. Sin embargo, nada de esto te será mostrado.

Y. Litvar: No obstante usted dijo que uno podría convertirse en un Creador.

M. Laitman: Sí. Si comienzas a crecer de forma parecida a esta Fuerza Superior, sólo entonces serás capaz de cambiar y convertirte en un Creador. Pero esto no quiere decir que "desde aquí" seas capaz de observar lo que ocurre "allí." Estamos acostumbrados a pensar y a actuar en nuestro mundo según el siguiente principio: "¿Qué ocurrirá si me aprovecho de mi relación con un ministro y así hago algo a su altura?" Esto es completamente imposible en lo espiritual.

En lo espiritual primero tienes que subir por el nivel necesario para cuyo propósito tus cualidades espirituales deberían corresponder. En lo espiritual, primero tienes que ascender al grado requerido, y para que esto pueda ocurrir tus propiedades espirituales deberían corresponderse con ese grado. Sólo entonces podrás actuar de acuerdo a este nuevo nivel tuyo sin razonar de la forma en que lo haces ahora: "¡Cómo podría actuar conforme a mi deseo!"

M. Sanilevich: ¿Puede explicar usted el significado de la frase "ascenso espiritual"? ¿Estoy completamente perdido - dónde está esto"espiritual"?

M. Laitman: El hombre no necesita cambiar nada salvo sus cualidades. ¡Nada más!

M. Sanilevich: Resulta que hay sólo un mundo material. ¿Entonces dónde está el mundo espiritual?

M. Laitman: El mundo espiritual existe dentro del material. Cuando lo descubras verás que el mundo material no existe en absoluto. El mundo espiritual se nos muestra a través de nuestros órganos sensoriales primitivos. Tan pronto como comiences a crear órganos sensoriales adicionales más finos, comienzas a darse cuenta de que tu actitud previa fue meramente un nivel mínimo de existencia de fuerzas espirituales.

Y. Litvar: ¡Resulta que, mientras estoy sentado en esta butaca y cambiando mis propiedades internas, repentina y fácilmente no podré ver las cosas que veo ahora, no este mundo, sino algo muy diferente!

M. Laitman: Sí, a través de este mundo verás todos los demás mundos.

Y. Litvar: ¿Veré este mundo y también algo más?

M. Laitman: Sí. Todos, los cinco mundos y la Fuerza Celestial, el Creador. Eso depende solamente de tus cualidades. Vemos y observamos todo de conformidad con nuestras propiedades interiores.

Si mi ojo detecta ciertas ondas, entonces veo esta taza. Si no pudo detectar estas ondas no vería ninguna taza así como tampoco los otros objetos que existen alrededor de mí.

Son llamados espirituales o supremos porque están fuera de mi vista, más allá de la percepción de mis órganos sensoriales. Trascienden estos límites, mi rango de percepción.

M. Sanilevich: ¿Y qué ocurre con la electricidad? ¿Es espiritual también? ¿No la podemos ver tampoco?

M. Laitman: No podemos ver muchas cosas en nuestro mundo. Pero no podemos llamar espirituales a todas las fuerzas invisibles e imperceptibles. Son absolutamente materiales. No las detectamos con nuestros órganos sensoriales, sino con la ayuda de aparatos de medición.

La diferencia entre lo espiritual y lo material no está en el hecho de que las detecte o no. Está en el hecho de que los mundos materiales se basan en la recepción mientras que los mundos espirituales se basan en la entrega.

Y. Litvar: ¿Qué significa la frase "se basa en la recepción"?

M. Laitman: Hay sólo dos acciones en la naturaleza: La recepción y la entrega, o la fuerza que atrae y la fuerza que repele o desarraiga. Consecuentemente, hay sólo dos cualidades: La recepción y la entrega.

Todas las fuerzas, objetos y acciones (todo lo que posiblemente puedas imaginar) basadas en la propiedad de recepción, absorción, llenarse es denominado material, egoísta. El resto de fuerzas - otorgantes, entregar por el bien de otro, enviar, p.ej., están dirigidas hacia un objeto externo. Las fuerzas que actúan así se llaman espirituales. Ésta es la diferencia entre material y espiritual y. No porque el objeto sea invisible. Repito, muchas cosas en nuestro mundo son invisibles para nosotros, como los átomos y la electricidad, esto no las hace espirituales. Nuestros órganos sensoriales simplemente no las pueden detectar, aunque todavía forman parte de la misma categoría "absorbente".

Y. Litvar: ¿Quiere usted decir que la electricidad también absorbe algo?

M. Laitman: Sí, es una  fuerza material absorbente.

Y. Litvar: ¿Cómo puede ser eso? ¡La electricidad no energetiza las cosas para sí misma, sino para alguien!

M. Laitman: ¡No, así es cómo tú la utilizas! Si prestas atención a un átomo, verás que su construcción se basa en la absorción y preservación de su estructura predeterminada. Por consiguiente, tienes que gastar una cantidad enorme de energía para expulsar con fuerza a los electrones de los átomos y dirigirlos a lo largo de un camino definido porque sólo entonces podrás usarlos. Para recibir y usar una corriente eléctrica tiene que emplear mucho más esfuerzo que el factor resultante de eficiencia, lo cual siempre será negativo: 100 calorías tienen se gastan para crear electricidad que da como resultado sólo 10 calorías que podemos usar.

Cualquier proceso en nuestro mundo se salda con un resultado negativo porque todas nuestras fuerzas materiales se basan en el deseo de absorber. Sólo las fuerzas espirituales que toman la energía directamente del Creador y son similares a Él, se basan en la propiedad de otorgamiento. Repentinamente comienzan a dar y radiar. No hacen esto ni por acciones interiores que son materiales y egoístas, ni a través de la absorción y subsiguiente emanación como un cuerpo caliente emana calor, sino simplemente porque el otorgamiento es su propiedad.

No nos encontramos con estas propiedades espirituales en nuestro mundo. No las podemos detectar. Es como si encontraras una fuente de energía ilimitada que apareciese de la nada. Nada de eso existe en nuestro mundo. Aquí necesariamente ocurre bajo la influencia de algunas propiedades interiores materiales (incluso en el nivel de la naturaleza inanimada) y puramente egoístas.

Y. Litvar: ¿Quiere decir que algún día yo también seré capaz de dar?

M. Laitman: Por supuesto. Todos nosotros alcanzaremos un nivel de similitud al Creador, cuándo todas nuestras propiedades sólo estén orientadas al otorgamiento. También constituirás un objeto espiritual constantemente otorgante y radiante respecto a otros. Tan pronto como alcanzas este estado, te conviertes en eterno porque en sí misma la propiedad de esta fuerza, que constantemente da sin recibir ninguna cosa a cambio, no necesita nada. Justamente continúa existiendo en esta forma eterna.

Nuestro único problema es que somos transitorios, temporales, constantemente cambiantes en nuestro egoísmo y en la necesidad de absorber. Si pudiéramos adquirir la propiedad opuesta, la de otorgamiento, nos eternizaríamos. El problema es que no tenemos esta batería interior ilimitada, perpetuum mobile.

M. Sanilevich: Sin embargo, hay una gran cantidad de personas que dan y trabajan muy desinteresadamente. Por ejemplo, hay un altruista secreto en Japón... La gente repentinamente descubre paquetes llenos de dinero en las estaciones de ferrocarril, en los servicios y  en otros lugares. Nadie encuentra a esta persona. ¿De dónde obtiene tanta energía para dar? ¿Ha debido alcanzar la espiritualidad, no es cierto?

M. Laitman: Supe de este caso. Hay muchas personas que trabajan en hospitales y muchas otras organizaciones como voluntarios. Según una investigación, el diez por ciento de todas las personas en el mundo es altruista. En otras palabras, estos son quién disfrutan la entrega. ¡Sin embargo, reciben placer al dar!

M. Sanilevich: ¿Así es que no son aún el Creador?

M. Laitman: No tienen similitud con él. Dan y realizan actos de auto sacrificio por el bien de su necesidad interior. Ésta es la forma en la cual reciben placer - teniendo cuidado de otros y ayudándolos.

Sin embargo, esto de ningún modo quiere decir que son espirituales. Su necesidad de dar es similar a la actitud de la madre hacia su niño. Es una necesidad instintiva, animada, interna, y natural de dar, porque es exactamente la forma en que reciben placer. Un altruista no puede ayudar dando; ¡de otra manera no podrá recibir placer!

No obstante no hablamos de la acción misma, sino más bien acerca de la necesidad interna que en todo caso consiste en recibir.

M. Sanilevich: ¿Entonces se tiene que dar sin recibir ningún placer? ¡Como la persona que regala dinero y no recibe nada! ¡Nadie siquiera sabe de sus acciones!

M. Laitman: ¡Esto es imposible! O tal vez sea un verdadero cabalista que metódicamente se transformó a sí mismo para volverse igual que el Creador con la ayuda de la ciencia de la Cabalá. ¡Sin embargo, incluso entonces no habría actuado así!

¡Nada puede ser logrado con tales acciones! Naturalmente, puede tener remordimientos de conciencia o puede seguir una teoría. No obstante, está claro para mí que esta idea no se le ocurrió como resultado de su similitud con el Creador, pues de otra forma vería que el mundo no puede corregirse así. ¡El hecho de que alguien encuentre un sobre lleno de dinero no cambia nada!

El mundo puede corregirse sólo elevando al hombre por encima de su nivel.

M. Sanilevich: ¿Puede describir brevemente cómo da un cabalista?

M. Laitman: Un cabalista cree que el único bien para el mundo es enseñarles a las personas cómo elevarse por encima de nuestro mundo corpóreo. Es inicialmente defectuoso, limitado, y lleno de maldad. Si tienes el deseo de cambiar esa percepción en tus órganos sensoriales, en primer lugar deberías cambiar tus sensaciones elevándolas a un nivel espiritual diferente. Eso es todo.

M. Sanilevich: ¿Decirle esto a un vecino me hará más espiritual; me convertiré en un cabalista?

M. Laitman: No, sólo puedes volverte espiritual estudiando la ciencia de la Cabalá, porque mientras la estudias atraes a ciertas fuerzas espirituales que son capaces de cambiarte. Cuando lees acerca de acciones espirituales en un libro y te imaginas en los niveles espirituales, con ello los acercas más a ti. Así, cierta fuerza te afecta desde allí y comienzas a cambiar. Por consiguiente, sólo la ciencia de la Cabalá (p.ej., tu descripción de los niveles espirituales más altos) puede cambiarte. Ninguna de las otras fuerzas, otras ciencias u otras acciones en nuestro mundo pueden hacer ninguna cosa similar. Naturalmente, esto no tiene nada que ver con la religión o cualquier otra cosa de esta Tierra.

M. Sanilevich: ¿Así que si le hablo a alguien sobre lo espiritual, realizo meramente una acción externa?

M. Laitman: Simplemente le muestras que tal oportunidad existe. Después de eso, todo depende de cómo tome conciencia de ello.

Y. Litvar: ¿Así es que compro este libro, lo leo y eso es todo lo que hago? ¿Me convierto en un Creador? ¿Cuál es entonces el significado de la palabra "estudio"?

M. Laitman: No. "Estudiar" significa aprender de este libro cómo cambiar y convertirse semejante al Creador. ¿Entiendes lo que quieres decir cuándo dices "convertirse en un Creador"?! Convertirse en un físico significa ocupar tu mente con toda clase de conocimiento. Convertirse en un Creador no trata de llenar tu mente; trata de convertirte en Él.

"Estudiar este libro" quiere decir ser guiado por él como una instrucción para tu ascenso gradual al nivel del Creador, cuándo absolutamente todas tus cualidades cambian. Un físico no cambia sus cualidades. Llena su cabeza con el conocimiento de nuestro mundo y al mismo tiempo sigue siendo un fascista, un nihilista o un comunista.

¡Aquí te conviertes en el Creador! Gradualmente, paso a paso subes por 125 niveles de alcance; te transformas completamente y luego en cada nivel, de conformidad con tus cambios, un mundo completamente nuevo se te revela. Sin embargo, para ello tienes que cambiar todos tus órganos sensoriales, porque no existe otra manera para ti de descubrir estos mundos.

No puedes simplemente leer este libro. Deberías leerlo y darte cuenta de sus enseñanzas en ti mismo. Sólo entonces te igualas al Creador.

Y. Litvar: ¿Cuándo me encuentro con la palabra "estudio", no significa la misma "leer" o "memorizar"?

M. Laitman: ¡No, de ninguna manera! No hay tales nociones como "estudiar" y "comprensión" en la Cabalá. "Comprensión" significa "alcance." En otras palabras, no es cuando entiendes con la cabeza, sino cuando te elevas a la altura del nivel del fenómeno descrito. Observas el fenómeno después de alcanzar su nivel; y entonces, cada vez, un mundo nuevo se revelará ante ti. Si simplemente lees acerca de eso en el libro sin cambiarte a ti mismo conformidad a este nivel, significa que meramente lo lees.

M. Sanilevich: ¿Cuánto tiempo se requiere para el logro?

M. Laitman: De tres a cinco años siempre que el hombre ponga empeño, mucho empeño. Bien, francamente hablando, en la práctica puede llevar un poco más de tiempo.

M. Sanilevich: ¿Las personas no entienden qué significa "convertirse en el Creador"?

M. Laitman: De hecho éste es el plan inicial y la meta final de la creación. El universo entero se creó con el propósito de hacer una creación que alcance el nivel del Creador y se fusione con Él (fusionarse implica completa similitud de propiedades).

La creación fue inicialmente creada con este propósito, y este propósito está siendo realizado cada segundo en todos los mundos para traer al hombre a este estado.

Hoy estamos de pie en el umbral de una realización verdadera de esta acción. Al tiempo que el mundo está sumido actualmente en una crisis, comienza a revelar una necesidad todavía inconsciente pero ya evidente hacia un cambio cualitativo. Es decir, este cambio cualitativo necesario que está ocurriendo en él se convertirá en una transición de una fuerza egoísta, absorbente en otra altruista, orientada al otorgamiento, y emanadora.

Tendremos que hacerlo así de para librarnos de la muerte y la aniquilación, porque no tenemos otra elección. Cuando la transición de este género humano comienza a tener lugar, primero la conciencia y después la ejecución gradual de esta transición, comenzaremos entonces a alcanzar estas llanuras interminables de los Mundos Superiores; comenzarán a revelársenos.

M. Sanilevich: ¿Es interesante eso de convertirse en el Creador?

M. Laitman: Da al hombre satisfacción absoluta y conocimiento, una habilidad para unir internamente todos los fenómenos y las propiedades opuestas por encima del tiempo, el espacio y el movimiento. Le deja penetrar al hombre a una dimensión en la cual se siente completamente libre, eterno, y perfecto porque la fuerza de otorgamiento está presente en él ilimitadamente.

Y. Litvar: Usted trabaja 20 y algunas veces 24 horas al día para la diseminación de este conocimiento. ¿De dónde obtiene usted la energía?

M. Laitman: Conecto...

Y. Litvar: ¿Así que igualándonos más y más a esta fuerza, que llamamos el Creador, recibimos poderes adicionales en nuestro mundo?

M. Laitman: El alma del hombre es inmortal y eterna. Tiene recursos completamente ilimitados de energía porque existe dentro del Creador. Al extremo de que el contacto del hombre con su alma y su habilidad de actuar ya basándose en este contacto, le hace adquirir una fuente verdaderamente ilimitada de energía.

La cosa más extrema que le puede ocurrir es cuando pasa de su apariencia externa a una esencia más interna, sin embargo su cáscara exterior permanece dónde estaba.

Y. Litvar: Todo esto es muy interesante, pero anunciamos a la geografía espiritual como el tema de nuestra conversación. ¿Por favor cuéntenos por qué existe el calor, el frío, el agua y el hielo en nuestro mundo? ¿Por qué ambos polos, el sur y el norte, están cubiertos con hielo sólido? ¿Por qué los picos de las montañas están cubiertos de hielo y por qué hace calor en el Ecuador?

M. Laitman: Las preguntas infantiles son las más difíciles.

Y. Litvar: Esta pregunta fue realmente formulada por un niño. Un niño llamó y simplemente lanzó de sopetón esta pregunta en nuestra emisión: "Y pensé, que me gustaría saber de eso"

M. Laitman: ¿Por qué hace más frío en la medida que crece la distancia entre el centro de la tierra y los polos? Un físico te puede explicar esto: ocurre porque la atmósfera se hace cada vez más ligera etcétera. ¿Por qué hay nieve y hiela en los polos? Naturalmente, esto es porque su posición respecto al sol está en tal ángulo que su luz no es dirigida a ellos... Al menos ésta es la situación ahora. Lo que será  en futuro cercano es desconocido.

Y. Litvar: No. Me refiero a las raíces espirituales...

M. Laitman: Entiendo lo que este niño ha querido decir cuando hizo esta pregunta. Lo plantearé de la siguiente manera: Las raíces espirituales forman ambos, los cuerpos materiales y las propiedades espirituales en nuestro mundo. Por esa razón nuestro mundo está diseñado así.

Cuando comienzas a estudiar la decimotercera parte del Talmud Eser Sefirot aprendes qué combinaciones forman las Fuerzas Superiores: la positiva y la negativa, con todas sus propiedades secundarias. Ve cómo algo esférico se asemeja a una cabeza cubierta con propiedades vegetativas y fuerzas que aparecen entre ellas. Como consecuencia forman una cara humana (barbuda, sin afeitar, en su forma natural). Te percatas de que estas combinaciones de las Fuerzas Superiores: las líneas positiva, negativa, derecha e izquierda deberían agruparse según sus propiedades interiores al descender a fin de que esta imagen exacta se formara gradualmente con un par de brazos y piernas, una cabeza, y tales cualidades.

Lo mismo ocurre cuando estas fuerzas son formadas directamente por el hombre mismo. Después descienden aún más allá donde comienzan a crear objetos de niveles inferiores: animado, vegetativo e inanimado. Así, formándolo en combinaciones, finalmente nos forman la Tierra de una forma familiar para nosotros, al mismo tiempo situándola correctamente respecto al sol, la luna y otros planetas. Estudiamos esto en la decimoquinta parte del Talmud Eser Sefirot, dónde el sol y la luna actúan como Zeir Anpin y Malchut del Mundo del Infinito.

Y. Litvar: ¿Quiere decir sus símbolos? ¿O deberíamos interpretarlo literalmente: el sol que veo es Zeir Anpin?

M. Laitman: Ésta es su copia exacta, así como las funciones que cumplen en nuestro mundo son idénticas a las acciones espirituales. Lo mismo se refiere a la tierra misma y a su geografía.

Toma a Zeir Anpin del mundo de Atzilut, analiza su estructura respecto a Malchut y verás la geografía exacta de la tierra, porque tal es la correspondencia de sus fuerzas internas. Elévate hacia objetos Superiores, Abba Ve Ima, Arich Anpin o Atik, y te percatarás cómo estas estructuras se van transformando en el transcurso de su descenso. También aprenderás el resultado final de todas sus combinaciones.

Lo mismo sucede con otras estructuras, cuándo toda la naturaleza con su enorme diversidad de fuerzas cambie y ascienda completamente hacia la fuerza única. No hay nada de aleatorio en esto, porque exactamente esta combinación debería formarse y porque todo está predeterminado en la naturaleza. Posteriormente, toda la naturaleza asciende y fuera de esta completa diversidad de fuerzas gradualmente se convierte en una fuerza.

¿Por qué hay dos polos? Porque hay dos fuerzas opuestas equidistantes de la tercera, la central: el ecuador y ésta es la única forma en que la deberían influenciar.

Y. Litvar: ¿Se corresponde el ecuador con el hombre?

M. Laitman: Es la línea intermedia.

Y. Litvar: Ya ha mencionado los términos " Zeir Anpin " y " Malchut." ¿No obstante, es Zeir Anpin un hombre y Malchut, una mujer?

M. Laitman: Sí.

Y. Litvar: ¿Así es que un hombre en nuestro mundo es un sol, y una mujer es una luna?

M. Laitman: Sí.

M. Sanilevich: Hay una pregunta: "¿Por qué existen las ciudades y los pueblos? ¿Por qué no vive toda la gente simplemente sobre la tierra? ¿Están separados espiritualmente y ubicados en regiones diferentes?"

M. Laitman: La extensión de personas por toda la Tierra depende de la fuerza espiritual interior que los controla. Si las personas poseen cualidades espirituales con las que sienten que están mucho mejor conjuntamente, se unen y surgen los asentamientos y los pueblos poblados por parentescos.

Si comienzan a manifestarse más cualidades individuales, las personas se separan y aparecen las casas, las granjas y asentamientos. El desarrollo de servicios trae la necesidad de uno por el otro, para unos medios de comunicación comunes, el uso colectivo del agua, la electricidad, etcétera. Así es que las personas comienzan a reunirse en ciudades. Pues aunque odie a mi vecino, todavía estoy obligado a vivir cerca de él a fin de que conjuntamente podamos deshacernos de nuestros desperdicios, recibir agua y electricidad.

Las personas, basándose en sus cualidades internas y necesidades, establecen las reglas de su vida comunal. Que nos juntemos en las ciudades no significa que comencemos a amarnos más los unos a los otros. Significa simplemente que encontramos una forma más conveniente de pagar por los servicios que las autoridades municipales nos proveen y nada más. Si fuese por mí, me separaría de los demás en una torre enorme y escupiría a todo el mundo desde arriba. ¿Entiendes?

Y. Litvar: Bueno, sólo si es una metáfora y no su opinión personal.

M. Laitman: Sí, es una metáfora.

M. Sanilevich: ¿Existen pueblos y ciudades en el mundo espiritual? ¿Cómo es la vida allí?

M. Laitman: En el mundo espiritual estamos unidos en un alma común. Existimos en él como partes integrales, algo así como las células de nuestro cuerpo. Todo el mundo sabe cuál es su sitio y cómo debería actuar en relación al cuerpo entero a fin de que este cuerpo (un alma común) pueda existir y pueda ser llenado al máximo y óptimamente con la luz del Creador.

Y. Litvar: Hay una pregunta de Queens: "¿Por qué tienen lugar los huracanes, los tifones, las tormentas y los terremotos? ¿No nos podemos valer sin estos horrores? ¿Cuándo, finalmente, castigará Dios severamente al diablo?"

M. Laitman: Pues bien, de la forma en que usualmente lo entendemos, no existen ni Dios ni el diablo.

Y. Litvar: ¿En ese caso quién produce los tifones y los huracanes?

M. Laitman: La misma Fuerza Superior. Nada existe excepto esta fuerza.

Hay sólo una fuerza eterna y que lo abarca todo en la naturaleza. Nos influencia con la ayuda de una red vasta de fuerzas muy particulares con el fin de hacer todo semejante a sí misma.

Todos percibimos los tifones, los huracanes y en general, todas las sensaciones negativas (ambas, internas y externas) en el nivel de la naturaleza inanimada sólo para contestarnos la pregunta: "¿Por qué nos está sucediendo esto? ¿Por qué nos trata de esta manera la Fuerza Superior?"

Lo hace con ningún otro propósito que compelernos a convertirnos en semejantes a ella. Continuará afectándonos negativamente hasta que comencemos a corregirnos a nosotros mismos.

Tendríamos que haber empezado con nuestra auto-corrección hace mucho tiempo, pero todavía estamos retrasados en nuestro desarrollo espiritual. Consecuentemente, la influencia negativa aumentará cada vez más. Nada bueno nos espera por delante hasta que comencemos a cambiar. Sin embargo, tan pronto como comencemos a cambiar y asemejarnos al Creador, en la misma medida transformaremos Su influencia negativa en una positiva.

Y. Litvar: ¿No habrá tifones?

M. Laitman: Impediremos los tifones con nuestra actitud y nuestra influencia positiva. El sol brillará y todo estará bien. La temperatura será óptima y todo será normal y confortable, en ambos niveles, el espiritual y el material.

Y. Litvar: Imagino el siguiente cuadro. Por favor, corríjame si estoy equivocado.

Hay una fuerza espiritual, a la que llamamos " el Creador." No hay una fuerza llamada " el diablo." La fuerza espiritual (" el Creador ") crea algo que se manifiesta como un huracán en nuestro mundo. ¿El huracán comienza a hacer mella, digamos que en los Estados Unidos, Queens, y todo esto ocurre sólo para obligar al hombre que preguntó a iniciar su avance hacia el Creador? Este terrible huracán fue enviado de tal manera  que sólo él, sentado en alguna parte en el séptimo piso de Queens...

M. Laitman: Sí. Todas las cosas y todo en nuestro mundo, está interconectado. Gradualmente revelamos la interconexión universal general que hará tener a toda persona en la tierra la necesidad de preguntar: "¿Cuál es el propósito de mi existencia?"

M. Sanilevich: Tenemos muchas preguntas relativas a las personas que se desplazan de un lugar a otro.

M. Laitman: Ya hemos definido el significado de geografía. Cuando diferentes fuerzas están combinadas de cierto modo, forman una estructura, la que en su manifestación material forma el universo con sus huecos, vacíos y gases. Crea el sol, los planetas y nuestra tierra con todas sus partes, incluyendo la naturaleza inanimada en forma de líquidos y minerales, las montañas y los ríos, y también la naturaleza animada en los niveles vegetativos, animados y humanos.

La Tierra difiere del resto del cosmos en que tiene naturaleza vegetativa, animada y humana. Cuando ciertas fuerzas espirituales influencian la Tierra, afectan a cada una de sus partículas. Por consiguiente, el hombre cambia mientras se desplaza de un lugar a otro. Él cambia y su destino cambia con él. ¿Por qué dejamos repentinamente un lugar confortable? Porque nuestras propiedades internas cambian y la incongruencia entre nuestras propiedades internas y nuestro estado presente nos compele a buscar un lugar nuevo: tanto si eres forzado o consideras repentinamente que tienes que actuar así.

Todos nuestros movimientos - incluso lo que estoy haciendo justo ahora - ocurren como resultado de nuestros cambios internos. Nada sucede por casualidad.

Y. Litvar: ¿Se puede cambiar radicalmente la vida y el destino mudándose a otro lugar?

M. Laitman: No pienso que el hombre pueda hacer un cambio radical de esta índole porque permanece igual, pero puede hacer un cambio considerable. La única cosa que el hombre puede hacer en nuestro mundo es cambiar la sociedad circundante. Por lo tanto, si transformas tu sociedad, el ambiente y los amigos, no hay necesidad verdadera para mudarse. Puedes quedarte en el mismo sitio, pero encontrar un ambiente diferente y caer bajo una influencia diferente. De esta manera cambias tu destino.

M. Sanilevich: ¿Puede afectar un lugar a una persona?

M. Laitman: Una posición geográfica indudablemente afecta al hombre, pero en menor medida. Es así porque un lugar constituye una naturaleza meramente inanimada. La naturaleza vegetativa y animada de cualquier forma cambia poco. El hombre está principalmente influenciado por la naturaleza humana, que generalmente le inspira.

Dependiendo del entorno, de sus cualidades (el odio, la envidia, lucha por el poder, conocimiento, dinero o alguna otra cosa) preferidas, de lo que quiera ver como resultado deseado de cada miembro de la sociedad, es lo que desarrollará al hombre en una dirección u otra.

Y. Litvar: Una gran cantidad de personas afirman que hay lugares en la tierra dónde el hombre se siente confortable, por ejemplo, en India, en el Tíbet, etcétera. ¿Qué hay tan especial allí?

M. Laitman: No sé qué hay tan especial en esos lugares. Voy a un pueblo, paseo entre gallinas, caballos y vacas; el sol brilla en mí, las aves cantan, el aire se llena del olor de la hierba y el abono. Por supuesto esto es mejor que estar en una ciudad grande. Los sonidos, los olores, el silencio y la vida despreocupada: todo esto es bello y agradable. Uno puede sentir lo mismo en la India o en otro lugar parecido. Paz, gente tranquila; no necesitan nada en este mundo. Un hombre se sienta quedamente en una actitud fija durante todo el día pensando en algo (o en el absoluto) o durmiendo, lo que es bueno también. Mirando a tales personas (éste es el entorno que me afecta) me vuelvo tan bienaventurado como ellos: no necesito nada y todo está bien. Tengo un cuenco lleno de arroz y la vida es maravillosa.

Claro, escapándome de todas las imposiciones de la ciudad en esa vida encuentras comodidad y te vuelves autosuficiente. ¿Qué hay de malo en ello? ¿Te gustaría vivir así?

Y. Litvar: No.

M. Laitman: ¿Por qué? Vives en la comodidad, no tienes problemas y todo es bueno.

¿Qué hay de malo en eso? Esa es la forma en que viven las personas. El hombre se despierta por la mañana sin un despertador solamente porque el sol se elevó, estira sus extremidades, fuma un poco de hierba, y todo viene bien a pedir de boca. Él puede lavarse en un arroyo (o no), recostarse, sentarse, meditar, emprender el vuelo y regresar. ¿Qué hay de malo en eso? ¿Por qué no lo quieres?

Y. Litvar: ¡ He gastado algunas vidas haciendo estas cosas! ¡ Quiero ponerle fin! ¡Sin embargo, a la materia le preocupa la comodidad espiritual!

M. Laitman: Definitivamente es una huida de nuestro propio desarrollo interno hacia algo relajante, apaciguador, que te hace descender del nivel de hombre al nivel de una planta. Esta es la razón por la que la naturaleza humana no está de acuerdo con eso. Incluso los indígenas pronto no tendrán otra salida, sino la de desarrollarse. Viviremos para ver qué crisis experimentarán con todas esas técnicas de complacencia y escape de la realidad.

Y. Litvar: Personas de todas partes del mundo vienen a Israel, a Jerusalén, al Muro Oriental. ¿Afecta el lugar donde se ubica Jerusalén de algún modo a las personas?

M. Laitman: Por supuesto. Hay incluso el denominado síndrome de Jerusalén. Los doctores (psiquiatras y psicólogos) lo saben muy bien. Cuando algunas personas vienen a Jerusalén, comienzan a sentir algo especial y se comportan inadecuadamente. Una persona repentinamente puede gritar: " soy Jesús " o " soy un Mesías, " dependiendo de qué educación recibieron y quién sea su ideal espiritual. Por cierto, hay muchísimas personas así.

Y. Litvar: ¿Así es que la posición geográfica de Jerusalén en cierta forma afecta a las personas?

M. Laitman: Ciertamente lo hace. Incluso la luz en Jerusalén tiene un tinte amarillento especial.

Y. Litvar: ¿Por consiguiente en El Tíbet, en la India, en la Meca o en alguna otra parte la concentración de fuerzas es diferente que por ejemplo en Moscú?

M. Laitman: Sí, por supuesto. Es el entorno que se formó gradualmente en este lugar. Cuando las personas de Israel cruzaron el río Jordán y entraron en Jericó no fueron ordenadas sin razón a dirigirse hacia Jerusalén para tomar esta ciudad, que ya existía mucho antes de que las personas de Israel llegaran a este país.

Y. Litvar: ¿Tenía inicialmente tales fuerzas? ¿O aparecieron con la llegada de los israelitas?

M. Laitman: No es que llegaran ... Las fuerzas ya habían estado allí en su forma no revelada; la llegada de los israelitas simplemente las activó.

Y. Litvar: Así es que las fuerzas que existen en la tierra no actúan por sí mismas, sino sólo...

M. Laitman: ... bajo la influencia ... Pero la tierra no es la cuestión. No hay nada en la tierra. No se debería pensar que las fuerzas espirituales existen en algunos objetos. Es un error. Si hablamos acerca de la influencia de una fuerza espiritual especial en cada pulgada de la tierra, no pensamos que estas fuerzas existan en la tierra misma. No existen en ningún objeto material.

Nuestro mundo está simplemente penetrado por fuerzas espirituales. ¡Penetrado! Fluyen directamente a través de él en todas las direcciones, combinándose interminablemente en una red multidimensional que forma nuestro universo con todas sus propiedades.

Y. Litvar: ¿Así que si compro un fragmento de piedra del Muro Oriental y me lo llevo a Moscú, realmente no tendrá ningún poder?

M. Laitman: No. ¿Pero puedes llevártelo, por qué no?

Y. Litvar: No lo compré.

M. Laitman: Cuando estaba en Grecia, vi con mis propios ojos cómo traían deliberadamente rocas trituradas al Partenón con el fin de que los turistas las pudieran recoger como recuerdos. ¿Puedes imaginarte qué habría ocurrido sin estas rocas trituradas? Habrían limpiado toda Grecia.

M. Sanilevich: Usted ha dicho que nuestro mundo está penetrado por fuerzas espirituales que difieren en cualidad, y desde que tengo un cuerpo biológico con cinco órganos sensoriales, percibo cada propiedad como un animal, planta, etcétera. ¿Si no tuviera este cuerpo, sería capaz de ver estas fuerzas espirituales?

M. Laitman: Si estuvieses en el nivel de estas fuerzas espirituales con tus propiedades, las podrías ver. ¿Qué significa la palabra " ver "? Se revelarían dentro de ti. De modo semejante no vemos a nuestro mundo desde fuera sino desde dentro de nosotros mismos. No existe más allá de nosotros. Existe sólo en nuestros órganos sensoriales.

M. Sanilevich: Tenemos otra pregunta: "¿Por qué necesitamos el mundo material?"

M. Laitman: Éste no es el mundo material. Éste es simplemente un mundo que existe en nuestras sensaciones más básicas.

M. Sanilevich: ¿Por qué necesita el hombre las sensaciones del mundo material?

M. Laitman: Las necesitamos de tal forma que mientras estamos separados de lo espiritual nos podemos construir, crear, y modelarnos nosotros mismos de conformidad con el mundo material y podemos permanecer completamente independientes del mundo espiritual. Estando en el mundo material, comienzo a crearme en el espiritual. En otras palabras, no dependo de él.

Y. Litvar: ¿Por qué entonces algunos lugares geográficos están llenos de genios mientras que por otros pululan criminales? ¿Por qué son algunas personas muy pobres mientras otras prosperan?

M. Laitman: Observamos anomalías relacionadas a las fuerzas espirituales que influencian estos lugares y también al hombre que ha tenido una influencia positiva o negativa a lo largo de su historia, cometiendo crímenes o haciendo buenas obras. No pienso que Australia fuese un lugar malo. Pero cuando comenzaron a llevar ladrones y a traer prostitutas, el estado del país entero varió. Y aunque todo parece ser acogedor y bello allí, la fuerza y el entorno que prevalecía en el momento de su fundación constituye un fundamento muy malo para la existencia del país; y esas fuerzas siguen activas en Australia.

Y. Litvar: El hombre crea un entorno y luego muere. Después de algunos ciclos biológicos reaparece en el mismo sitio otra vez. ¿Está influenciado nuevamente por las fuerzas que  creó?

M. Laitman: Lo está, pero esta pregunta es demasiado complicada porque hace alusión a otra pregunta: "¿Cómo se les pudo ocurrir repentinamente a los ingleses el convertir a Australia en tal basurero?" Aquí ya tocamos más bien asuntos problemáticos - acerca del libre albedrío, de donde viene y sobre los pensamientos.

M. Sanilevich: Un espectador de Israel le hace otra pregunta: "Israel es un país escogido por Dios. ¿Por qué tenemos un clima tan complicado de extremo calor y escasez de agua?"

M. Laitman: El Israel de hoy no es un país escogido por Dios. Ahora está completamente separado y roto. Se ha caído del nivel espiritual y está en una crisis. Esta caída es consecuentemente sentida en todas las esferas: en el potencial humano, en las relaciones entre personas, en la imposibilidad de iniciar el proceso de corrección (es muy difícil), en la imposibilidad de crear un estado normal y lograr la paz. Lo mismo es aplicable al clima y a todas las demás condiciones locales. ¡Israel es el punto más complicado de la Tierra!

Israel estuvo una vez en el nivel espiritual bajo la influencia de fuerzas espirituales positivas. El hombre distorsionó totalmente estas fuerzas espirituales positivas. Las transformó en sus opuestas (fuerzas negativas) y ahora vemos cómo actúan en este país.

Para cambiar la situación existente tenemos que tratar de iniciar el proceso de corrección y ascender desde aquí, porque Israel es el punto central del mundo. Sólo entonces todos podrán sentir la influencia de una fuerza completamente diferente, y el mundo entero respirará libremente. Si quieres tener confianza en el futuro, en la economía mundial, en la prosperidad de la ciencia y la cultura, si tienes el deseo de mejorar las relaciones internacionales, deja que llegue la paz y el bienestar espiritual a Israel. Sólo entonces el mundo entero podrá vivir bien.

Y. Litvar: ¿Puede situar usted el famoso árbol sefirótico, la imagen que se utiliza en todos los libros cabalísticos, en nuestro planeta? ¿Dónde se ubicarían Israel o América?

M. Laitman: América no estaría en ningún lugar. Estudiamos geografía cabalística en la decimosexta parte del Talmud Eser Sefirot (El Estudio de las Diez Sefirot), dónde la estructura de Israel está precisamente descrita desde el monte Hermon en el norte hasta sus partes sureñas. Están claramente indicados qué lugares particulares le corresponden a cada uno del diez Sefirot. Jerusalén se corresponde con la Sefira Tifferet. Desde Jerusalén el Sefirot se expande en círculos por todo el país y luego se extiende más allá de sus linderos, hacia el Líbano, Siria, a través de Jordán y alcanza Babilonia.

El resto del mundo más allá de Babilonia está considerado absolutamente como poco espiritual. Analizamos esto desde el punto de vista de la geografía espiritual que se basa en el descenso espiritual. Cuando el hombre inicia su ascenso espiritual espiritualiza al mundo entero porque se expande. Hablamos acerca de la creación universal basándonos en el hecho de que Jerusalén es el punto espiritual central del género humano y Babilonia es el siguiente punto después de Jerusalén. Sin embargo, esto es ya un punto material, desde el que se esparció la humanidad por el mundo entero.

Y. Litvar: Tengo una pregunta. ¿Por qué intentan los judíos siempre hacer de Jerusalén el lugar más importante de todos, un Keter (la corona)?

M. Laitman: Es así porque tal es la correspondencia de fuerzas espirituales. Cuando el ascenso espiritual comienza, crea su centro espiritual, su capital en el lugar de su ascenso. El descenso de fuerzas espirituales a nuestro mundo fue ya predeterminado en el mundo espiritual. Si esto hubiera ocurrido en alguna otra parte, preguntarías que por qué allí. Ahora, cuando el hombre comienza a ascender, iguala las fuerzas espirituales porque todas ellas se elevan hacia la Fuerza Superior única (el Creador) y se fusionan con ella allí. La diferencia entre ellas desaparece; todas las fuerzas se igualan porque absolutamente todas ellas se unen para formar una fuerza general. Comienza a hacer esto en Moscú y Moscú prevalecerá sobre el resto del mundo con su fuerza espiritual.

Y. Litvar: ¿Será denominada Jerusalén?

M. Laitman: Se llamará la Jerusalén espiritual.

M. Sanilevich: Resulta que el estudio de la geografía espiritual puede ser ignorado porque el lugar no afecta al hombre tanto como lo hacen las personas. ¿Quizá deberíamos estudiar sociología?

M. Laitman: Ante todo estudiamos geografía espiritual de todos modos. Sin embargo, comparado con el factor humano todo lo demás es realmente insignificante. En segundo lugar y sobre todo, si el hombre comienza a acceder a su elevación espiritual (al margen de dónde se encuentre, en el Polo Norte o en Alaska) se creará instantáneamente un campo positivo alrededor suyo. De esta manera, transforma al mundo entero, haciendo su entorno más agradable y confortable.

Si las personas pudieran entender esto, podrían impedir todas las catástrofes naturales inminentes.

M. Sanilevich: ¿Sólo por la auto-transformación?

M. Laitman: Sí. Entonces seríamos capaces de transformar radicalmente el mundo circundante entero. Esperemos que nuestras conversaciones inspiren alguien a hacerlo!

 

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