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111. Aliento, sonido y habla

Lo escuché el 29 de Siván, Jerusalén, 2 de julio de 1943

Existe una noción de aliento, sonido y habla, existe una noción de hielo, y existe la noción de terrible. El aliento representa la Luz que retor­nan, que viene del Masaj (heb: Pantalla). Esta es una fuerza limitante. En la medida en que no sea acumulada al punto de “no les dejen volver al estado de necedad”, se le llama “aliento”.

Cuando alcanza su máxima expresión, esta li­mitante, el Masaj con la Luz que retorna, recibe el nombre de sonido. que viene a ser como una advertencia que le dice a uno que no debe transgredir las leyes de la Torá. Y de hacerlo, apenas haya cometido la transgresión, dejará de sentir el gusto de la misma. Por ende, cuando sabe con certeza que si transgrede habrá de llegar a un alto, termina reteniendo la limitación.

Y entonces llega a un estado de “habla”, que representa a Maljut. En ese momento puede ocurrir el Zivug (heb: Acoplamiento espiritual) del Creador con la Divinidad, con lo cual la irradiación de Luz de Jojmá se extiende hacia abajo.

Es sabido que existen dos grados:

1) Otorgamiento sin nada de recepción.

2) Recepción con el fin de otorgar.

Entonces, cuando ve que ya ha llegado al gra­do en que puede recibir con el fin de otorgar, ¿por qué necesita la servidumbre que consiste sólo de otorgar con el fin de otorgar? Después de todo, el Creador percibe mayor satisfacción de la recep­ción con el fin de otorgar, puesto que la Luz de Jojmá que entra dentro del Kli (vasija) de recep­ción es la Luz del propósito de la Creación. Por lo tanto, ¿por qué ha de ocuparse en el trabajo de otorgar con la intención de otorgar, que viene a ser la Luz de la corrección de la Creación?

En ese momento deja de percibir gusto inme­diatamente, y queda completamente desnudo. Esto se debe a que la Luz de Jasadim es la Luz que envuelve y que viste la Luz de Jojmá. Y si falta esta vestidura, aunque posea la Luz de Joj­má, no tendrá nada con qué envolverla y vestirla.

En ese momento llega al estado que llamamos “el terrible hielo”. El motivo de esto es que Yesod de Aba, que transmite Jojmá, y de quien se dice que es “estrecha en Jasadim y larga en Jojmá”, se convierte en hielo. Ocurre como con el agua que se ha cristalizado: aunque haya agua, esta no se expande hacia abajo.

Y a Yesod de Ima se le dice “terrible”, y se le considera corta y ancha. Es corta, porque hay un bloqueo sobre Jojmá; o sea, por la ausencia de Jojmá que hay allí debido al segundo Tzimtzum (heb: restricción). Y es “terrible”. Por ende, se debe precisamente a estas dos cosas: a que la Joj­má se extiende a través de Yesod de Aba (padre), y a que la Jasadim se extiende a través de Yesod de Ima (madre).

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