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Cuerpo y espíritu

Introducción

Desde el inicio de los tiempos el hombre ha buscado respuestas a las preguntas fundamentales de su existencia: ¿Quién soy, cuál es el propósito de mi existencia y la existencia del mundo, qué sucede después de morir, etc.? La pregunta sobre la finalidad, el sentido de la vida diaria aumenta el calvario y el sufrimiento humano, llevándolo a un nivel global - ¿Por qué tenemos que sufrir?

Ya que no hay respuestas a estas preguntas, la búsqueda continúa en todas las direcciones posibles.

Los antiguos sistemas de creencias, como las actuales enseñanzas orientales que están ahora de moda, forman parte de esta búsqueda. La humanidad busca constantemente la fundamentación lógica de su existencia. El hombre ha investigado las leyes de la naturaleza durante miles de años.

Los científicos modernos están encontrando que cuanto más avanzan en sus investigaciones, se vuelve más confusa y poco clara la imagen del mundo. Sin embargo, las respuestas a las preguntas sobre el propósito de este mundo y de la humanidad aun no se encuentran.

La Cábala, como ciencia, ofrece el método para la investigación del mundo. Este método permite a la persona desarrollar la habilidad de sentir la parte oculta del universo. La palabra “Cabalá” significa “recepción” y expresa la aspiración humana a recibir el conocimiento más alto, a sentir la realidad del mundo.

Las acciones del Creador

El objeto principal de la investigación de la creación es el análisis de las acciones del Creador, con el fin de aprender a actuar de la manera en que Él lo hace y adquirir la habilidad de imitar Sus acciones.

Los actos del Creador se llaman “gobierno” o “naturaleza de la creación”. Los científicos también investigan las acciones del Creador (ellos las denominan “naturaleza”, “leyes de la naturaleza”) persiguiendo el mismo objetivo: aprender con el fin de imitar la “sabia” naturaleza.

Todo lo que hacemos en nuestra vida es una imitación de la naturaleza. Toda obra de la mano o pensamiento del hombre – la tecnología, la música, el arte – todo se basa en la semejanza con la naturaleza.

Incluso la fantasía más estrafalaria es resultado de nuestra naturaleza. No podemos escaparnos de ella. Todo lo que somos capaces de crear no es más que el desarrollo de algo inculcado en nosotros.

No podemos crear algo nuevo. Sólo promovemos las acciones del Creador, que Él promulga a través de nosotros. Simplemente nos parece que hacemos las acciones nosotros mismos. Así fuimos creados: actuamos constantemente conforme lo dicta la naturaleza pero estamos convencidos de que somos nosotros quienes estamos llevando a cabo nuestros deseos personales.

La verdad es que éstas son también acciones del Creador. Es un programa de nuestro desarrollo. Todos nuestros “descubrimientos” son revelaciones de cosas ya existentes, pero antes ocultas de nosotros.

Nuestro cuerpo físico es como el cuerpo de un animal. Es similar a todos los cuerpos de nuestro mundo y, obviamente, no tiene ninguna propiedad espiritual en sí.

Los cuerpos, en nuestro mundo, no difieren en términos de propiedades espirituales; sólo se intercambian en el proceso de la reencarnación.

Si no hay diferencia espiritual cualitativa, no importa cuán diferentes sean nuestros cuerpos fisiológicos, espiritualmente se consideran como un solo cuerpo. En la espiritualidad la diferencia reside en las propiedades, cualidades. Es porque la cáscara material exterior no existe en el reino espiritual.

Por esta razón, cuando un Cabalista observa este mundo, ve a un representante de cada especie. Pero si un Cabalista observa a la naturaleza a través del prisma de las verdaderas propiedades espirituales, entonces su visión, la cual sólo distingue propiedades espirituales, no capta nada en nuestro mundo, más que vacío.

Las propiedades fisiológicas de los cuerpos son idénticas. Por ejemplo, si alguien sufre de alguna enfermedad, el médico le tratará de la misma manera que lo hace con pacientes que padecen de la misma enfermedad.

En otras palabras, nuestros cuerpos son similares. Mientras que en la espiritualidad, un cuerpo es totalmente diferente del otro.

Por supuesto, esto es válido para todos los objetos de nuestro mundo - todos los cuerpos inanimados son como un solo cuerpo, todas las plantas son como una sola planta y todos los animales son como un solo animal.

Hay un único reino espiritual. Es el reino de las propiedades que están más cerca o más lejos en relación con el Creador. La presencia de los cuerpos materiales –inanimados, vegetativos, animados –  no importa en el reino espiritual, porque aquí la diferencia se define sólo en términos de propiedades espirituales.

Si un cierto número de cuerpos no difieren entre sí, se funden en uno solo. De acuerdo con esta ley de equivalencia de forma, quien adquiera las cualidades del Creador, se funde con el Creador.

Toda la creación existe en este reino espiritual. Cobró existencia después de que el Creador se reveló y continúa revelándose, al nivel de similitud de forma con Él. Sólo existimos Él y nosotros.

En la medida en que nuestras propiedades se asemejan a las de Él, aumenta nuestra sensación de Él. El movimiento espiritual es el cambio interior que ocurre cuando la sensación del Creador se hace más o menos evidente.

Podemos decir que la fuerza de Atracción del Creador opera en el reino espiritual. Esta fuerza atrae a la persona hacia el Creador, al nivel en que la persona se asemeja a Él, y así es cómo la persona se mueve.

Estos son movimientos consecutivos, de múltiples niveles. El mejoramiento gradual de las propiedades de la persona es un proceso de comprensión y evaluación internas de sus propiedades como malas, seguido de esfuerzos voluntarios para mejorarlas con ayuda del Creador.

El recibir ayuda crea una nueva propiedad en la persona. Automáticamente,  según la “ley de la gravitación”, ocupa un nivel nuevo, más alto, correspondiente a las nuevas propiedades de la persona.

Entre  mayor sea el grado de la persona, más cualidades tendrá en común con la creación. Es similar en nuestro mundo, cuando una persona, que pasó por muchos estados y ha adquirido experiencia, gana la experiencia de muchas personas. Por esta razón, lo general es superior a lo particular.

Es por eso que la persona leal a su nación es superior al hombre ordinario; la persona leal al mundo es superior a alguien leal a su nación. Hay una diferencia entre las personas devotas a su familia, su ciudad, su nación o al mundo.

El nacimiento de las propiedades

El nacimiento de una nueva propiedad en una  persona es como el nacimiento de un cuerpo humano. Al principio hay la concepción: no se puede entender dicha propiedad o pensamiento; divaga en algún lugar de la persona, ya que es un efecto de ciertos cursos anteriores.

Posteriormente, comienza a emerger. Se manifiesta a través de otras propiedades o pensamientos, hasta que termina por ser percibido como algo propio, que existe separado, independiente, como algo que ha nacido.

Este proceso es como el nacimiento de un ser humano. Primero, los cuerpos de la madre y el padre producen determinadas células que más tarde se fusionan. Un nuevo organismo empieza a desarrollarse y es completamente inconsciente de sí mismo, de forma similar a un pensamiento no formado. Después, gradualmente, esta nueva entidad se da cuenta cada vez más de su propia existencia, se separa de su curso original, se vuelve auto-consciente y comienza sentirse a sí mismo.

Estos procesos están interrelacionados: la independencia aumenta a medida que uno deja de estar bajo la influencia de los padres. Y por el contrario, el nacimiento es un cambio de poder.

El nacimiento espiritual ocurre cuando la persona sustituye a su propio poder con el poder del Creador: una persona se somete voluntariamente al dominio del Creador, desea actuar a pesar de su razón y sigue la sabiduría del nivel espiritual superior.

El nacimiento espiritual – la aparición de los deseos espirituales – es como el nacimiento en todos los niveles, ya sea intelectual o animado.

Hasta ese momento, la persona no tiene deseos espirituales; está bajo la influencia de sus deseos egoístas. El recibir de lo Alto nuevos deseos espirituales, sustituyendo a los egoístas con deseos altruistas, es llamado nacimiento espiritual.

Sucede con la ayuda del Creador, la fuerza espiritual que da a luz a todo en todos los mundos, incluyendo el nuestro. Todo lo que ocurre en nuestro mundo es consecuencia de los acontecimientos en el mundo espiritual que descienden a nosotros. Se ha dicho: “la fortuna, en el mundo superior, relacionada con la hierba en el mundo inferior, la impacta, obligándola a completar su crecimiento”.

Esto significa que el nacimiento y el crecimiento posterior suceden sólo bajo la influencia de la imperiosa fuerza impulsora de lo Alto. Esto es aun más cierto cuando hablamos del nacimiento y del crecimiento espiritual - este proceso ocurre a pesar de nuestra naturaleza egoísta.

Si no fuera por la fuerza espiritual del Creador que obliga desde lo Alto, la vida y el movimiento dejarían de existir en nuestro mundo; todas las manifestaciones materiales son consecuencias, manifestaciones de las fuerzas espirituales.

Cuando nuestros ojos se abran, veremos el Mundo Superior; descubriremos que lo corporal no existe. Todo es solamente una serie de ciertas manifestaciones de las acciones de las fuerzas espirituales, que nosotros vemos en su forma material, pues así se muestran a nosotros  en  nuestros sentidos materiales de percepción.

A medida que ascendemos espiritualmente y nos acercamos más al Creador, fuerzas cada vez mayores sustituyen las anteriores, hasta que vemos que no hay nadie, ni nada más que el Creador.

La adquisición de los primeros bienes espirituales se denomina nacimiento espiritual: la persona deja este mundo egoísta y entra al mundo espiritual en sus sensaciones internas.

La aparición de una propiedad nueva y distinta, diferente a las propiedades de este mundo, impulsa a una persona fuera de este mundo hasta el nivel correspondiente a esa propiedad. Este nivel es el nivel más bajo del mundo espiritual - Maljut del Mundo de Atzilut.

La primera corrección de la persona se llama nacimiento espiritual. Después, comienza su crecimiento espiritual; la corrección hasta la equivalencia plena de forma con el Creador.

El nacimiento espiritual

La persona sólo puede adquirir propiedades altruistas y salirse (liberarse) de las egoístas, entrar en el mundo de la corrección y alcanzar la primera propiedad espiritual, sólo cuando logra dominar toda manifestación de sus cualidades egoístas.

Naturalmente, esas fuerzas anti-egoístas no existen en un ser humano. Una nueva fuerza espiritual aparece en la persona sólo bajo la influencia de lo Alto; esta fuerza le asiste a superar sus deseos naturales.

La  liberación de las garras del egoísmo ­–el Faraón –  se denomina ‘la liberación de Egipto’ o ‘el éxodo de Egipto’, mientras que la adquisición de nuevas propiedades altruistas se llama ‘entrar en la tierra de Israel’.

El nacimiento espiritual se asemeja al nacimiento del ser humano en este mundo: un embrión dentro del cuerpo de la madre disfruta del medio ambiente más cómodo para su desarrollo. Hasta nuestro nacimiento espiritual, estamos bajo el control absoluto de la fuerza espiritual que se desarrolla con nosotros.

Sin embargo, en relación con la criatura per se, se puede decir que hasta su nacimiento, el bebé existe en el vientre de su madre, en la oscuridad, sin darse cuenta de dónde está, de quién es; no puede moverse ni alimentarse a sí mismo. Todo le viene de su madre. Tal es nuestro estado hasta el nacimiento espiritual.

Un bebé nace en este mundo en el momento en que alcanza la madurez prenatal. Si  no llega a nacer, o si no abandona el lugar que fue tan adecuado hasta ese momento, perecerá.

Así pues, el mejor lugar se convierte en el más peligroso. ¡Si se queda allí demasiado tiempo, fallecerá! Esta es la razón por la que la madre misma expulsa al feto.

La persona puede percibir su naturaleza egoísta y existir conscientemente bajo su control, en el ‘exilio de Egipto’, únicamente si siente de manera parcial las propiedades del mundo espiritual, como sin fuera desde “lejos”, el “viento de la libertad”.

La permanencia inconsciente y posteriormente consciente en el exilio de Egipto es una de las etapas obligatorias del período “prenatal” de desarrollo de la persona y en la Cabalá se llama Ibur (feto).

Antes de nacer espiritualmente, uno debe primero sentirse como un embrión espiritual, percibido como el nacimiento de los deseos espirituales propios.

Sólo después de que uno nace espiritualmente, recibe la sensación y comprensión de lo que significa existir en el mundo espiritual: respirar autónomamente, recibir del Superior, rogar, sentir al Superior como el procreador y el guardián.

El desarrollo posterior se asemeja al desarrollo de un ser humano recién nacido en nuestro mundo: la Fuerza Superior le guía meticulosamente a través de los grados espirituales, y cada grado espiritual posterior difiere del anterior sólo en términos de un deseo espiritual adicional, nuevo, corregido.

Inicialmente, el camino espiritual del hombre consiste en la adquisición de las propiedades-poderes altruistas: él crece de Maljut del mundo de Assiyá a Maljut del mundo de Atzilut, pasando por los grados de 30 Sefirot.

Durante este proceso, uno no utiliza sus deseos egoístas para  nada; sólo los rechaza.

Cuando uno llega a Maljut del mundo de Atzilut, en cuanto a sus propiedades, se dice que adquiere plenamente sus deseos altruistas –GE.

Después, siendo parte de Maljut del mundo de Atzilut, uno comienza a corregir sus deseos egoístas: eleva su AJAP al mundo de Atzilut, transformando los deseos egoístas en altruistas: el placer de recibir en ellos por el bien del Creador. Estas correcciones se realizan gradualmente, en 6000 partes o peldaños, llamados años.

La Corrección Final (Gmar Tikkún)

Cuando la persona completa sus correcciones, alcanza el último grado, el final de la corrección, “Gmar Tikkún”.

El próximo nivel que sigue se llama “Mesías”, el Redentor. La Luz que una persona recibe de este grado es tan fuerte que le ayuda a corregir su propia naturaleza, a transformar el egoísmo innato en altruismo y a cambiar el “corazón de piedra” (Lev HaEven) en el “corazón vivo” (Lev Basar).

Entonces uno se eleva a los grados supremos de adhesión con el Creador, llamados 7º, 8º, 9º y 10º milenios. Como Baal HaSulam escribe, hay individuos que alcanzan estos grados, mientras que viven en este mundo.

El artículo “Visión del Rabí Jiyá” en el Libro del Zohar narra cómo después de la muerte del Rabí Shimon, su discípulo, el Rabí Jiyá, no podía entender por qué su Maestro no llegó al grado final, la corrección final, el Gmar Tikkún.

La respuesta se da en el mismo artículo: hay una corrección final personal y general. A pesar que los hombres justos alcanzan su corrección final personal, sólo la corrección general de todas las almas elevará a todos a un grado mayor, cualitativamente nuevo, de adherencia con el Creador.

Emergiendo de la oscuridad

Cuando la persona se da cuenta de que existe en un mundo extinto y oscuro e intenta ansiosamente salir de ahí con toda su fuerza y todos sus deseos, nace al nuevo mundo espiritual, como un feto cuyo nivel de desarrollo no le permite permanecer en el vientre de la madre por más tiempo.

Pero si un embarazo (la sensación de estar bajo la esclavitud egipcia del egoísmo) resulta en un nacimiento prematuro, es decir, cuando uno no ha madurado lo suficiente, no ha adquirido las propiedades altruistas requeridas para una existencia independiente en el nuevo mundo, se le considera nacido muerto.

En este caso, la persona se ve obligada a continuar esta lucha con los deseos egoístas (la guerra con Amalec, los conflictos internos, el culto del Becerro de Oro, sintiendo el nuevo mundo espiritual llamado Sinaí, de la palabra Sina - odio).

Habiendo superado los estados de conciencia de la esclavitud egipcia y habiendo tomado conciencia, finalmente, de la necesidad de someterse al poder de las fuerzas altruistas, todavía uno no está totalmente preparado para asumir propiedades altruistas.

A pesar de que nos son dados los poderes altruistas desde lo Alto, todavía no podemos tomarlos.

Nacido muerto

Nacer muerto significa que la persona no fue capaz de adquirir las propiedades espirituales, independientemente de lo que fue preparado para él o ella. La persona logra salir de las propiedades egoístas, sin embargo, entra en la oscuridad.

La espiritualidad brilla, pero hay enormes obstáculos por delante: Yam Sof, “el mar final” (Mar Rojo), el desierto seco y sin vida (Sinaí); así es cómo la  persona imagina el mundo espiritual en sus propiedades sin corregir.

Aunque una persona recibe la Luz Superior, no renuncia a sus propiedades anteriores por completo, lo que resulta en la rotura de las tablas, el pecado del Becerro de Oro y así sucesivamente.

Como Baal HaSulam escribe, la salida prematura del exilio egipcio fue la razón de todos los demás exilios. Pero ningún acto del Creador es imperfecto: todo eso va a resultar ser un paso necesario para la combinación posterior de las propiedades altruistas y egoístas, requerida  para su mutua compenetración, que es necesaria, a su vez, para hacer posible la corrección de la totalidad del egoísmo.

Así, a cada paso tiene que haber un rompimiento de los deseos. Ya que sin la ruptura y mezcla de estas propiedades opuestas en el hombre, la corrección es imposible. Esta es la razón por la cual la combinación se produce en todos los niveles.

El proceso de nacimiento es gradual y contiene muchos procesos aparentemente desafortunados. Somos elevados un poquito más – lo espiritual parece deseado – y luego se nos deja caer, es decir sentir decepción en lo espiritual.

Los deseos se mezclan para que lo espiritual pueda entrar en todos los elementos materiales, en el deseo de recibir, en el egoísmo, en la medida en que haga posible corregir los deseos  más bajos, los más alejados del Creador. Sólo entonces logramos una completa y perfecta “Corrección Final”.

El Nacimiento

Sin embargo, después de un auténtico nacimiento espiritual, la persona recién nacida traga el aire espiritual vigorizante y las primeras sensaciones espirituales se irrumpen en él.

Posteriormente, crece según se ha descrito anteriormente: primero, sólo alcanza los deseos “de otorgar”, GE, y luego corrige e incorpora  los AJAP, los deseos “de recibir”, aplicando la intención por el bien del Creador.

Los deseos de recepción se corrigen siguiendo el mandamiento de amar al prójimo: cuando la persona con su egoísmo ama “al prójimo” y no a sí mismo.

Hay tres estados:

  1. “El deseo de recibir” – cuando uno  se ama sólo a sí mismo.
  2. “No hay deseo de recibir” – no desea nada para sí mismo. Uno todavía no es capaz de otorgar a los demás: “ni a mí, ni a los demás”. Se trata de un cierto nivel de corrección: la persona no desea tomar ventaja de su egoísmo.
  3. “El deseo de otorgar” – uno ama al otro como a sí mismo.

Cuando la persona renuncia a los deseos egoístas, a los pensamientos acerca de sí mismo, no quiere nada. Después, cuando sus ojos se abren y ve al Creador, comienza a sentir amor por Él.

Al igual que en nuestro mundo, un bebé recién nacido llega a las manos amorosas de sus padres, quienes velan por su desarrollo seguro y necesario; también le sucede esto a la persona recién nacida a la espiritualidad: cada persona nacida en la espiritualidad se encuentra en un cierto ambiente espiritual, llamado 600,000 almas o fuerzas bondadosas, que tienen cualidades que ayudan a un recién nacido a sobrevivir y desarrollarse en el reino espiritual.

Al ascender, la persona siente que todo excepto él ha sido corregido.

El secreto del pasado

La naturaleza del hombre es tal que siempre ve hacia el futuro, hacia su mayor crecimiento o progreso. Su camino le parece como el ascenso “de abajo hacia arriba”, percibe cada estado futuro como superior, mejor que el actual.

El hombre ha sido creado de tal manera que siempre aspira a su próxima condición como un mejoramiento, en relación con su  situación anterior.

Y ya que el hombre fue creado con esta aspiración por el futuro, es incapaz de percibir y sentir los estados que preceden a su nacimiento físico.

Tampoco puede sentir cómo se conciben los deseos dentro de él, ni tiene idea del origen que constituye su “yo”.

El grado que engendró a la persona, el estado espiritual previo, es llamado “padres” (“antepasados”, “padre y madre”). Este grado superior da a luz ciertas propiedades en el hombre.

Pero, ¿cómo puede alguien alcanzar el grado del que recibe todos los deseos y en el que, en otras palabras, se encuentra su futuro?

De repente, la persona tiene el deseo de lograr algo: de pronto siente un deseo de recibir, de darse cuenta o de entender algo. Sin embargo, este pensamiento es resultado del deseo que desciende a él. Este deseo descendente es lo que dio lugar al pensamiento en él para cometer una acción determinada, alcanzar algo.

Por esta razón el hombre es como un libro al que le falta la primera mitad de las páginas. Y “leyéndose a sí mismo”, investigándose con sus propiedades “terrenales” no corregidas, uno no es capaz de comprender nada de sí mismo – no sólo el pasado, sino tampoco el futuro, aunque nos parezca que sí lo hacemos.

Previendo el futuro desde el pasado

Aquellos que entran en la espiritualidad tienen la ventaja de ver el futuro, puesto que han alcanzado su pasado. También, adquieren la posibilidad de alcanzar las causas originales que les obligan a desarrollarse, que determinan su condición actual, su “yo”.

Al alcanzar a nuestros padres espirituales, uno se da cuenta plenamente de su grado actual, puede mirarse a sí mismo desde otra perspectiva, se vuelve objetivo.

La ventaja que tienen de las personas que alcanzan el desarrollo espiritual, los Cabalistas, es que ven su concepción desde el Creador hasta nuestro mundo, ascienden por la misma escalera por la que su alma descendió hasta nuestro mundo.

Los Cabalistas comienzan a sentir su “yo” anterior y se asoman al futuro. Sólo si alguien alcanza su raíz espiritual, puede realmente ver tanto a sí mismo como también lo que le espera en el futuro. Sin este alcance, no ve nada delante de él.

Los deseos en una persona cambian todo el tiempo, y esto se debe a que su raíz espiritual, dirigiéndola hacia la meta, está en constante renovación.

El crecimiento del hombre es el crecimiento de su pantalla: nuestra capacidad para avanzar, a pesar y más allá del sentido común. El crecimiento espiritual es el deseo de avanzar, de progresar por su propia cuenta y no por una necesidad acuciante.

Sólo podemos mirar hacia atrás con el propósito de investigar nuestro estado previo, para poder saber cómo avanzar más: no para justificar nuestra pereza o falta de acción, sino para adquirir conocimiento y después seguir adelante a despecho de ello.

El ser humano abarca todo lo creado por el Creador: los mundos, los Sefirot, los ángeles y todo nuestro mundo existen dentro del ser humano. Sin embargo nos parece que sentimos todo desde afuera.

En realidad, nada existe fuera de nosotros, a excepción del Creador, a Quien no sentimos. Sólo sentimos su influencia sobre nosotros, gracias a la cual alcanzamos capas aún más profundas de nosotros mismos.

Estas etapas del alcance de nosotros mismos se denominan Sefirot, Partzufim, mundos, y existen en nuestro interior. Lo que existe fuera es la ilusión. Esta ilusión es tan grande que nos es imposible imaginar lo contrario, el reverso.

Nuestros sentidos nos dan una imagen invertida: lo que en realidad existe en nuestro interior, nos parece que existe en el exterior, mientras que lo que realmente existe afuera de nosotros es solamente el Creador.

Lo interno es sentido como externo

¿Cómo se produce en nosotros la sensación que existe un mundo que nos rodea? Existimos, por así decirlo, dentro de la Sefira de nuestras sensaciones. El Creador “nos presiona” desde el exterior, mientras que nosotros, estando en nuestra Sefira actual, equilibramos las presiones externas, percibimos y reaccionamos a Él con nuestros sentidos.

Al chocar la presión interna con la presión externa, la imagen, llamada “el mundo”, emerge. Concebimos esta imagen como si existiese afuera, pero en realidad existe adentro de nosotros.

Todos los instrumentos de medición están elaborados de acuerdo con este principio: no miden la influencia en sí, sino su respuesta a esta influencia.

No podremos alcanzar el mundo exterior, pues no existe. Nuestra ciencia abarca sólo la forma en que percibimos al Creador. Pero aunque sólo nos alcancemos a nosotros mismos, comprendiendo la imagen sólo en nuestro interior, ello nos da suficiente información como para existir en esta misma imagen. Esto se debe a que el Creador, al crear esta imagen dentro de nosotros, actúa en nosotros de acuerdo con ella.

Lo que sea que sintamos, es lo más adecuado y necesario para nuestro desarrollo. La pregunta “¿cómo puede una persona evolucionar espiritualmente en este mundo?” es irrelevante.

El fragmento del Creador que uno siente y llama su mundo es exactamente lo que tiene que sentir en dicho momento, y por lo tanto, deberá actuar específicamente en “su propio mundo”.

¡Lo que hemos sentido en cada momento es la mejor sensación posible para nuestro desarrollo espiritual!

Nuestra percepción subjetiva garantiza que comprendamos todo a nuestro alrededor de la forma necesaria para nuestra existencia. Sentimos a los demás y entendemos sus intenciones y esto hace posible que existamos en compañía  de nuestros semejantes.

Sin embargo, el nivel de sensación y de comprensión depende de nuestro nivel de desarrollo. Podemos extraer una analogía con una emisora de radio: mientras más amplia sea la gama de frecuencia, más ondas puede captar una radio.

Podemos entender a las demás personas sólo estando conscientes de uno mismo. Sólo después de que descubramos  las características del resto del mundo dentro de nosotros mismos, seremos capaces de conocer la realidad circundante.

Y si alguien nunca ha experimentado cierta sensación (por ejemplo, un dolor de cabeza), no tiene manera de imaginar lo que es. Esta es la razón por la que nos diferenciamos de los niveles inanimado, vegetativo y animado de la naturaleza en nuestro grado de desarrollo interno.

Encontrar al Creador en el interior

Con el fin de conocer la realidad circundante, hasta llegar al Creador, tenemos que investigar nuestras propiedades, como está dicho: “Encontraré a mi Creador dentro de mi”. El hombre está hecho de esta manera deliberadamente, para que pueda alcanzar lo que está fuera de él. De lo contrario, no sería capaz de corregir “el mundo entero” a través de sí.

Sin embargo, lo que no podemos comprender son nuestros propios orígenes, todo lo que sucedió antes de tomar conciencia de nosotros mismos, antes de que este pensamiento ocurriera: ¿Cómo se produjo?, ¿de dónde descendió este deseo hasta nosotros?

No tenemos un lenguaje accesible para expresar el motivo por el que recibimos las propiedades particulares de nuestro “yo”.

Las mundos descendieron, desde arriba hacia abajo, alejándose cada vez más de la Luz del Creador, y la Luz se debilitó con el fin de crear al ser humano, que comenzaría a existir en completa alienación del Creador y llegara a la plena adhesión con Él.

Toda la preparación para la aparición del ser humano se llama “la parte posterior”. No tenemos ninguna sensación de esto para nada, porque éstos son los grados más altos de la Luz que desciende del Creador a nuestro mundo – el grado más bajo.

Sólo los Cabalistas alcanzan estos niveles de precipitación de la Luz a medida que remontan de abajo hacia arriba y lo describen en sus libros. Aquellos que ascienden alcanzan su propia concepción y, por lo tanto, son más conscientes de su Origen y de ellos mismos, y alcanzan su propio futuro.

El secreto de la concepción

¿Qué significa comprender el secreto de la concepción (Ibur) de todo el universo desde el pensamiento original de la creación y hasta su objetivo final?

Toda la creación, de principio a fin, todas sus propiedades y caminos se encuentran contenidos en la Luz, que emana del Creador. Al recibir esta Luz en el proceso de nuestro desarrollo, comprendemos el secreto del universo.

En la medida en que subimos los peldaños de la precipitación de la Luz, evolucionado espiritualmente, alcanzamos en cada paso nuestro pasado, nuestro Origen.

Entre más nos elevamos, más alcanzamos de nuestro “pasado.” Esto se debe a que todo pasa por el mismo camino: desde arriba hacia abajo descienden los Sefirot, los Partzufim y los mundos; y después el ser humano asciende desde abajo hacia arriba, hasta llegar a la adhesión con el Creador.

El Creador revela todos los “pasos del descenso desde arriba hacia abajo”; sin embargo, el desarrollo desde abajo hacia arriba, alcanzando todos los grados desde el más bajo (nuestro mundo) al más alto (la corrección final), no es revelado, porque sólo la corrección de las almas lo puede hacer posible.

En el momento de la corrección final de todos nuestros deseos, nuestro verdadero deseo egoísta ­­­­− Maljut − se nos revelará. No sentiremos este enorme deseo “Lev haEven” (corazón de piedra) hasta que corrijamos todos los demás, los primeros 288 deseos. No somos capaces de soportar el sufrimiento que lo acompaña, ni somos capaces de corregirle.

Al avanzar, a veces sentimos un abismo negro abriéndose frente a nosotros, el cual es llamado “el brillo de Maljut”. Es el brillo inverso de la verdadera Maljut.

Este deseo no se manifiesta en nosotros hasta el final de la corrección. Está tan oculto a nosotros que ni siquiera podemos imaginarlo. Sólo cuando se corrige completamente y se llena de la Luz, pueden ser los Cabalistas merecedores de alcanzar el rostro del Creador: la plena revelación de la Luz en la totalidad de Maljut.

La profecía y la sabiduría Superior

Hay dos tipos de alcance: la profecía y la sabiduría superior.

Se dice: “Es preferible un hombre sabio a un profeta”. Esto se debe a que un sabio recibe con la ayuda de la pantalla y esto se convierte en su merecido alcance individual, el cual puede controlar. En la medida del grado de su alcance, es un “compañero” del Creador: él mismo da a luz, crea el grado al cual asciende y habita.

Mientras tanto, la profecía es una revelación desde “lo Alto”, un regalo. El Creador abre los ojos del Cabalista, quien luego ve y comprende, pero sólo debido al Creador, más no por su propia cuenta.

Concepción y crecimiento

Desde el momento en que una semilla cae al suelo, comienza a deshacerse de su forma anterior, sus propiedades. A la  semilla completa se le conoce como padre en relación a la semilla desintegrada, la cual se descompone en el suelo y pierde sus antiguas propiedades.

Lo que queda de la forma anterior es sólo la energía, el potencial del futuro recién nacido. Una semilla completa tiene muchas propiedades, todo un mundo, minerales, proteínas, etc., pero el programa de desarrollo es lo único que queda de ella y se transforma en una nueva forma.

Lo único que queda de una fase anterior, es la energía que no está revestida en forma alguna: la semilla solía tener tanto propiedades como forma, pero todo lo que queda es su esencia, la cual no podemos comprender. La forma anterior ha sido completamente destruida.

Hasta que haya algo del pasado, es llamado embrión, que desciende desde arriba hacia abajo.

Cuando llega a su punto final, se deshace de su forma anterior y empieza a crecer y evolucionar, representa ya un desarrollo gradual desde abajo hacia arriba, hasta alcanzar el mismo grado del que desciende: el grado de sus padres.

Al haber nacido en nuestro mundo, la persona sigue siendo un embrión espiritual. Se considera como existiendo dentro de sus padres espirituales; aún no ha nacido espiritualmente.

Su desarrollo físico no implica su desarrollo espiritual. Ninguna acción física, ritual o costumbre corrige a la persona, elevándola espiritualmente. Por lo tanto, el que no se corrige a sí mismo a través del estudio de la Cábala se llama Domem: “el que no evoluciona espiritualmente” (lit. espiritualmente inanimado).

A medida que el deseo de la ascensión espiritual es inculcado en la persona desde lo Alto (si es que esto ocurre), la persona desarrolla la necesidad de estudiar los libros auténticos, comienza a buscar una guía, al verdadero Maestro, se vuelve más consciente de sí mismo y de la maldad de su naturaleza.

En nuestras sensaciones, percibimos el proceso de toma de conciencia de nuestra propia mezquindad como algo negativo: como el de una semilla que se pudre. Pero si gradualmente limitamos nuestras propiedades egoístas y rogamos por la corrección, nos liberamos de nuestro “yo”.

Hasta este estado, se dice que la persona es un embrión dentro de la madre. Pero en el momento en que recibe el poder de lo Alto que le libera de ser esclavo de su naturaleza egoísta, se considera nacido.

El momento del nacimiento es el momento en que recibimos desde arriba el poder de gobernar nuestros deseos y de someterlos, para el beneficio del progreso espiritual. A partir de este momento uno empieza a ascender de abajo hacia arriba, subiendo los mismos niveles por los que su alma ha pasado, en su descenso desde arriba hacia abajo.

El alcance de esta condición, la más baja, es el primer paso de nuestro avance hacia la espiritualidad y aunque nuestro desarrollo se dirige hacia arriba, hacia el Creador, en un inicio aparentemente nos alejamos de Él, en nuestras sensaciones.

Nos sentimos así porque revelamos o sentimos en nuestro interior cualidades egoístas cada vez más bajas. Paralelamente, se nos muestra la precariedad de nuestro propio poder, de nuestra falta de deseo de dirigirnos al Creador en busca de ayuda. La revelación de todos estos factores nos da la posibilidad a nacer espiritualmente.

Lo general es idéntico a lo particular

La persona que siente tener conocimiento, saber y entender por sí mismo cómo conducir su vida o estudiar, todavía no ha pasado por el desarrollo desde arriba hacia abajo. Y sólo después de ello, puede emprender el camino de abajo hacia arriba.

Hasta que llegamos al punto más bajo − la plena conciencia de nuestra naturaleza egoísta – recorremos el camino de la comprensión de nuestro propio mal (siendo influidos por las fuerzas que nos obligan a desarrollarnos de esta manera), llamado el camino del sufrimiento.

Siendo afectados por estas fuerzas, en cada generación, a través del sufrimiento, cada uno de nosotros gradualmente se da cuenta y acepta (de manera consciente o no) la mezquindad de nuestra naturaleza egoísta. De esta forma nos acercamos a la meta de la creación.

Pero, ¡cuán largo es este camino! El punto final de este camino es la comprensión de que el egoísmo es tan destructivo que la única forma de evitar el sufrimiento es renunciar por completo al egoísmo. Esta parte del camino se llama “la conciencia del mal” (Akarat HaRa).

Podemos acelerar nuestro desarrollo, para pasar por este proceso, corrigiéndonos a nosotros mismos por medio de la Luz Superior (el camino de la Cabalá), si aspiramos a corregirnos a través del camino de la Cabalá en lugar del camino del sufrimiento. La diferencia entre estos dos caminos es que la Cabalá acelera en gran medida nuestro desarrollo espiritual.

Cuanto más aspira uno a lo Alto, más claramente ve uno cuan bajo existe y desciende aún más bajo, y más rápidamente “se pudre” como una semilla, a sus propios ojos para, después de nacer, empezar a “brotar”.

Al principio, no nos damos cuenta de que nuestra ansia por la espiritualidad viene de lo Alto, ¡pero de qué otra manera podría esta ansia surgir del egoísmo! Y así deseamos la espiritualidad, sólo porque no sabemos lo que es, pues la espiritualidad es la muerte, es completamente opuesta al egoísmo, nuestra naturaleza actual.

Así como no podemos poner nuestra mano en el fuego, no podemos forzarnos a recibir propiedades altruistas; son tan adversas a nosotros. Pero el propio egoísmo nos empuja hacia lo espiritual (precisamente porque siente placer sólo de la Luz).

El egoísmo se aniquila a sí mismo

¿Cómo puede querer el egoísmo la autodestrucción? ¿Por qué la persona pasa de Lo Lishma (por su propio bien) a Lishma (por el bien del Creador)?

En primer lugar, es imposible asumir Lishma voluntariamente. Por lo tanto, Lo Lishma ha sido creado a propósito. Podemos mentirnos a nosotros mismos que no actuamos por el bien de nuestro egoísmo, aunque en realidad es el egoísmo el que nos ayuda a darnos cuenta de nuestra mezquindad y debilidad, y “delicadamente” nos lleva a Lishma.

Por ello se dice que el Creador engendró dos ángeles – la inclinación hacia el bien y hacia el mal − y los dos llevan a una persona al Creador.

Pero hasta el momento en que desechamos nuestro egoísmo, creemos que esto es imposible; tal como una semilla: hasta que no se desintegra por completo, no puede adquirir una nueva forma. Mientras aun queda algo del estado anterior en la persona, se le considera como descendiendo de arriba hacia abajo.

Y sólo cuando no queda nada de los deseos anteriores, comienza el ascenso desde abajo hacia arriba. El último, el estado más bajo se sustituye inmediatamente por el ascenso hacia arriba.

Nuestros deseos impuros, llamados Klipot (cáscaras) despiertan en nosotros el deseo por lo espiritual. Son una parte necesaria de la creación sin la cual no podemos avanzar.

Las fuerzas impuras nos dicen: “Vale la pena adquirir la espiritualidad, ¿qué tienes en este mundo? Pequeños placeres. En el mundo espiritual, ¡el deleite es millones de veces mayor, real y eterno!”. ¡Esto es lo que nuestros Klipot nos dicen! De esta manera, nos ayudan a emprender un viaje espiritual y después cambiar su objetivo y llegar a la pureza espiritual.

Dos ángeles

Cuando empezamos a comprender la situación general de la creación, sentimos  inmensa perfección. El percibir esta perfección es el más grande de todos los placeres.

Las fuerzas pura e impura, los ángeles del Creador − dos sistemas opuestos de ABYA puros e impuros − constantemente “pulen” a una persona, como las manos pulen un chícharo.

En nuestro mundo, nuestros deseos egoístas anhelan los placeres terrenales, pero cuando la persona entra al mundo espiritual, en lugar de anhelar placeres mundanos, se desarrolla en uno el deseo de recibir la Luz, el puro deleite para su propio beneficio, por la auto-gratificación.

Al corregir este impulso, la persona asciende aún más alto, pero aquí, otra vez, las fuerzas impuras, los Klipot le dan un deseo egoísta aún más grande de recibir la Luz para su propio beneficio. Y de nuevo, convierte este deseo en altruista.

Y así crece, moviéndose “en dos piernas”. Las fuerzas impuras nos ayudan a ascender. El Creador no engendró algo que pueda perjudicarnos: todo fue creado para su beneficio. Sin embargo, no existe el mandamiento de amar las fuerzas impuras.

Se puede amar u odiar algo sólo en virtud de su beneficio. Por el momento amamos las Klipot pues nos dan placer. Cuando veamos que nos alejan de una gran recompensa, las percibiremos como nuestras enemigas.

El deseo − puro o no − es evaluado por la propia persona. Y sólo la persona en sí mide su propio deseo. Hoy en día, aun no valoramos los deseos por los placeres terrenales como impuros.

¡Estos son toda nuestra vida! Nos encantan estos deseos y el placer en ellos; racias a ellos sentimos el placer de la micro-dosis de Luz, la chispa de Luz Ner Dakik, que llamamos “vida”.

Podemos acelerar nuestra senda de descenso, nuestro desarrollo prenatal, tan sólo anhelando el ascenso. Este es el único medio para una rápida “conciencia de su propio mal”.

Uno puede recibir la fuerza y el deseo, la dirección correcta, buscar el verdadero objetivo sólo de las fuentes Cabalísticas auténticas y bajo la orientación del Maestro verdadero.

Al realizar cada acto en la vida, tenemos que pensar: “¿Por qué hago esto?”. Es decir, tomamos conciencia de cuán burdos, egoístas y débiles de voluntad somos, y de que sólo buscamos pequeños placeres. Precisamente estas sensaciones desagradables se acumulan en nosotros y provocan “el deterioro de la semilla”, a partir del cual eventualmente brotará  una nueva criatura que crecerá desde abajo hacia arriba.

Este punto más bajo de nuestro desarrollo se denomina en la Cabalá “el punto de nuestro mundo”. Y la persona puede sentir este punto sólo cuando llega a la condición más baja en sus sensaciones.

A esto se le llama: que existe en “Nuestro Mundo”. Cuando llega, inmediatamente recibe la respuesta del Creador, asegurando su crecimiento mientras siente el Mundo Superior.

La ley del desarrollo

Si llegara una alienígena a nuestro planeta y viera un ternero y un ser humano recién nacidos, podría llegar a la errónea conclusión de que el becerro es una criatura más evolucionada que el ser humano. Lo mismo vale para todo: no podemos comprender algo sin saber todos los posibles estados del objeto de nuestra investigación: desde el momento en que entra al mundo hasta cuando completa su desarrollo.

Percibimos todo sólo a través de nuestras sensaciones, lo que representa una “caja negra” que se llena exclusivamente con lo que entra a través de nuestros cinco sentidos. Por lo tanto, a fin de investigar algo, primero tenemos que conocernos completamente, tenemos que darnos cuenta de la naturaleza limitada de nuestros sentidos y de las distorsiones que aportan al medio ambiente.

Lo que es más importante, ya que inicialmente no somos capaces de comprender nuestros estados previos, carecemos de la capacidad de conocernos.

Dado que no entendemos las razones de los acontecimientos, no podemos comprender nuestros estados presentes o futuros. Pero, el Cabalista, ascendiendo por la escalera espiritual, se convierte en una parte activa de la Maljut, Shejiná o la creación colectiva y, por tanto, alcanza sus estados previos (anteriores a su nacimiento), y va más allá de las limitaciones del tiempo.

Sin embargo, incluso cuando la persona alcanza los grados espirituales, su capacidad para comprender continúa parcialmente limitada. Y esto ocurre independientemente del hecho de que cada parte de la creación contiene todas las propiedades de las otras partes. Uno no puede alcanzar todos los fenómenos a través de su parte: no ve las consecuencias de muchos fenómenos, porque aún no ha alcanzado las razones detrás de ellos.

Muchas causas siguen siendo invisibles, debido a que esos estados anteriores no han sido encontrados aun en el ascenso o retorno hacia lo Alto, están todavía en estado de concepción y no se ha llegado a los niveles que dieron origen a las leyes y propiedades que permanecen ocultos para  uno.

Digamos que una persona alcanza un cierto grado. De ahí que, a partir de este grado para abajo puede entender el principio y el final de las acciones. A esto se le denomina el nivel de su logro. La persona en este mundo no ve nada en concreto del pasado porque no ha alcanzado aún el futuro: no ha alcanzado sus estados espirituales.

La “objetividad” de nuestras sensaciones en el mundo equivale a nuestro consentimiento para llamar a cierta luz perceptible, digamos, rojo, o a un cierto sabor, amargo. Nuestro idioma, derivado de nuestras sensaciones, no es objetivo puesto que no nos permite comparar nuestras sensaciones subjetivas.

A fin de comparar dos sensaciones, las sensaciones de dos individuos, estas sensaciones han de existir en la persona que las compara. Sólo entonces las podrá contrastar (pero desde luego, ¡sólo subjetivamente!).

Ya que alcanzamos todo adentro de nosotros mismos, debemos conocernos a nosotros mismos de principio a fin. Podemos comprender la realidad circundante sólo a través de nosotros mismos.

Cualquier evento no evoca reacción alguna en nosotros a menos que hayamos experimentado algo similar a ésta. Sin probar el dolor, no entenderemos el dolor ajeno. Nuestra percepción está condicionada por nuestros sentimientos previos, la experiencia - lo que sentimos dentro de nosotros mismos.

Por esta razón, sin haber alcanzado nuestros estados anteriores (“prenatales”), no podemos alcanzarnos a nosotros mismos. Y debemos alcanzarnos, pues de lo contrario no alcanzaremos toda la creación.

Sólo al comenzar a ascender por los mismos grados por los cuales nuestra alma descendió, comprenderemos nuestras propiedades.

Alcanzamos no porque ascendemos; más bien, al ascender, alcanzamos nuestros grados “descendientes” anteriores, vamos a nuestro pasado. De esta manera, vemos nuestros orígenes.

Ningún hombre se conoce a sí mismo

Con el fin de conocer cualquier objeto por completo, necesitamos, en esencia,  conocer sus propiedades y manifestaciones negativas, malvadas. Esto es así porque lo único que se ha creado es la voluntad de recibir placer, el egoísmo o el mal.

Para conocer plenamente un objeto, debemos discernir la mayor manifestación del deseo egoísta en éste. Entonces nos convenceremos que hemos llegado a las profundidades de la naturaleza, a la esencia primaria del objeto.

Por lo tanto, discernir la esencia de algo significa contemplar sus propiedades negativas. Y puesto que el ser humano no es capaz de ver lo negativo en sí mismo, es incapaz de conocerse.

¿Por qué no podemos ver nuestra maldad? Debido a que nuestro egoísmo no nos permite ser conscientes de ello. Nuestra esencia es la voluntad de recibir placer. La  ausencia de placer nos hace sufrir.

No somos capaces de sufrir por nuestra propia voluntad - está por encima de nuestra naturaleza. Si estamos de acuerdo con el sufrimiento evidente, se debe a que esperamos una recompensa mayor al sufrimiento que estamos dispuestos a soportar.

En otras palabras, a la larga, recibiremos placer como recompensa al sufrimiento.

Además, si vemos placer en algo, no podemos verlo simultáneamente como negativo y perjudicial para nosotros. Y ya que nuestro egoísmo nos trae todos los placeres, el egoísmo no nos permite verlos como malos.

Pero si percibiéramos al egoísmo como malvado, desarrollaríamos el deseo de deshacernos de él. Sin embargo, nosotros, por el contrario, decimos: “¡esta persona quiere ser un gran científico, un gran actor, trabaja mucho o cuida muy bien de su familia, ama a sus hijos!”. Elogiamos las manifestaciones del egoísmo y tratamos de encontrar aspectos positivos en él. Mientras que los aspectos negativos, intentamos ocultárnoslos de alguna manera.

Por esta razón, la gente se cree tales teorías como el comunismo, la caridad: esto impresiona al egoísmo: “estaré satisfecho”, “le importaré a la gente”, “me sentiré bien y seguro”. ¡Esta es una excelente coartada para el egoísmo! No queremos escuchar cosas negativas sobre el egoísmo: es desagradable y nos hace sufrir.

El placer oculta la maldad

Todo lo negativo que vemos en los demás, tratamos de verlo como positivo en nosotros mismos. Vemos sólo bondad en las personas que nos simpatizan. En las personas que nos son antipáticas, vemos sólo el mal.

Padres e hijos son un excelente ejemplo: todos los padres sólo ven lo positivo en sus hijos. Trate de señalarles algo negativo y se ganará un enemigo. Usted señaló algo que es verdadero, objetivo. Sin embargo, al egoísmo le gusta lo agradable, ¡no lo que es objetivo!

Cada minúscula sensación del mal es percibida como dolor. Así pues, aunque sabemos de antemano que es malo, desconectamos nuestros sentidos, tratando de no escuchar; nos desconectamos del mal que se nos muestra. Y esto sucede automáticamente.

No podemos soportar la verdad sobre nosotros mismos. Los psicólogos lo llaman “mecanismo de defensa del cuerpo”, mientras que el Cabalista, “mecanismo de defensa del egoísmo”.

De ahí la ley: “la fuente del placer no se percibe como maldad”. Y sólo como resultado de una prolongada experiencia, una persona comienza a darse cuenta de que la aparente bondad es realmente maldad. Lleva meses, años, para que una persona se de cuenta de esto. Esta conciencia también requiere memoria y cualidades especiales de conciencia, la exploración profunda de sí mismo. Y no todos son capaces de ello.

Nuestro cuerpo está hecho de egoísmo puro, de tal forma que entiende que el placer es seguido de un ajuste de cuentas; que es necesario experimentar cierto castigo, lo que crea un reflejo condicionado del placer: la sensación de sufrimiento posterior, hasta el punto en que cualquier placer es percibido de antemano como malo.

Los Cabalistas, habiendo alcanzado los más altos grados en toda su plenitud, son merecedores de una realización completa de estos niveles dentro de sí, lo que es llamado “el alma”.

“El alma” es la vasija espiritual (Kli), llena de la Luz. Podemos comprender al  Kli mediante la Luz que lo llena, como se ha dicho: “En tu Luz contemplaré la Luz”. Cuando llega la Luz, vemos tanto nuestras propiedades positivas como las negativas en relación con las propiedades de la Luz.

El motivo es que sólo podemos alcanzar un objeto al compararlo con su opuesto. Y únicamente la Luz, si apareciese, podría iluminar nuestras propiedades negativas.

Alma - El alcance de Adán

Ya hemos mencionado que los mundos se alcanzan primero desde arriba hacia abajo: al principio, alcanzamos el llamado “descenso de las almas”. Luego de abajo hacia arriba, alcanzamos los grados de creciente cercanía con el Creador, el alcance en sí mismo.

Al ascender al siguiente grado espiritual, la persona primero alcanza el descenso de su alma desde arriba hacia abajo, a su estado previo, en el cual existe hasta su nacimiento espiritual. Este estado se llama “Ibur – feto” (Ubar - feto espiritual, Ibur - el proceso de nacimiento).

En otras palabras, el ascenso a cada nuevo nivel espiritual comienza con el estado de Ibur, aunque ocurre de manera diferente cuando el alma desciende inconscientemente, por la voluntad y la fuerza del Creador. Al ascender conscientemente, con todas sus fuerzas y oraciones, la persona se acomoda a sí misma en el estado de Ibur: el estado de completa sumisión a las leyes espirituales de ese grado, completa subordinación a las leyes que le son reveladas en ese grado.

Si, a pesar de los obstáculos de su egoísmo, la persona se compromete a seguir las reglas de ese grado espiritual, se convierte en un feto, en el seno del Creador en ese grado. Y más tarde nace y evoluciona, hasta que supera ese grado y entra en el estado de Ibur en el grado más alto.

Y de esta manera, en cada grado empieza poco a poco a asimilarlo desde el estado de “feto” - completa sumisión a sus leyes.

Después de que la persona se convierte en “feto” sigue evolucionando: en lugar de verse obligado a someterse a las leyes espirituales, voluntariamente las acepta como sus propiedades en lugar de las egoístas. Esto significa que, en lugar de los órganos anteriores de su cuerpo espiritual, los deseos egoístas, adquiere nuevos órganos, deseos altruistas. En ellos recibe el alma, la Luz Superior para beneficio del Creador. Esto ya es llamado el alcance de abajo hacia arriba: ¡el verdadero alcance!

Mientras que una persona sea capaz de aceptar únicamente las leyes de cierto grado, pero no adquiera sus deseos o propiedades, su estado en ese grado se denomina “feto”, Ubar. Esto ocurre en cada grado.

Pero el momento en que comienza a cumplir las leyes de ese grado independientemente y adquiere sus deseos, se le considera nacido en ese grado.

Feto es la “disolución” en los deseos, propiedades y leyes de un grado, que se denominan “Padre y Madre” (Abba ve Ima). Y cuando una persona adquiere las propiedades de un nivel, se hace tan grande como ese grado e inmediatamente comienza a sentir un nuevo grado Superior.

El mismo camino se repite una vez más: la persona se hace embrión del grado Superior, que se convierte en su “Padre y Madre”.

Los grados del descenso del alma son su nacimiento

Todos los grados a través de los cuales el alma del hombre desciende de arriba hacia abajo se denominan el nacimiento del alma del hombre. Pero sólo mediante la adquisición de un deseo independiente del grado Superior se considera a una persona nacida espiritualmente.

Al  comenzar a estudiar la Cabalá, una persona entra en el período de toma de conciencia de su propio mal. Empezamos este camino desde Lo Lishma, las aspiraciones egoístas.

Deseamos alcanzar el Creador, recibir placer espiritual aspirando egoístamente a la espiritualidad. Cada uno de nosotros comienza su elevación espiritual al estar insatisfechos con esta vida, de lo contrario, ¿cómo podríamos involucrar nuestro egoísmo en algo?

Es por eso que al extraer una pequeña parte de la Luz de los objetos de nuestro mundo e iluminando con ésta desde lo lejos, sin revestirse en ningún objeto específico, el Creador infunde en la persona el deseo egoísta de obtener placer de lo espiritual.

De esta forma, la persona egoístamente aspira a la espiritual. Sin embargo, en última instancia es el egoísmo mismo el que nos ayuda a dejarlo; el egoísmo trabajando contra sí.

La persona trata de sustituir un objetivo egoísta por otro. Esta es la etapa preliminar de desarrollo de un verdadero deseo.

Naturalmente, el desarrollo espiritual es promovido desde arriba, por los objetos Superiores, llamados Abba ve Ima (padre y madre). Esta etapa de nuestro desarrollo inconsciente se llama Ibur. Este es un Ibur inconsciente de nuestro mundo. En el mundo espiritual, la persona entra en el estado de Ibur conscientemente.

La Recompensa es 620 Veces Mayor

La persona que existe en su cuerpo físico, recibiendo gradualmente los deseos adicionales de Maljut del mundo del Infinito, corrigiéndolos, tiene que alcanzar el mismo grado máximo a partir del cual su alma descendió a este mundo; tiene que alcanzar ese grado, estando en el cuerpo.

De esta manera, el ser humano alcanza una adhesión 620 veces mayor con el Creador que la que su alma solía tener antes de descender y arroparse en el cuerpo.

Esta ganancia, en particular, es la razón de la creación de todos los mundos. Gracias a la corrección del egoísmo, alcanzamos la espiritualidad 620 veces más que cuando nacimos en este mundo.

Nada desaparece en la espiritualidad: si nos elevamos a un cierto grado, nuestra alma, recorriendo el camino de arriba hacia abajo, existe en el estado en que estaba antes del descenso y antes de haber nacido en este mundo.

Por esta razón, los estados espirituales pasados (antes de nacer) y presentes existen ahora en el mismo grado simultáneamente.

Ambos estados existen en la persona. Pero la persona tiene ahora una pantalla sobre todas sus propiedades previamente egoístas. Con la ayuda de la pantalla, la persona puede tomar conciencia de sus estados anteriores y, por tanto, sentirlos plenamente, probar la Luz que le llena.

La  persona se da cuenta de su propia concepción, de la que no tenía conocimiento previo. Esta es la esencia del alcance independiente.

Debido a que ahora la persona posee nuevas propiedades, siente al Creador 620 veces más. Antes de esto, la persona existía en este mismo grado en el estado de Ibur, no tenía los Kelim para ser consciente de su propio estado.

En contraste, gracias al egoísmo (trabajando con él en el camino del ascenso, cumpliendo con los 620 mandamientos de este nivel) la persona adquiere ahora la posibilidad de ver, discernir 620 veces más.

Pero no debemos pensar que la función de nuestro de mundo se completa con el nacimiento espiritual de la persona, con su ascenso al primer grado espiritual, y que después de éste, nuestro mundo pierde su valor y significado.

Por el contrario, los grados espirituales se revelan a través de los objetos de este mundo. Mediante ellos,  la persona comienza a sentir las categorías espirituales que existen en ellos. Por esta razón, nuestro mundo le parece transparente.

Empieza a ver el resto de los mundos bajo la misma “perspectiva”, uniéndolos y mezclándolos en su percepción, en su actividad y en su actitud. El nivel de alcance de esta unidad indica el nivel de su corrección.

Espiritualmente, una persona se vuelve superior a este mundo pero actúa a través de él. Surge la oportunidad de hacer uso de nuestro mundo. Pues esto es exactamente el propósito de la creación: estar en este mundo y desde aquí, el hombre ha de alcanzar el Creador.

Nuestro mundo no es un nivel que se ha de olvidar una vez que se pase. Todo el trabajo se realiza específicamente mediante los objetos de este mundo: a través de la familia, la sociedad, todo el medio ambiente. Esta es la razón por la que el Cabalista no es alguien que renuncia a la realidad. Al contrario, el Cabalista es quien está más conectado a ella.

El desarrollo del alma

Desde el momento del nacimiento y el inicio del movimiento espiritual de abajo hacia arriba, poco a poco la evolución espiritual del ser humano pasa por los mismos procesos, asciende por los mismos niveles por los que su alma descendió, pero ocurre en un orden inverso: de abajo hacia arriba.

Al estudiar el descenso de los niveles de arriba hacia abajo en la Cabalá, la persona despierta, como si fuera dentro de sí mismo un apremio por repetir estos procesos, aunque desde de abajo hacia arriba. La Luz circundante es despertada en ambos casos, pues se asocia con los grados, independientemente del hecho de que la persona misma no haya alcanzado aún esos grados.

La persona no se mueve: en sus sensaciones interiores pasa, viajando en sentido contrario, todas las etapas de su creación − pero ahora por él mismo – creándose a sí mismo.

Se crea a sí mismo y a una pantalla para sus deseos, produciendo todos los grados dentro de sí. Como resultado, poco a poco alcanza el Creador 620 más veces de lo que su alma lo hizo antes de vestirse en el cuerpo.

Entonces, ¡qué gran posibilidad nos fue otorgada  por el Creador! ¡El ser humano se convierte más en creador por su propia condición, que el mismo Creador!

Alcanzando cada grado, el ser humano aprende la causa original de su condición y descubre que el Creador ha preparado todo con antelación. Y la aparente sensación de que él mismo ha alcanzado este grado fue inculcado en sus propiedades cuando descendió de arriba hacia abajo.

Tal es la perfección del logro: ¡por un lado, el ser humano, por el otro, ¡el Creador! La acción es intercambiable e inseparable: el ser humano hace todo, el Creador  hace todo. Y después, se funden en cada grado espiritual al que la persona asciende.

La Cabalá llama a esta doble percepción de un ser humano − que todo depende del Creador y, simultáneamente, todo depende de un ser humano – “la gobernanza de HaVaYaHELOKIM”, el doble gobierno.

En los grados espirituales, el doble gobierno se une a la percepción del hombre, al igual que las nociones de tiempo: los estados de detección pasado, presente y futuro. Sin embargo, la conciencia de sí mismo, de su “yo” continúa.

Nuestro idioma no tiene palabras para describir esta sensación espiritual, que no tiene análogos en el mundo. Esto se debe a que en nuestro mundo hay una definición estricta de toda causa y su efecto estrictamente definidos.

Así pues, ya sea el ser humano o el Creador pueden actuar como la causa, pero nunca puede ser que todo dependa sólo del ser humano y, al mismo tiempo, todo dependa únicamente del Creador. Esto contradice nuestro razonamiento: “todo depende de mí y, al mismo tiempo, todo está predeterminado”. Sólo después de la liberación de uno mismo de la “tierra” puede entender el ser humano que no existe ninguna contradicción en esto.

El desarrollo explica  la concepción

Como estos dos caminos − de arriba a abajo y de abajo hacia arriba − son absolutamente idénticos, al realizar en nosotros mismos el camino de abajo hacia arriba, el desarrollo espiritual de abajo hacia arriba, podemos entender el camino de descenso, la creación de los mundos y de las almas de arriba hasta abajo. Esta es la razón por la que los Cabalistas, al conocer los grados espirituales de abajo hacia arriba, nos describen el descenso de arriba hasta abajo.

Los Cabalistas no nos describen su propio camino, porque desean describirnos los actos del Creador en relación con toda la creación. Y en todo su desarrollo espiritual, el que alcanza, extrae de estas descripciones los métodos y la ayuda para su elevación espiritual.

Al salir de su egoísmo, de su mundo, el ser humano se encuentra en el mundo espiritual de Assiyá y, posteriormente, asciende al mundo de Yetzirá; después, al mundo de Beriá, hasta que finalmente llega al mundo de Atzilut. Esto se asemeja a las cuatro etapas de la aparición de la fruta, desde la siembra a la plena maduración:

  1. Hasta el momento en que se le considera fruta - el mundo de Assiyá
  2. Comestible, pero no tiene sabor y no trae placer - el mundo de Yetzirá
  3. Aparece el sabor - el mundo de Beriá
  4. El sabor y todas las propiedades se manifiestan completamente - el mundo de Atzilut.

Dos caminos de desarrollo

Todo lo que existe en la creación en general, también existe en cada una de sus diminutas piezas. Por lo tanto, todas las propiedades y leyes que se aplican ascendente o descendentemente en los niveles de los mundos ABYA tienen un lugar y se manifiestan en cada una de sus pequeñas piezas.

El grado máximo se llama el Padre, la razón, el Creador. El grado menor que produce se llama su hijo, rama, efecto o la creación.

El descenso de arriba hacia abajo resulta en el nacimiento de la parte inferior a partir de la superior en cada grado, hasta la manifestación de la creación que es independientemente consciente de sí misma, hasta la separación de la creación del Creador.

El significado del descenso de los mundos es el siguiente: al distanciarse gradualmente del Creador, los mundos facilitan el surgimiento progresivo de la creación, la cual se siente a sí misma como totalmente independiente.

La ascensión de los niveles espirituales lleva al resultado contrario: al desarrollarse espiritualmente (lo que implica un aumento de la similitud con el Creador) la creación alcanza su raíz, el Padre, se vuelve como Él. Cada parte de la creación (ser humano) individualmente y toda la creación en general, se somete a este proceso.

Estudios - imitación de la Naturaleza

Viendo todo lo que fue creado en existencia, nosotros − de acuerdo con lo que está escrito: “creado para que lo corrijamos” − descubrimos que todo fue creado por nuestros actos. En otros mundos, la realidad circundante fue creada sólo para que moldeáramos la creación; añadiendo a lo que ya fue creado.

Nuestra acción en la existencia se llama la corrección de la creación. Nuestro objetivo es llevar la creación a la completa corrección.

Y, concretamente, debido a que está escrito: “creado para que lo corrijamos”, tenemos que creer que todo lo que fue creado, fue creado para nosotros, para nuestros actos; que todo depende sólo de nosotros, de la construcción de una pantalla. Nuestro papel en la creación es completar nuestro desarrollo mediante la imitación de la naturaleza.

Todo lo que se despliega de arriba a abajo, empezando por el mundo del Infinito, desde el Creador hasta Adán, la rotura de su alma, la aparición de nuestro mundo, hasta la manifestación de los cuerpos físicos en este mundo y el momento en que la persona se da cuenta de que el significado de su existencia es un objetivo del Creador − todas esas etapas del desarrollo de la creación representan la concepción preliminar en el grado Superior, de arriba hasta abajo.

Después, nuestro desarrollo espiritual “prenatal” comienza − hasta el momento en que llegamos a ser espiritualmente independientes en nuestros actos − en la medida de la pantalla que adquirimos. No es que nos volvamos independientes del Creador, sino que nos hacemos independientes de nosotros mismos, de nuestro pequeño egoísmo inicial.

La recepción de esta independencia se llama nacimiento espiritual. Luego, empezamos nuestro desarrollo ascendiendo la escalera espiritual.

Todos nuestros estados o propiedades futuros existen dentro de nosotros, al igual que existen en una semilla todas las fases de su desarrollo futuro antes de plantarla.

Sólo tenemos que crear las condiciones externas necesarias para el éxito del desarrollo de un recién nacido. Estas condiciones externas necesarias para el desarrollo son lo que debemos crear para nuestra alma. Sólo entonces empezamos a evolucionar.

Este es nuestro trabajo. Nosotros no creamos nada nuevo, todo existe dentro de nosotros, y sólo tenemos que descubrir los grados espirituales dentro de nosotros mismos, aprendiendo a imitar a la naturaleza espiritual.

Además, en cuanto la persona crece, comienza a ver la verdadera imagen del mundo: el mundo se vuelve transparente, a través de éste ve todos los mundos como concéntricos, vestidos unos en los otros, ve cómo poco a poco todos ellos restringen (dentro de sí mismos) una porción de la Luz del Creador y, de esta manera, a través de ellos, el Creador se nos evidencia en las imágenes de nuestro mundo. Sin embargo, en la medida de su desarrollo espiritual, detrás de los objetos de este mundo, la persona ve las fuerzas espirituales.

El alcance “de arriba hacia abajo” nos enseña la manera de subir “desde abajo hacia arriba”

El desarrollo por el que tenemos que pasar después de empezar nuestro nacimiento espiritual es, en esencia, la repetición de los actos de la naturaleza que vemos dentro y fuera de nosotros.

Subir los peldaños espirituales significa asemejarse a ellos en nuestras propiedades. Todo el crecimiento de la persona consiste únicamente en ser cada vez más similar a la naturaleza de los grados superiores, hasta llegar a la similitud con el Creador.

Porque todo lo que hacemos es sólo imitar a la naturaleza: la fabricación de pinturas, los sonidos, los medios de transporte, la administración, todo nuestro conocimiento y las ciencias - todo es una suma total de nuestra información sobre el medio ambiente que ya nos ha sido revelada.

Todos los avances tecnológicos que parecen estar totalmente desconectados de la realidad no son más que una imitación camuflada de la naturaleza.

Pero eso que llamamos naturaleza es sólo un pequeño fragmento del inmenso panorama que existe en la realidad y se revela a quien asciende.

No vemos el panorama completo y, por tanto, no podemos reproducirlo ahora. Una parte comprensible de la naturaleza es percibida dentro de nosotros, mientras que la parte incomprensible de la naturaleza permanece fuera de nosotros. Pero esto es exactamente lo que tenemos que revelar gradualmente a nosotros mismos. Y a esto se le llama evolución por imitación de la naturaleza.

Al igual que el desarrollo de la humanidad en el marco de este mundo, así también el desarrollo espiritual del ser humano equivale a la imitación de la naturaleza que se revela frente a él.

La vida y el placer se contradicen entre sí

Mirando a la estructura y funcionamiento de la naturaleza (tanto de un objeto individual como también en general) y considerando a toda la creación percibida por nosotros como un sistema unificado, podemos ver que todo es creado con un propósito: asegurar la existencia, el funcionamiento y la evolución.

Y la estructura de cualquier objeto tiene tal lógica interna − las conexiones en cualquier criatura biológica son tan maravillosamente precisas y entrelazadas − que en la investigación de un organismo vivo básicamente no se puede encontrar un solo defecto.

Además, si percibimos alguna pérdida, entendemos, por nuestra experiencia previa, que sólo se trata de una carencia de nuestra comprensión actual sobre cómo perfeccionar el funcionamiento de este organismo o sistema.

Y es por ello que por regla general todas nuestras intervenciones en la naturaleza están seguidas por un amargo castigo en forma de circunstancias históricas, personalidades distorsionadas y desastres.

Y no importa si intervenimos en el nivel inanimado, vegetativo, animado o humano de la naturaleza. Nos parece que tenemos al menos el derecho a intervenir en el plano humano − nosotros mismos. Sin embargo, al desconocer y, por supuesto, al no seguir las leyes que definen el funcionamiento del ser humano, al intervenir también nos dañamos.

Y esta es la razón por la que, durante siglos, hemos recibido un castigo por ello. Esto, básicamente, es el camino del sufrimiento que nos espera si no procedemos por el camino de la Cabalá.

La perfección oculta

Si fuésemos capaces de ver todo el panorama de la existencia en toda su magnitud, incluyendo a nosotros mismos, no encontraríamos deficiencia alguna. Nos daríamos cuenta de que, para nuestro bienestar total, sólo tenemos que seguir las leyes de la existencia en lugar de inventar nuevas leyes que “aparentemente definen el funcionamiento de la sociedad”.

Pero ya que no respetamos las leyes de la existencia y no encontramos la fuerza interior para optar por la fe por encima de la razón (como un medio para curar el egoísmo), seguimos al servicio de nuestra mente egoísta y constantemente cometemos errores, tanto en nuestra intervención en la naturaleza como en nosotros mismos.

En lo que respecta al Creador, todo es creado en perfección total − pero sólo hasta que nacemos.

Podemos observar una notable diferencia entre la forma en que el Gobierno Superior prepara, meticulosa y esmeradamente, para el nacimiento de cada especie, su desarrollo inicial durante las primeras etapas después del nacimiento, y la lucha por la vida que cada especie se ve obligada a soportar más tarde sólo para sobrevivir.

Es como si la naturaleza que todo lo prevé, de repente cancelase su plan, y el posterior desarrollo de un individuo se dejara  a decisión de él mismo.

Este cambio es tan brusco que la razón por la que la naturaleza creó al ser humano con gran cuidado, se oculta incluso a él, la corona de la creación.

Como si este invaluable bio-material, este prolongado camino de desarrollo, se perdiese en vano sólo con el fin de romper toda la lógica de las leyes y dejar que nuestro organismo se desarrolle por su cuenta.

Vemos que cada sistema, cuerpo o célula en nuestro organismo funciona de una manera útil, y todos los sistemas funcionan de manera óptima.

Somos capaces de ver el propósito exacto del funcionamiento de cada órgano, célula o molécula. Si todavía no conocemos este propósito, nos es claro que no lo hemos revelado aún. Sin embargo, no somos capaces de responder a cual es el objetivo de todo este organismo viviente − ¡eso nos es oculto!

Vemos una paradoja en la realidad circundante: todo está creado de acuerdo a las más perfectas leyes, que no conocemos. ¿Por qué la naturaleza, que todo lo sabe, nos hizo inconscientes de estas leyes? ¿Al no conocerlas, anulamos la totalidad de sus esfuerzos por crear un organismo perfecto?

Nosotros solamente conocemos parcialmente las leyes de la creación y de su integridad lógica. Sin embargo, no vemos lógica alguna en las leyes rectoras, las leyes que traen al ser humano al propósito para el cual aparentemente fue creado.

A escala mundial, tampoco vemos el propósito de la existencia del universo, no sabemos las causas y significados de todo lo que sucede en la escala cósmica, en los países, las naciones y, personalmente, dentro de nosotros. Las cosas más importantes en la realidad circundante nos son simplemente ocultadas.

Una humanidad recién nacida

Lo general consiste en la fusión de lo particular y, por tanto, es semejante a éste. Y debido a que hay un desarrollo preliminar y el posterior nacimiento de lo particular, el individuo, sucede también lo mismo cuando lo general nace.

Y como hay condiciones especiales para el desarrollo prenatal de un feto y, luego, el amor y la dedicación de los padres (cuidadosamente inculcado en nosotros por naturaleza, a fin de garantizar el desarrollo de un recién nacido), sucede de igual manera con la sociedad humana como la suma de los individuos: la sociedad nace y se desarrolla de acuerdo a leyes idénticas.

En lo que respecta al feto − él está dentro de su madre − no importa si sólo la naturaleza es responsable de su desarrollo, o si la madre misma se ocupa de él. Los  instintos que la  naturaleza implanta en los padres para garantizar que sus planes se sigan aplicando son muy fuertes.

Previamente, el Creador creó todos los mundos, hizo descender el alma a través de ellos hasta nuestro mundo, creó allí al padre y la madre de carne y hueso a quienes les dio el deseo de tener hijos, de amar a su futuro hijo, y les dio una serie de otros deseos egoístas, gracias a los cuales disfrutan de sí mismos en beneficio de una tercera persona, un egoísmo recién nacido.

Vemos que el nacimiento es la continuación del desarrollo interno. No es aún el comienzo del desarrollo del hombre. Éste está todavía bajo la influencia de las fuerzas de la naturaleza, que descienden desde arriba hacia abajo.

¿Cuándo empieza el ser humano a desarrollarse por sí mismo?, ¿cuándo comienza su camino de abajo hacia arriba?, ¿cuándo nace espiritualmente? Sólo a partir del primer movimiento espiritual independiente. En general, todo esto también aplica a la sociedad.

Si nos imaginamos a la humanidad como un bebé recién nacido, ¿qué es lo que el Creador le ha preparado como sus padres cariñosos? La ley general “Ama a tu prójimo como a ti mismo” es lo que el Creador estableció como base para el desarrollo espiritual de la sociedad.

Según el pensamiento del Creador, este derecho tiene que realizar las funciones de “Padre y Madre”. Si la sociedad no observa esta ley altruista, toda ella, como un huérfano, sufre y avanza hacia su propia destrucción, reemplazando formaciones sociales y los regímenes. Así es como la sociedad se prepara para recibir la plenitud espiritual.

¿Dónde puede la sociedad encontrar padres devotos? Cada individuo tiene que encontrar los padres en las personas a su alrededor, diciéndose a sí mismo que él es uno de un millón y el millón en relación a él, son sus amantes padres.

Si la sociedad funciona como padre y madre, al dar a luz a cada miembro de la sociedad y al cuidar de él o de ella como si fuese su propio hijo, los miembros de la sociedad − y la sociedad en general − pueden progresar espiritualmente hasta el nivel de auto-corregirse con la Luz del Creador. Así alcanzarán su predestinación plenamente.

Pero hasta que los miembros de la sociedad construyan su entorno de esta manera, cada miembro se asemeja a un recién nacido, que ha perdido a su padre y a su madre y, por supuesto, muere espiritualmente.

Y si la sociedad está compuesta sólo de aquellos que perecieron espiritualmente, también está espiritualmente muerta y, naturalmente, no puede proporcionar tutela espiritual a ninguno de sus miembros.

La sociedad - El poder del Creador

La sociedad no es simplemente una recopilación de individuos, sino el Poder del Creador. En la sociedad, el Creador inculcó una oportunidad para llevar a sus miembros al desarrollo espiritual máximo.

No tiene que ser un estado per sé, podría tratarse de una pequeña comunidad cerrada. Todo depende de lo objetivos que se propone para sí y cuales principios sigue.

Si el grupo no puede actuar como un padre responsable para todos, por el bien de la adhesión con el Creador, el grupo muere espiritualmente y se desintegra físicamente.

Diversas comunidades que surgieron en distintos momentos de la historia son un ejemplo perfecto. La única razón de su caída es que, aun cuando asumieron la obligación de cuidar de sí, como se ha descrito anteriormente, el objetivo de toda su empresa era la coexistencia egoísta, segura, y no la adhesión con el Creador.

Una incansable fuerza espiritual que llamamos la naturaleza o las circunstancias, nos empuja hacia el objetivo de la creación: “acercamiento al Creador”. Si nos corregimos, entonces en la medida de nuestra corrección damos los pasos independientes, para desear lo mismo que el Creador.

Hasta que un objeto espiritual madura y aplica sus propios esfuerzos en el avance hacia la meta de la creación, la fuerza de la naturaleza le hace avanzar, y esta fuerza es muy cruel. Este camino es llamado el camino del sufrimiento.

Esta fuerza impulsora nos obliga a preocuparnos por la salud, dormir, comer, casarnos, tener hijos, amarles y educarles. Y no hay nada que podamos hacer − los deseos se despiertan en nosotros, independientemente de nuestra voluntad.

Pero no es sino hasta que la persona, por medio de sus estudios de la Cabalá, comienza a  darse cuenta de la meta ante él y desea, en consecuencia, alcanzarla, que puede aceptarla conscientemente y rogar al Creador que le dé la fuerza para lograrlo.

En lugar de evolucionar de forma natural, cuando la persona comienza a cumplir conscientemente con parte de lo que en el pasado la naturaleza le forzó a hacer de manera implacablemente cruel, él mismo se somete a cambios radicales. Este desarrollo se llama el camino de la Cabalá − hacia el objetivo de la Creación.

Al dar los primeros pasos conscientes hacia la meta de la creación, la persona libera a la naturaleza de las funciones de supervisión y de trabajo en él; la persona misma realiza el trabajo interior. El sufrimiento materialista-egoísta se sustituye con el sufrimiento espiritual − una aspiración hacia la corrección por su propio bien y, más tarde, por el bien del Creador.

Entre más tiempo se trabaje independientemente en sí mismo, esforzándose en el estudio de la Cabalá, en la adhesión con el grupo de estudiantes, con el Maestro, más funciones podrá quitarle a la naturaleza en su trabajo sobre él, hasta que se libera completamente de su influencia imperiosa.

Cada grado que la persona trasciende representa parte del trabajo que le fue “quitado” a la naturaleza. El grado espiritual indica la proporción en que la persona concuerda con el Creador o en otras palabras, en que él mismo cumple con lo que le está destinado.

Pero si la sociedad aspira a la unidad con el fin de recibir placeres, tal sociedad no tiene derecho a existir, pues el objetivo del Creador se sustituye por un objetivo egoísta.

Al haber nacido en este mundo, la persona continúa su desarrollo espiritual prenatal. Este desarrollo prenatal comenzó cuando su alma descendió de la Fuente de todas las almas en el mundo del Infinito, pasó todos los grados desde arriba hacia abajo, hasta su nacimiento espiritual en una de sus vidas en este mundo.

El ser humano completa la creación

El Creador creó lo imperfecto.

  • ¿Cuál es el propósito de la imperfección de Su creación?
  • ¿Cómo podemos completar lo que Él no ha acabado?
  • Si somos la única creación creada por Él, ¿se deduce acaso que efectivamente tenemos que crearnos a nosotros mismos?
  • ¿Podemos hacernos, corregirnos, completarnos o cambiarnos a nosotros mismos? Pues todo eso requiere un poder que es más grande que el que se nos ha otorgado – a nosotros los no corregidos − por nuestra naturaleza?
  • ¿Cómo podemos saber exactamente lo que el Creador dejó inacabado en nosotros?

Aparentemente, con el fin de responder a estas preguntas, uno debe saber lo que Él creó. Así pues, la primera etapa para “corregirnos” se reduce a saber qué fue hecho por el Creador, es decir, conocer nuestro egoísmo. Y esta fase se llama la conciencia del mal, familiarizándose con uno mismo − la única creación.

El Creador no tiene necesidad de ningún trabajo del hombre. Sin embargo, Él deliberadamente creó a la creación incompleta, de modo que el hombre tenga la posibilidad de completar su propia creación.

El Creador tuvo que abandonar una parte de la creación al hombre. Él mismo “supuestamente” no fue capaz de lograr esto en lugar del hombre.

Y esto se debe a que el ser humano, al corregirse a sí mismo, adquiere ciertas capacidades, Kelim, aspiraciones, deseos que el Creador originalmente no logró crear en él. Y es por eso que todo lo que el Creador pudo hacer, Él lo hizo. La parte necesaria del trabajo que sólo la creación o el ser humano podría realizar tuvo que dejarla en manos del hombre.

En cuanto al Creador, esto en particular habla de Su perfección: Él fue exitoso en crear dicha criatura imperfecta y, al mismo tiempo, le dio la oportunidad de alcanzar la perfección por sí mismo.

Pero en nuestro mundo, al observar los actos del Creador dentro y alrededor de sí mismo, el hombre los ve como imperfectos.

Esto se debe a que no ve el final de la creación − la manifestación de toda la perfección, tanto la creada por el Creador como la que alcanza el hombre. Siendo ignorantes del estado final, no podemos juzgar los estados intermedios, como en el caso del alienígena que supusiera incorrectamente que el ternero recién nacido se convertirá en Napoleón, cuando dicho bebé recién nacido seguirá siendo inútil.

Todas las propiedades negativas que vemos alrededor y dentro de nosotros mismos, todo ello es exactamente lo que fue creado por el Creador, porque Él no creó nada más que el egoísmo.

Sin embargo, después de crear el egoísmo, a nosotros, Él nos lo dejó para corregirlo. Lo hizo deliberadamente, porque sólo por medio de nuestro trabajo podremos alcanzar Su grado − el grado del Creador.

El resto es creado en la forma de sistemas automáticos, semejantes, por ejemplo, al sistema digestivo. Pero la parte de la creación encomendada al hombre, no puede de ninguna manera ser completada por el Creador.

Y precisamente el hecho de que el Creador creó toda la existencia, restringiendo Su participación en ella hasta el final de la corrección, habla de Su perfección.

No entendemos que es mucho más difícil para El Superior restringir sus acciones – dejar de otorgar − porque su naturaleza es el otorgamiento.

Pudiendo tomar y recibir fácilmente, no podemos dar. Pero ir en contra del otorgamiento y de lo que éste conlleva es inimaginablemente más difícil.

En nuestro mundo esto puede ser comparado con el estado de una madre que, debido a algunas circunstancias ajenas a su control, priva a su bebé de las necesidades primarias. Este estado del Creador es llamado “sufrimiento de Shejiná.”

Debemos entender que el Creador restringió Su presencia en determinado lugar no por su “buena voluntad”, sino porque Él quería darnos la posibilidad de alcanzar Su grado. Y nuestra actitud hacia todo lo que es negativo se debe basar en esto, en vez de criticar o despreciar.

Debemos entender que todo lo que es negativo fue creado deliberadamente y con un esfuerzo aún mayor que todo lo que es positivo: es creado para nuestra participación inmediata en el proceso de creación.

Dado que el Creador desea deleitar a Sus criaturas, para Él el restringir Su presencia, ocultarse a Sí mismo y de esa forma crear sufrimiento le resulta repugnante a Sus propiedades.

Justificando al Creador

¿Por qué los hombres justos son llamados justos? Es porque ellos coinciden con las restricciones de la Luz, con la ausencia del Creador. Es decir, aceptan la oportunidad de hacer el trabajo que el Creador les encomendó en la creación, la cual tienen que completar, perfeccionar. De esta manera justifican la “imperfección” de la creación.

El lugar en el que la persona puede participar en el proceso de la creación plantea la mejor y más eficaz oportunidad para deleitar el Creador que la que Él ha realizado.

¿Qué hace el ser humano en la creación? Crea de sí mismo una semejanza de forma con el Creador. ¿Qué significa “el Creador”? Un pequeño grado espiritual, ligeramente superior a mí, es sentido por mí (si lo es) como el Creador. Esto se debe a que en verdad me trajo a la vida y rige sobre mí todo el tiempo. Recibo de éste todo lo que existe dentro de mí y lo que me sucede. Por esta razón, un grado superior siempre es llamado el Creador en relación al grado menor.

En el momento en que una persona alcanza dicho nivel superior, volviéndose similar a su Creador, instantáneamente siente un grado aun mayor que el Creador. Ascendiendo de esta manera, la persona revela al Creador más y más.

¿Qué significa subir de un grado espiritual a otro? Mi grado anterior, mi estado previo, fue lo que yo llamé mi Creador. Y ahora me asemejé a Él.

Para nosotros, el Creador siempre se  nos muestra en el grado siguiente, como ejemplo, y nos demanda seguirle, moldearnos a Su “imagen y semejanza”.

El hombre tiene que sentir y concientizarse de la segunda mitad inacabada de la creación, a la que nosotros llamamos “concepción” (Ibur), desarrollo, nacimiento, auge y crecimiento del ser humano. El Creador hace pasar a una persona por ese estado.

El Creador forma una mitad de la creación como ejemplo y la otra como el camino del ser humano. El Creador hace del hombre Su compañero, dándole la oportunidad de comenzar desde el estado más bajo para hacerse a sí mismo parecerse al Creador.

Durante este proceso, el ser humano siente simultáneamente dos tipos de influencias sobre sí − la Providencia privada y la general, llamada HaVaYaHELOKIM: por un lado, le parece a la persona que el hombre mismo tiene que crear todo lo creado por el Creador y, por otra parte, la persona ve cómo el Creador actúa a través de él.

El alcance recíproco de estas dos fuerzas creativas: la suya propia y la fuerza del Creador, actuando a través de la persona, así como la mutua adhesión entre el Creador y un ser humano, es la sensación del placer y la perfección espiritual.

Un ser humano − HaVaYaH − siente que se está haciendo uno con la Providencia − ELOKIM. Maljut se une a Bina en cada grado. Entonces una pregunta surge en la persona: “¿Quién gobierna: el Creador o yo?”, pues en el momento de la adhesión mutua “yo y Él” desaparece.

El papel del maestro

¿Qué papel desempeña el Maestro en este proceso que se desarrolla por el poder del Creador y de aquellos bajo Su dominio? Todos los esfuerzos del Maestro están dirigidos a hacer que sus discípulos sean independientes, sin que se apeguen él, para que bajo ninguna circunstancia lo miren a él, sino más bien, que a través de él, vean al Creador.

Un discípulo tiene que aprender a parecerse al Creador, no al Maestro. A un discípulo así se le llama “Talmid Jajám”. “Jajám” se denomina el Creador, porque es la fuente de la Luz Jojmá, mientras que “Talmid” se refiere al discípulo que aprende a recibir esta Luz de Jojmá y a otorgarla de la misma manera. Y él es llamado “Talmid Jajám” porque aprende del Creador a parecerse a Él.

El Creador siente gran placer de que Sus criaturas construyan y revisen la creación de manera similar a él. Y adquirimos todo nuestro poder de revisión  y de desarrollo en los grados de ascenso, como una creciente imitación del Creador.

Damos al Creador tanto placer como la medida en que nuestras propiedades y actos se asemejan a Él.

Dado que nuestro desarrollo en este mundo, en términos de conocimiento y de progreso, es medido por el grado en que imitamos a la naturaleza, del mismo modo nuestro desarrollo espiritual se mide por el grado en que imitamos a la naturaleza espiritual, o el Creador. Y, en general, no hay ninguna diferencia entre estas dos imitaciones.

Una parte de nuestra naturaleza y de las propiedades que el Creador creó en nosotros funciona automáticamente. Y la otra parte de nuestra naturaleza es creada en nosotros, y sólo en nosotros, en cierto modo a fin de permitir que nos asemejemos a la naturaleza - el Creador – completa y conscientemente.

Esta oportunidad se da a unos pocos; a aquellos a quienes el Creador desea acercar a Él. Esto es así debido a que imitarle significa acercarse a Él. Y dicha oportunidad se da dependiendo de los esfuerzos del hombre.

Ya mencionamos que la existencia y el proveer a la existencia se contradicen entre sí. La existencia es otorgada desde lo Alto, y para nosotros esto representa las leyes de la naturaleza.

Proveer a la existencia, por otro lado, depende de nuestros actos. Por esta razón, nuestro objetivo se reduce a combinar la Existencia con el Proveer a la Existencia a fin de que el gobierno, denominado “Proveer a la Existencia” precisamente se asemeje al gobierno llamado “Existencia”.

Y luego vemos que en todo, tanto en la Existencia como en la Provisión de ella, actúa sólo Uno e Indivisible Creador, realizando todas las correcciones en nosotros, a través de nosotros y creando una milagrosa sensación de que lo hacemos nosotros mismos.

El movimiento como un indicio de vida

Dividimos la naturaleza circundante en cuatro tipos: inanimado, vegetativo, animado y humano. La base de esa división, las propiedades, es el nivel de desarrollo interno de cada tipo.

Basados en un indicio de la vida espiritual, toda la creación se divide en dos tipos: el primer tipo consiste en el inanimado, el vegetativo y el animado; mientras que el segundo tipo es el hablante, al cual llamamos humano. El primer tipo es considerado totalmente muerto y sólo al segundo tipo se le define como viviente.

Además, las palabras “vida” y  “movimiento” implican sólo nociones espirituales aunque, naturalmente, existen analogías directas con las nociones de nuestro mundo material.

Por lo tanto, la fuerza, la habilidad de movimiento espiritual, es considerada como un indicio de la vida espiritual. Inicialmente, se produce con la ayuda de dos acciones completamente opuestas: la restricción y la expansión espiritual.

Sin embargo, el nivel hablante de la naturaleza, considerado espiritualmente vivo, también es nacido muerto hasta que se despierta a la vida espiritual con la ayuda de “golpecitos”.

La necesidad de “reactivación” externa emerge gracias a sus Kelim, si bien desarrollados, ya están listos para recibir la vida y el movimiento espiritual desde su desarrollo prenatal espiritual dentro de su madre espiritual. Sin embargo, al momento de su nacimiento, la aparición en el mundo espiritual, él se ve afectado por el medio ambiente espiritual calmante espiritualmente, que es totalmente desconocido para él.

Restricción y Expansión

La influencia del mundo Superior en un recién nacido espiritualmente invoca en él una restricción.

En otros mundos, en todas las etapas de su desarrollo, la persona se considera espiritualmente muerta − en los niveles inanimado, vegetativo y animado de la naturaleza. Por último, llega al momento en que ha madurado al  haber nacido en el Mundo Superior.

Sin embargo, el desarrollo anterior preparó todas las propiedades en él; nace muerto. Por este motivo, la primera sensación del mundo espiritual tiene un efecto calmante sobre él y genera la restricción.

Por esta razón, surge la necesidad de una influencia espiritual externa: un recién nacido en el Mundo Superior viene a la vida, despierta a la vida espiritual con la ayuda de “golpes”.

Después de esta primera restricción espiritual evocada por el golpe calmante espiritualmente del medio ambiente espiritual que ahora le rodea, la persona nacida espiritualmente debe expandirse de nuevo en lo espiritual, por sus propios medios, para llegar a su estado anterior − adquirir propiedades espirituales previas, a pesar de la influencia sedativa espiritual del mundo espiritual.

Y estas dos acciones absolutamente opuestas entre sí − la restricción y la expansión espiritual – combinadas reciben el nombre de ‘el primer paso’, el aliento de la vida espiritual.

La restricción espiritual en el momento del nacimiento espiritual se produce independientemente de la voluntad del hombre, automáticamente. Posteriormente, la persona debe ejercer un poderoso esfuerzo consciente para restringirse  espiritualmente a sí mismo.

Sin embargo, a veces hay cierta debilidad en el nacimiento espiritual que hace que un recién nacido espiritual sea débil espiritualmente. En tal caso, como resultado de esta debilidad espiritual el medio ambiente que le rodea no puede evocar en él la restricción espiritual.

Sin embargo, es necesario a fin de crear en el recién nacido espiritual un espacio vacío, un deseo. Más tarde, este lugar puede ser llenado con la Luz de la vida espiritual.

Pero si la liberación espiritual es débil, la ausencia de la restricción espiritual no crea en la persona un espacio vacío para ser llenado con la vida espiritual y, por lo tanto, la persona es considerada como un nacido muerto espiritualmente.

Es decir, el recién nacido muere. Pierde la habilidad de crear un lugar − que aparece como resultado de sucesivas restricciones y expansiones − en el cual la vida pudiese entrar.

El comienzo de la vida es exactamente lo que la restricción es. Y si no hay restricción espiritual (interior) luego, naturalmente, la restricción espiritual también está ausente. Esto se debe a que es absolutamente imposible expandirse espiritualmente más allá de los propios límites espirituales.

Y debido a que no hay ninguna restricción ni la oportunidad de expandirse más allá de las limitaciones espirituales, no existe la posibilidad de movimiento espiritual, por lo que no hay vida espiritual.

Fortaleza - estar listo para la restricción

El indicio de que uno es apto para la vida espiritual, para la recepción de la Luz del Creador, es la fortaleza en el hombre para realizar, al menos, algún tipo de restricción espiritual.

En el momento en que la persona se restringe espiritualmente, restringe su egoísmo, la Luz del Creador instantáneamente entra al lugar restringido espiritual y lleva a cabo la expansión espiritual.

El primer movimiento espiritual ocurre de esta manera. A partir de este momento, la persona se considera espiritualmente viva y capaz de seguir el progreso espiritual.

El primer movimiento espiritual “en sí mismo”, la restricción y la posterior expansión hasta los límites del tamaño previo, es llamado ALMA. Este proceso se asemeja al de inhalar y exhalar el aire de la vida.

Un ser humano espiritualmente inanimado, vegetativo o animado, no tiene fuerza para realizar incluso la menor restricción interna espiritual. Por lo tanto, la Luz de la vida espiritual no puede vestirle con el fin de invocar la expansión espiritual.

Significa que no puede espiritualmente restringirse en su interior, no es capaz de expandirse espiritualmente y recibir la Luz de la vida espiritual. Y esta es la ley de la naturaleza.

Así pues, la persona espiritualmente inanimada, vegetativa o animada está espiritualmente muerta, mientras que una persona espiritualmente “hablante”, es decir una persona que se relaciona con el nivel “humano” [de la naturaleza] es apta para la vida espiritual. Sin embargo, ha nacido muerto. Por lo tanto, debe haber algo que evoque la primera restricción espiritual, que uno es incapaz de realizar por sí mismo.

Este clima espiritual espiritualmente frío que instiga la restricción, llega a la persona como resultado del estudio de la Cabalá y de sus “buenas” obras.

Sin embargo, sin un estudio muy meticuloso de las fuentes originales especiales, mientras se entiende su propósito − por qué se estudia y a quien ha escogido como su Maestro – uno es incapaz de generar una restricción interior.

La Luz de la vida, la realización y la sensación de la espiritualidad entra en el espacio en el cual la persona logró auto restringirse, su egoísmo.

Esta es la consecuencia del “Akarat HaRa”, la conciencia del mal en el hombre. Revelar su verdadero “yo”, la conciencia del mal, fuerza al hombre a trabajar en sí mismo, lo que se llama “las buenas obras”.

Acercarse a la espiritualidad, sentir al Creador, aunque no claramente − es el advenimiento de la vida en el ser humano. Todo lo demás está muerto, porque es egoísta.

Los tipos de restricción

La contracción espiritual, la capacidad de auto restringirse internamente tiene que ser fruto de las facultades más internas del ser humano.

¿Qué significa restringirse uno mismo? Un ser humano es la única creación. La única cosa creada es el deseo de deleitarse en la Luz del Creador. Por lo tanto, el ser humano es el deseo, aunque inconsciente al principio, de deleitarse en la Luz del Creador.

Tenemos un cerebro sólo para que nos ayude a llenar este deseo. De ello se deduce que cuando hablamos acerca de la restricción espiritual, nos referimos a la restricción de los deseos.

Si, influido por los estudios la Cabalá, se logra realizar esto, el espacio vacío se llenará con la Luz de la vida. Y este espacio se llama “alma”.

La restricción debe ser el resultado de los actos y esfuerzos de uno mismo, pues la naturaleza siempre se esfuerza por la ampliación, la expansión, y no la restricción.

Hay dos tipos de restricciones:

1. La restricción del factor externo, como el enfriamiento, por ejemplo. Si ejerciésemos  presión espiritual sobre un recién nacido espiritual, evocando la restricción de su cuerpo espiritual, el cuerpo mismo aspiraría a restablecer su condición espiritual inicial. Y volverá a su estado anterior, no porque se llenará con la Luz de la vida, sino porque la naturaleza del cuerpo espiritual, esforzándose por ocupar sus límites particulares, le obligará a hacerlo.

En caso de que cualquier fuerza de presión externa llegase, el cuerpo espiritual, el Kli, instantáneamente exhibe su propia fuerza, que lo regresa a la forma espiritual original, alegándose así de esta irresistible fuerza externa positiva.

2. De la estructura del Kli. Si la razón de la restricción resultante está en el Kli, el cuerpo espiritual, y es el resultado las propiedades y estructuras del Kli, entonces el cuerpo no tiene el poder para volver a su estado espiritual anterior, a sus límites iniciales.

En tal caso, se necesita la ayuda del Creador, de modo que la Luz especial, enviada específicamente a él, entre a este Kli y lo lleva a su forma anterior. Esta Luz adicional que entra al Kli después de una cierta restricción y lo regresa a su forma original es llamada VIDA.

En caso de que el fruto espiritual esté bajo presión, las normas de conducta, las leyes y las acciones le son impuestas, intentando reprimir el “yo” humano; la naturaleza pone a cada cosa en su lugar, de regreso a los deseos anteriores. Esto se debe a que instintivamente se esfuerza por llenarse hasta sus límites naturales, por recuperar todas las propiedades.

Cualquier propiedad, si es suprimida, disminuida externamente, por la fuerza externa y no por el deseo interior de un ser humano, no es corregida.

Esta presión externa es la base de la ética (Musar), que por tanto es descartada por la Cabalá. Si alguien o algo externo limitan a un ser humano, no le ayudará. Él, o ella, debe restringirse a sí mismo, desde dentro.

Para lograr esto, uno debe pasar de la fase de “la conciencia del mal”, es decir, conocer el mal dentro de uno mismo, a darse cuenta de ello como el mal. En la medida de este reconocimiento, la restricción se produce por sí misma, desde el interior de la persona.

Leer sobre esto en un libro no significa verlo descrito en nuestro interior. Sólo cuando uno se dice tácitamente todo a sí mismo, esto se vuelve su primera restricción propia.

La contracción puede ocurrir bajo la influencia de factores externos tales como la sociedad, sus tradiciones, rituales obligatorios o algo que la persona estudió antes, pero no lo transformó en su naturaleza. Los hábitos implantados por la educación religiosa son ejecutados naturalmente, automáticamente. Si ese es el caso, el ser humano no se esfuerza. Se vuelve un hábito de su naturaleza.

La restricción realizada sin la conciencia del mal, sólo bajo la influencia de factores externos, no se considerada proveniente del ser humano. El cuerpo (los deseos) se esfuerza constantemente por volver al estado anterior, a anular las limitaciones que el ser humano se vio obligado a aceptar bajo la influencia de presiones externas.

Nuestro pequeño egoísmo que sólo ansía su propia satisfacción no tiene fuerza para la toma de conciencia independiente sobre la necesidad de realizar restricciones.

Los estudios dan fortaleza

Pero el hombre desarrolla un afán de lograrlo, bajo la influencia de una fuerza externa – los estudios correctos de Cabalá. Y si él está listo para ello, recibe la fuerza espiritual que le permite restringirse a sí mismo.

Y si la restricción se realiza dentro del Kli, por su propia voluntad, y no bajo la presión de una fuente de energía exterior (medio ambiente, educación, tradiciones, etc.), el cuerpo espiritual no aspira a volver al pasado, pues ya ha desarrollado el deseo de restricción. Por lo tanto, no hay regreso a los antiguos límites, el lugar previamente ocupado por el egoísmo hasta que fue restringido.

Y sólo la fuerza externa, la Luz espiritual, amplía el Kli hasta sus límites actuales. En otras palabras, cada vez que un hombre realiza dentro de sí una restricción, la Luz le llena, genera una expansión, regresa al estado anterior, pero con otra serie de propiedades: en vez de propiedades restringidas, la Luz expande las propiedades altruistas del hombre − en lugar de las egoístas restringidas. Y esta Luz que se llama vida.

Así es como la respiración espiritual sucede: en primer lugar ocurre la restricción, ya que tampoco puede uno inhalar si los pulmones están llenos de aire. Después, bajo la influencia de la Luz del Creador, sucede la expansión posterior.

Esa es la razón por la que se dice: “déjame entrar”, “abre las puertas para mí”, en el sentido de adjudícame un lugar en tu egoísmo que yo pueda llenar. Esta es la esencia de la corrección gradual a la que el hombre debe someterse.

La esencia de la vida

La comprensión de la vida significa la comprensión de nosotros mismos. Depende exclusivamente de la restricción, pues ninguna criatura puede escapar de los límites dentro de los que fue creado. Y hasta que las restricciones de la creación sean promovidas por una fuerza externa, somos considerados inanimados.

Y sólo después de que somos capaces de realizar una restricción por nosotros mismos podemos ser considerados como nacidos espiritualmente, como seres vivos. Pero, ¿cómo puede un inanimado realizar una restricción en sí mismo, sin estar vivo primero?

Eso es posible mediante la recepción de la fuerza y deseos desde lo Alto, lo que requiere un intenso trabajo interior; sólo es posible mediante la recepción de estos deseos y de la fuerza a partir del estudio de las fuentes auténticas con un Maestro.

Ninguna criatura puede ir más allá de las fronteras, los límites dentro de los cuales ha sido creado actualmente. Entonces, ¿cómo es posible que tengamos la capacidad de realizar una restricción? De ninguna manera nos viene esta capacidad de nosotros mismos. El egoísmo no puede contener un deseo que le es tan antinatural. Sin embargo, éste es infundido en nosotros.

Mediante el acto espiritual del “rompimiento”, los deseos altruistas fueron colocados forzadamente dentro de nuestros deseos egoístas aún antes de que llegáramos a este mundo. Por lo tanto, existe un embrión de deseos altruistas dentro de nosotros. Recibimos estos deseos de restricción desde arriba.

Un intento de realizar una restricción es una plegaria, una oración. Sólo si el hombre lo intenta continuamente, si se aboca a cierto trabajo, se convierte ese trabajo en su camino, ya que invierte parte de sí, sus deseos, su energía, su capital, su cerebro en ello. Y esto es lo que a él, como un egoísta, le encanta porque esa parte es él, él mismo.

Por esta razón, la verdadera oración radica en nuestros esfuerzos por hacer lo imposible en cada grado. Y es sólo gracias a estos esfuerzos que recibimos desde Arriba la fuerza para lograr lo imposible por nosotros mismos.

Glosario de Términos

10 Sefirot − 10 propiedades del alma

125 niveles − desde el nivel más bajo hasta el más alto de los mundos (5 mundos x 5 Partzufim x 5 Sefirot)

1995 − el año que marca el inicio de la época en que el egoísmo dentro de las almas que bajan a nuestro mundo exige corrección

5 niveles de deseo − la creación engendrada por el Creador consta de 5 niveles del deseo de sentir placer

620 niveles − los grados de corrección de los deseos del alma

6000 años − el período de corrección de las almas en la Tierra a partir de Adán. Los niveles de los mundos BYA (Beriá, Yetzirá, Assiyá).

600 000 almas − fragmentos de la única creación, el alma colectiva llamada Adán.

7000 años− el nivel del mundo de Atzilut

8000 años− el nivel del Partzuf SAG

9000 años − el nivel del Partzuf AB

10 000 años − el nivel del Partzuf Galgalta

ABYA − 4 etapas de la Luz directa, el nombre del Creador

Adán − la creación general, el alma colectiva

Adán Kadmón, AK − el primer mundo, la Providencia suprema

AJAP – el deseo de recibir en la creación, el alma

Alma − el deseo de tener placer en la unión con el Creador

Alma animal − la que da vida o la animación de la vida biológica de la fuerza en el cuerpo

Ari − el fundador de la Escuela Luriana de Cabalá, el método moderno de alcanzar el mundo superior (siglo XVI).

Ascensión espiritual − el crecimiento de los atributos de otorgamiento

Assiyá − el mundo más bajo que incluye nuestro mundo

Atributo de otorgamiento − la intención “para el bien del Creador”

Atzilut − el mundo de gobierno y corrección

Atzmuto − la esencia inalcanzable del Creador

Avraam − el atributo de Jésed

Baal HaSulam − el autor del método de corrección moderno

Beriá − el mundo del atributo de otorgamiento

Bina − el atributo de otorgamiento de la creación

BYABeriá, Yetzirá, Assiyá (los mundos que rodean al alma humana)

Cabalá − el método para alcanzar la adhesión con el Creador

Cabalista − persona que realiza el método de la Cabalá prácticamente en sí mismo

Conocimiento – el alcance de las causas y los efectos de lo que se percibe

Corrección final − la corrección de todos los deseos de Adán

Creación − el deseo de sentir placer

Creador − el deseo de complacer a la creación

Egoísmo − la intención de sentir placer por el propio bien

Espiritual − el atributo de otorgamiento

Eva − la parte receptora del alma, Java

Fe − atributo adquirido por la percepción del Creador

Fe dentro del conocimiento − fe en un nivel no superior al conocimiento de la persona

Fe por debajo de la razón − la fe sin conocimiento, fanatismo

Fe por encima de la razón − la fe a pesar del conocimiento de la persona

Fuera de la Tierra de Israel − por debajo de los atributos de Bina

GE − el deseo de otorgar

Gematría − El valor numérico de las propiedades del deseo corregido.

Genes Espirituales (Reshimot) − un estado no realizado de otorgamiento

Gevura − la fuerza para superar el egoísmo

Idolatría − percibir lo que está sucediendo como algo que no viene del Creador

Inanimado, vegetativo, animal, humano − los cuatro niveles del deseo

Intención (Kávana) – afinación del deseo

Introducción al Talmud de los Diez Sefirot − artículo de Baal HaSulam

Israel – aquel que aspira hacia el Creador

Jayá − Luz en el deseo del 4º nivel

Jésed − la fuente de Luz de Jasadim en el Partzuf

JodMaljut en el Partzuf

Jojmá − la fuente de la Luz Jojmá en el Partzuf

Kéter − el deseo en la creación de dar placer

Kli − el deseo de la creación de sentir placer

Klipá (pl. n) − la intención de sentir placer para su propio bien

Las Naciones del Mundo – deseos no corregidos de recibir

Lenguaje de las Ramas − la utilización de palabras de nuestro mundo para describir al Superior

Libre Albedrío − la única fuerza de movimiento hacia el Creador

Libro de la Creación (Sefer Yetzirá) − el primer libro Cabalístico

Libro de la Vida (Etz Jaim) − el libro principal de texto Cabalístico

Libro de Zohar (El libro del Esplendor) − colección de sabiduría o conocimiento superior

Luz Circundante, OM, Ohr Makif − Luz que quiere entrar en la creación

Luz interior, Ohr Pnimi, OP − la Luz que llena el alma

Luz Reflejada, OH, Ohr Jozer − la intención de complacer al Creador

Luz Superior − el placer de otorgar

Maljut –el deseo de la creación para recibir placer o Luz

MaN − plegaria de corrección

Masáj − la fuerza anti-egoísta

Moshe − el atributo de Bina en un Partzuf

Mundo − la percepción de la creación de su estado

Mundo del Infinito − recepción ilimitada de la Luz

Mundo Espiritual − lo que se percibe con el deseo de otorgar

Mundo Superior − lo que se percibe dentro del deseo de otorgar

NaRaNHaY (Néfesh, Rúaj, Neshamá, Jayá, Yejidá) − las cinco luces de la creación

Néfesh − el mínimo de la Luz o la Luz de la etapa "cero"

Neshamá − Luz en el segundo nivel

NétzajZA en Partzuf

Nuestro mundo − percepción sin la pantalla

Pantalla − la intención de complacer al Creador

Partzuf – los deseos que se distribuyen en función del tamaño de la pantalla

Placer − la percepción de la Luz

Primera restricción – la cesación de sentir placer por nuestro propio bien

Rashbi − Rabino Shimon Bar Yojai, autor de “El Libro del Zohar

Reencarnación de la Vida (Gilgul) – las correcciones sucesivas del alma

Rompimiento, Shvirá – la pérdida de la intención “por el bien del Creador”

Ruaj − la Luz del primer nivel

Sabores de la ToráOhr Pnimi, la Luz interior del alma

Secretos de la Torá − la Luz que es alcanzable sólo después de la corrección final

Segunda Restricción − la prohibición del uso del deseo para recibir

Sexto cuerpo de percepción − el alma, el deseo de sentir el placer de la Luz del Creador

Talmud de Babilonia − descripción de las leyes espirituales usando el lenguaje terrenal

Talmud de los Diez Sefirot (TES) − el libro de texto principal de los estudiantes de la Cabalá

Tierra de Israel − el nivel de Bina (Israel) alcanzado por Maljut (Tierra)

Tiferet − el atributo de otorgamiento de la creación

Torá − la Luz superior que corrige y llena

Torá (el Pentateuco) – el relato de la corrección mediante el lenguaje cotidiano

Vasija − deseo

Yejidá − la Luz más grande de la creación

Yesod − el lugar de adhesión entre la creación y el Creador

Yetzirá − el mundo de los ángeles

ZA (Zeir Anpin) − el pequeño estado de la creación

 

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        El Libro del Zóhar            (El Libro del Esplendor

Fuente de sabiduría que trasciende los límites del tiempo y base de todos los escritos cabalísticos.

 

 


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