Nos
parece que podemos elegir entre ser egoístas o altruistas. Pero si
examinamos la Naturaleza, encontraremos que el altruismo es una ley
fundamental. Por ejemplo, cada célula en el cuerpo es
intrínsicamente egoísta, pero, para poder existir, debe despojarse
de sus tendencias egoístas en favor del bienestar del mismo. La
recompensa para la célula es no sólo experimentar su propia
existencia, sino también la vida del cuerpo entero.
Nosotros, de igual forma, debemos desarrollar tal conexión entre
nosotros. Así, cuanto más logremos establecer este lazo, mejor
percibiremos la existencia eterna de Adam (Adam HaRishon, el
Alma Colectiva) en lugar del carácter pasajero de nuestra existencia
física.
Particularmente hoy día, el altruismo
se ha tornado esencial para nuestra supervivencia. Se ha hecho
evidente que todos nosotros estamos interconectados y dependemos uno
del otro. Esta interdependencia ha dado lugar a una
definición innovadora y precisa del altruismo:
Cualquier acción o intención que se origine en la necesidad de
integrar la humanidad en una sola entidad es considerada altruista.
Inversamente, toda actividad o intención que no se enfoque en
unir a la humanidad es egoísta.
Nuestra oposición a las leyes de la Naturaleza es la fuente de todos
los sufrimientos que presenciamos en el mundo. Y por ser el
individuo el único que no las cumple, se puede concluir que es el
único elemento corrupto dentro de ella. El resto, es decir, los
minerales, las plantas y los animales, acatan las leyes altruistas
de ésta, por instinto. Sólo el comportamiento humano contrasta con
el del resto de la Naturaleza y con el Creador.
El
sufrimiento que vemos a nuestro alrededor no es únicamente propio.
Todos los demás niveles de la Naturaleza se ven afectados por
nuestras actividades equivocadas. Si corregimos nuestro egoísmo
transformándolo en altruismo corregiremos, por consiguiente, todo lo
demás: la ecología, el hambre, las guerras y la sociedad en general.
LA PERCEPCION MEJORADA
Aunque pareciera que el único cambio que tenemos que hacer es
considerar a los demás antes que a nosotros mismos, el altruismo, no
obstante, trae consigo un beneficio adicional: Cuando pensamos en
los demás nos integramos a ellos y ellos a nosotros.
Mirémoslo de esta forma: Existen alrededor de 6.5 mil millones de
personas alrededor del mundo actualmente. ?Qué pasaría si en
lugar de contar con dos manos, dos piernas y un cerebro para
controlarlos, tuviéramos trece mil millones de manos, trece mil
millones de piernas y 6.5 mil millones de cerebros para
controlarlos? ?Es confuso? No necesariamente, ya que todos
estos cerebros funcionarían como uno solo y las manos trabajarían
como un par de manos. Toda la humanidad sería como un solo cuerpo
cuya capacidad se vería aumentada en 6.5 mil millones de veces.
Además de convertirnos en seres superdotados, todo aquel que se
convierta en altruista recibirá también el regalo más deseado por
todos: la omnisciencia o conocimiento absoluto. Puesto que el
altruismo es el atributo del Creador, al adquirirlo, nuestra
naturaleza se asemeja a la de Él y empezamos a pensar como Él.
Comenzamos a saber por qué ocurren las cosas, cuándo deben suceder y
lo que debemos hacer para cambiar el curso de los acontecimientos.
En la Cabalá, a este estado se le llama “Equivalencia de Forma”.
Este
estado de percepción realzada, de equivalencia de forma, es la razón
por la que fuimos creados. Fuimos creados como una unidad que
posteriormente fue rota, y ahora debemos volver a integrarnos. En
este proceso de reunificación aprenderemos por qué la Naturaleza
actúa en la forma que lo hace y tendremos tanta sabiduría como el
Pensamiento que la creó.
Cuando nos unifiquemos con la Naturaleza nos sentiremos tan eternos
y completos como ella misma. En ese estado, aún cuando el
cuerpo deje de existir tendremos la sensación que continuamos
viviendo en la Naturaleza eterna. La vida corporal y la muerte
dejarán de afectarnos, ya que la percepción egocéntrica y limitada
que teníamos previamente habrá sido reemplazada por una perspectiva
altruista y comprehensiva.
HA LLEGADO EL MOMENTO
El
Libro del Zohar, la “Biblia” de la Cabalá fue escrito hace
dos mil años, aproximadamente. Nos afirma que hacia el final del
Siglo XX, el egoísmo de la humanidad se acrecentaría a niveles sin
precedentes, creando un sentimiento de vacío y falta de rumbo en
nuestras vidas nunca antes experimentado.
Entonces, apunta el Zohar, llegaría el momento de ofrecer la
Cabalá a toda la humanidad como un medio para adquirir la plenitud
mediante la semejanza con la Naturaleza.
El
proceso para alcanzar la plenitud, el Tikkún (la corrección),
no ocurrirá de una vez ni será simultáneo para todos. Para lograr
alcanzar dicho Tikkún el individuo debe desear que
suceda. Es un proceso que se produce a partir de la voluntad propia.
La
corrección se inicia cuando una persona se da cuenta que su
naturaleza egoísta es el origen de todo mal. Es una experiencia muy
personal e impactante, pero invariablemente lo lleva a uno a desear
transformarse, y cambiar del egoísmo al altruismo.
El
Creador nos trata a todos nosotros como con un ser único y unido.
Hemos intentado alcanzar nuestras metas de una manera egoísta, pero
hoy estamos descubriendo que nuestros problemas se resolverán sólo
al actuar colectiva y altruistamente. Entre más conscientes estemos
de nuestro egoísmo, más desearemos utilizar el método de la Cabalá
para transformar nuestra naturaleza al altruismo. No lo hicimos
cuando la Cabalá apareció por primera vez, pero podemos hacerlo
ahora porque sabemos que la necesitamos y porque es el único medio
para lograr la felicidad y la plenitud duraderas.
* El
Rav Dr. Michael Laitman es máster en ciber-nética, doctor en
filosofía y cabala, profesor de ontología y teoría del conocimiento.
Es fundador y presidente de Bnei Baruj y del Instituto ARI, en
Israel. Más información en
www.kabbalah.info.
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