You are here: Home / Biblioteca / Yehuda Ashlag (Baal HaSulam) / Shamati / 43. Acerca de la verdad y la fe

43. Acerca de la verdad y la fe

Lo escuché

“Verdad” se refiere a aquello que uno siente y ve por medio de sus ojos. Este discernimien­to recibe el nombre de “recompensa y castigo”, pues nada puede obtenerse sin esfuerzo. Ponga­mos por ejemplo una persona que se sienta en su hogar y que no quiere hacer nada para procurarse su sustento. Esta dice que, ya que el Creador es el Bueno y Benevolente, y ya que Él es el pro­veedor de todo, le transmitirá sus requerimientos a Él mientras que ella, por otra parte, no tiene necesidad de hacer nada.

Claro que si esta persona se comporta de esta manera, con toda certeza morirá de hambre. Esto es evidente a los ojos de cualquiera, porque cae de maduro; y es lógico y razonable que así suce­da; o sea, que muera de hambre.

Pero a la misma vez uno debe creer y con­vencerse de que, más allá de toda razón, podría conseguir todo lo que necesita sin esfuerzos ni preocupaciones de ningún tipo, por causa de la Providencia individual. En otras palabras, el Creador realiza y realizará toda acción; y uno no Le ayuda a Él en nada, sino que es el Creador quien hace todo. Y uno no puede añadir ni sus­traer nada a lo que Él hace.

Aun así, ¿cómo pueden ir de la mano estas dos cosas, considerando que una está en oposi­ción con la otra? Una se refiere a lo que la mente de uno alcanza o comprende, e indica que sin la ayuda del hombre, sin un trabajo y un esfuerzo previos, no podrá lograrse nada. A esto se le lla­ma “la verdad”, pues el Creador deseaba que uno se sintiese de esta forma. Y por eso, este camino se llama “el camino de la verdad”.

Pero no queden perplejos por el siguiente di­lema: si estos dos caminos son opuestos entre sí, ¿cómo es posible que este estado sea verdadero? La respuesta es que, si la verdad se refiere a la sensación de que el Creador deseaba que uno se sintiese de esa forma, entonces esto es “la ver­dad”. De esto resulta que lo relativo a la verdad puede ser dicho precisamente acerca del Crea­dor, acerca de Su voluntad, y que Él desea que uno se sienta y mire de esta manera.

Sin embargo, a la misma vez uno debe creer y estar convencido de que aunque no perciba ni vea con los “ojos” de la mente el hecho de que el Creador pueda ayudarle a obtener todos los beneficios que pueden ser ganados sin esfuerzo de su parte, esto es cierto sólo con respecto a la Providencia individual.

La razón por la cual uno no puede alcanzar el discernimiento de la Providencia individual antes de alcanzar el de “recompensa y castigo”, es que la Providencia individual es algo eter­no, mientras que su mente no es eterna. Y algo eterno no puede vestirse dentro de algo que no sea eterno. Pero en cuanto uno haya obtenido el discernimiento de “recompensa y castigo”, este se convierte en un Kli (vasija) dentro del cual se puede vestir la Providencia individual.

Ahora podemos comprender el verso: “Oh Se­ñor, salva; Oh Señor, triunfa”. “Salva” se refiere a “recompensa y castigo”. Uno debe rezar para que el Creador le provea trabajo y esfuerzo por medio de los cuales pueda ser recompensado. Al mismo tiempo, uno debe rezar por el éxito, que consiste de la Providencia individual, y que indica que será recompensando con todos los beneficios del mun­do sin trabajo ni esfuerzo de su parte.

También podemos ver esto en lo relativo a las posesiones corporales (de este mundo físico, que se disciernen por su separación en lugares dis­tintos; o sea, en dos cuerpos diferentes, mientras que en la espiritualidad todo existe en un solo cuerpo, pero en dos veces). Hay personas que ad­quieren sus posesiones específicamente a través de grandes esfuerzos, energía e ingenio; pero a la misma vez vemos lo contrario: hay quienes no son tan ingeniosos, ni tienen tanta energía, ni se esfuerzan tanto, pero aun así triunfan y hasta se convierten en los mayores poseedores de propie­dades del mundo.

La explicación a esto es que estos sujetos corporales surgen y se extienden de sus raíces superiores; es decir, del discernimiento de “re­compensa y castigo” y de la Providencia indi­vidual. La única diferencia radica en que en la espiritualidad se manifiesta en un lugar, en solo sujeto, pero uno a uno. Esto quiere decir que su­cede dentro de una persona, pero en dos estados. Y en lo corporal, en cambio, ocurre de una vez, pero en dos sujetos diferentes; o sea, de una sola vez y en dos personas distintas.

Back to top