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109. Dos tipos de carne

Lo escuché el 20 de Jeshván

Normalmente distinguimos dos tipos de car­ne: la carne de animal y la carne de pez; y en ambas hay signos de impureza. La Torá nos in­dicó signos por medio de los cuales saber cómo evitar esa impureza para no caer bajo el dominio de de la misma.

Para el pescado nos señaló el signo de las ale­tas y las escamas. Cuando uno ve estos signos en un pez, sabe cómo ha de cuidarse para no caer en manos de la impureza. Snapir (heb: Aleta) im­plica Soné-Pe-Or (heb: odiar-Boca-Luz). Esto se refiere a Maljut, que también se llama “boca”; y todas las Luces vienen de ella, que se discierne como fe.

Y cuando uno descubre que se encuentra en un estado de gusto a polvo, en un momento en el que debe creer, sabe por cierto que debe corregir sus acciones. Y esto recibe el nombre de “Shejiná (heb: Divinidad) en el polvo”. Uno debe rezar para levantar a la Divinidad del polvo.

Kaskéset (heb: Escamas) quiere decir que en un tiempo de Snapir uno es incapaz de trabajar. Pero cuando se sobrepone al estado de Snapir, surge en su mente una pregunta acerca de la Pro­videncia. Y esto se llama Kash (heb: Paja). A ese estado cae uno desde su trabajo. Más tarde uno supera esto y comienza a trabajar por encima de la razón, y nuevamente, vuelve a surgir en su mente otra duda respecto de la Providencia.

Resulta que tiene Kash dos veces, las cuales vienen a ser Kas-Késet (heb: Escamas). Y cada vez uno prevalece sobre ellas por encima de la razón, ascendiendo y luego volviendo a descen­der. Entonces ve que no puede prevalecer a causa de la proliferación de dudas. En ese estado uno no tiene otra alternativa que clamar al Creador, tal como está escrito: y los Hijos de Israel sus­piraron a causa de la servidumbre, y clama­ron, y su clamor subió a Dios, y Él los liberó de Egipto”; o sea, los sacó de todos los problemas.

Nuestros sabios pronunciaron una máxima muy famosa, según la cual el Creador dice: “Él y Yo no podemos habitar en la misma morada”. Esto se debe a que son opuestos entre sí, pues existen dos cuerpos en el hombre: el cuerpo in­terno y el cuerpo externo. El sustento espiritual se viste dentro del cuerpo interno, que corres­ponde a la fe y al atributo de otorgar, llamados “mente y corazón”. Y el cuerpo externo posee el sustento corporal, que consiste de conocer y recibir.

Y en el medio, entre el cuerpo interno y el cuerpo externo, hay un cuerpo intermedio que no posee nombre propio. Sin embargo, si uno reali­za buenas obras, el cuerpo intermedio se adhiere al cuerpo interno; y si uno realiza malas obras, el cuerpo intermedio se adhiere al cuerpo exter­no. De esta forma, uno tendrá sustento corporal o sustento espiritual. Sucede que a causa de la oposición que existe entre lo interno y lo externo, si el cuerpo inter­medio se adhiere al cuerpo interno, esto se consi­dera la muerte del cuerpo externo. Y si se adhie­re al cuerpo externo, se considera la muerte del cuerpo interno. Esto se debe a que, en tal caso, la elección depende del cuerpo intermedio: con­ tinuar adhiriéndose a Kedushá (heb: Santidad) o a su opuesto.

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