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65. Acerca de lo revelado y lo velado

Lo escuché el 29 de Tévet; 18 de enero de 1942

Está escrito que “Las cosas secretas Le pertenecen al Señor nuestro Dios; pero las cosas que son reveladas nos pertenecen a nosotros y a nuestros hijos por siempre, para que (a través de ellas) podamos realizar todas las palabras de esta regla”. Debemos preguntar lo siguiente: “¿Qué viene a decirnos el texto a través de que las cosas secretas Le pertenecen al Señor?”. No debemos decir que “velado” signifique “inalcanzable” y que “revelado” signifique “alcanzable”. Podemos observar que hay personas con conocimiento de la parte velada, y personas que no poseen conocimiento alguno de ella.

Y no se puede decir que esto signifique que haya más gente con conocimiento de la parte revelada que de la velada. Si no, estaríamos considerando solamente una parte de todo el conjunto.

El hecho es que, en este mundo, vemos que existen actos que se revelan a nuestros ojos como acciones. Esto significa que la mano del hombre está involucrada allí. Por otra parte, también vemos que existen actos que son ejecutados aun sin que el hombre pueda tener participación alguna. En lugar de éste, es una fuerza oculta la que allí opera.

Es así como lo establecieron nuestros sabios: “Dentro del hombre existen tres socios: su padre, su madre y el Creador”. La parte revelada está representada por el mandamiento de ser fecundos y multiplicarse. Este acto es ejecutado por los padres. Y si los padres cumplen con su deber de forma correcta, el Creador introduce un alma en el recién nacido. Quiere decir que sus padres se ocupan de la parte revelada, pues es la única que pueden realizar; pero la parte oculta, que implica introducir al alma en el recién nacido, es algo que de lo cual los padres no pueden ocuparse. Sólo el Creador Mismo puede hacerlo.

De forma similar, con las Mitzvot debemos ocuparnos sólo de la parte que está revelada; pues sólo aquí podemos actuar; es decir, dedicarnos a la Torá y las Mitzvot a modo de “satisfacer Su palabra”. Sin embargo, no podemos hacer nada en lo que respecta a la parte que está oculta, que viene a ser el alma en la observancia de la Torá y las Mitzvot. Y cuando uno observa la Torá y las Mitzvot en acción, es decir, “de hecho”, debe rezarle al Creador para que Él se ocupe de la parte que está velada, y que consiste en introducir un alma dentro de la parte práctica que a nosotros nos corresponde.

La parte práctica recibe el nombre de “una vela de una Mitzvá”. Como lo indica la palabra, son sólo velas; y por ende deben ser encendidas por la “Luz de la Torá”. La Luz de la Torá enciende la Mitzvá, y da el alma y la vida a la parte práctica (nuestro trabajo). Sucede igual que con el recién nacido, para cuya creación existen (los) tres socios.

Y a esto se refieren las palabras “las cosas que son/están reveladas nos pertenecen”; es decir, que debemos trabajar según “lo que sea que tu mano consiga hacer por medio de tu fuerza, eso has de hacer”. Es solamente aquí que podemos actuar. Pero para obtener el alma y la vitalidad, se depende del Creador.

Y esto es lo que quiere decir: “Las cosas secretas Le pertenecen al Señor nuestro Dios”. El Creador promete que si cumplimos con nuestra parte, que consiste de la parte que nos es/está revelada, actuando según las condiciones de la Torá y las Mitzvot en la parte práctica, el Creador introducirá un alma dentro de nuestros actos. Pero antes de ser recompensados con la parte velada, llamada “el alma”, nuestra parte revelada no es más que un cuerpo desprovisto de alma. Por eso debemos ser recompensados con la parte oculta; y esto depende sólo del Creador.

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