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145. Qué significa que les otorgará sabiduría específicamente a los sabios

Lo escuché el 5 de Trumá, 11 de febrero de 1943

“Les otorgará sabiduría a los sabios”. Él pre­guntó: “¿No debería haber dicho que les otorga­ría sabiduría a los necios?”.

Y dijo: “Se sabe que no hay coerción en la espiritualidad”. Por el contrario, esta le es dada a cada uno de acuerdo con su propia voluntad. La razón es que la espiritualidad es la fuente de vida y de placer. Por ende, ¿cómo puede algo bueno ser coaccionado? Lo vemos en que cuan­do observamos la Torá y las Mitzvot lo hacemos de manera coaccionada, pues nuestro cuerpo se rehúsa a ello y debemos sobreponernos a su inclinación. Esto se debe a que no siente placer del Trabajo. Y la razón de esto debe radicar en el hecho de que no percibe la espiritualidad en él, pues como hemos dicho, la espiritualidad es la fuente de vida y de placer; y como dice el Santo Zóhar: “Donde hay Labor, está la Sitra Ajra”.

Este es el motivo por el cual solamente los sa­bios pueden adquirir sabiduría, ya que los necios no tienen necesidad de ella. Sucede que sólo los sabios pueden recibir sabiduría por causa de su naturaleza. Esto quiere decir que aquel que es sabio, ama la sabiduría, ¡y esta consiste de su único deseo! Y, de acuerdo con la máxima, de­cimos que “no hay prevenciones ante un deseo”, pues, en este caso, es capaz de realizar cualquier esfuerzo para obtener sabiduría. Por eso, en úl­tima instancia habrá de ganar sabiduría. De este modo, a fin de cuentas quien ama la sabiduría habrá de ser llamado “sabio”.

Pero respecto de los necios está escrito que “un necio no se deleita en el entendimiento”. El versículo que dice “les otorgará sabiduría a los sabios” viene a decirnos que aquel que ama la sabiduría no quedará desanimado por el hecho de no haber ganado sabiduría a pesar de haber realizado grandes esfuerzos. En cambio, con­tinuará con su trabajo y ciertamente terminará adquiriendo sabiduría, porque ama la sabiduría. Por eso se dice: “Sigue por esta senda y ten cer­teza de que has de triunfar”.

Sin embargo, debemos entender lo siguiente: ¿qué podemos hacer si por naturaleza “la cría de un asno ha de nacer como hombre”? ¿De dónde habrá de sacar el deseo para procurar sabiduría?

Para esto se nos dio el consejo de trabajar de acuerdo con “cumplir Su palabra” y de “procu­rar escuchar la voz de Su palabra”. Esto significa que uno siempre intenta alcanzar lo que desea. Por ende, aquí, cuando no tiene deseo alguno por sabiduría, vemos que lo que le falta es el deseo por la misma. Por causa de esto comienza a tratar de obtener el deseo de sabiduría, puesto que esto es lo único que necesita.

Y la regla indica que uno debe dedicarse a la Torá y al Trabajo, aunque su deseo no esté volca­do hacia ellos. Por eso mismo se llama “esfuer­zo”. Quiere decir que uno puede hacer ciertas cosas aunque no sienta ningún deseo por aquello que está haciendo. Así lo declararon nuestros sa­bios: “lo que sea que tu mano alcance hacer a tra­vés de tu fuerza, eso has de hacer”. Y gracias al esfuerzo invertido, se formarán en uno el deseo y el ansia por sabiduría.

Y de este modo, el versículo que dice “le otor­gará sabiduría a los sabios” habrá de volverse cierto para uno, y adquirirá “poder escuchar la voz de Su palabra, de su Verbo”. De esta forma, aquella acción que previamente era meramente un acto sin una intención, ahora ha adquirido el deseo que le faltaba.

Por lo tanto, si deseamos saber quién ama la sabiduría, debemos mirar a aquellos que se es­fuerzan por conseguirla, aunque aún no hayan sido recompensados con estar entre aquellos que aman la sabiduría. La razón para esto es que, como ya hemos dicho, a través de su esfuerzo se volverán merecedores de estar entre aquellos que aman la sabiduría.

Y después, una vez que ya tienen el deseo por la sabiduría, adquieren sabiduría. De esta mane­ra, vemos que el deseo por la sabiduría represen­ta el Kli, y la sabiduría en sí representa la Luz. Y este es el sentido de la máxima que dice que “no existe coerción respecto de la espiritualidad”.

La Luz de Jojmá (heb: Sabiduría) es la Luz de la vida. Aquí la Jojmá no es percibida como un concepto intelectual, sino como la vida mis­ma, la esenciad de la vida, al punto que sin ella uno puede considerarse “muerto”. Por esta razón podemos decir que la sabiduría (también) se de­nomina Jaiá (heb: viva).

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