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7. ¿Qué quiere decir que el hábito se convierte en una segunda naturaleza?

Lo escuché en 1943

Cuando nos acostumbramos a algo, para no­sotros eso se convierte en una segunda naturale­za. Por lo tanto, no existe nada en lo que el hom­bre no pueda sentir su realidad. Esto quiere decir que, aunque uno no tenga sensación alguna sobre determinada cosa, aún puede llegar a sentirla al acostumbrarse a ella.

Es preciso entender que existe una diferencia entre el Creador y las criaturas en lo referente a las sensaciones. Para las criaturas existen “el que percibe” y “lo percibido”, o lo que es lo mismo, el que alcanza y lo alcanzado. Esto significa que tenemos alguien que siente y que está conectado con cierta realidad.

Sin embargo, una realidad sin alguien que la perciba es el Creador en Sí. En Él “no exis­te pensamiento ni sensación alguna”. Esto no es así en relación a una persona: su existencia como un todo existe solamente por medio de la sensación de la realidad. Incluso la validez de la realidad se comprueba con respecto a aquellos que la perciben.

En otras palabras, aquello que el “perceptor” prueba o siente es lo que considera verdadero. Si alguien prueba algo amargo en la realidad, es decir, que se siente mal en la situación en la que se encuentra y sufre por causa de ese estado, entonces, se le considera malvado con respecto a la labor, ya que condena al Creador, pues Él es llamado “Bueno y Benefactor” porque sólo otorga bondad al mundo. Aun así, con respecto a la sensación de esa persona, ella siente que ha recibido lo contrario del Creador; es decir, que la situación en la que se encuentra es mala.

Por lo tanto, debemos comprender que lo que escribieron nuestros sabios (Talmud, Berajot 61), “El mundo no fue creado sino sólo para los totalmente malvados o para los totalmente rec­tos”, quiere decir lo siguiente: Uno puede, ya sea probar y sentir un buen gusto en el mundo, y así justificar al Creador y decir que Dios le otorga sólo bondad al mundo; o probar y sentir un gusto amargo en el mundo, y entonces, ser “malvado” porque estaría condenando al Creador.

Resulta que todo es medido de acuerdo a la sensación de uno. No obstante, todas estas sen­saciones no guardan relación alguna con el Crea­dor, tal como está escrito en el “Poema de Unifi­cación”: “Como ella siempre serás; ni escasez ni exceso en ti habrá”. Por ende, todos los mundos y todos los cambios existen sólo con respecto a los receptores, en la medida en que uno los adquiere.

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