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La entrega de la Torá

La Entrega de la Torá

(Matán Torá)

“Ama a tu prójimo como a ti mismo” (Levítico 19.18)

Rabí Akiva dice: “Esta es una gran regla en la Torá

 

1) Este enunciado demanda una explicación, porque la palabra Klal (heb. regla) significa también entero, e indica la suma de los detalles que cuando son puestos juntos forman el entero de Arriba. Esto da como resultado que cuando él habla del Mitzvá “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” que es una gran regla de la Torá, nosotros debemos entender que todos los otros 612 Mitzvot (preceptos) en la Torá con todas sus interpretaciones no son ni más, ni menos que la suma de los detalles insertados y contenidos en el simple Mitzvá de “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Esto es bastante desconcertante porque tú pudieras aceptarlo acerca de los preceptos entre un hombre y su amigo, ¿Pero cómo puede un simple precepto soportar dentro de sí mismo todos los preceptos entre el hombre y el Señor, los cuales son la mayoría de los preceptos?

2)  Si nos esforzamos en encontrar una forma de reconciliar sus palabras, allí existe un segundo dicho, aun más sobresaliente, acerca de un converso que se acercó a Hilel (Shabat 31) y le pidió: “Enséñame toda la Torá mientras estoy parado en un solo pie”, Y él le contesta: “Todo lo que odies no lo hagas a tu amigo” (la traducción del Arameo de “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”), y el resto significa: ve a estudiar. Aquí ante nosotros se halla una clara Halajá (ley), que en todos los 612 preceptos y todos los escritos en la Torá no hay otro que sea preferido al de “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, porque todos ellos apuntan solamente a interpretar y permitir a nosotros observar el precepto de amar a nuestro prójimo sin reservas, desde que él dice específicamente, “El resto significa: ve a estudiar”. Lo que significa que el resto de la Torá son interpretaciones de ese único precepto, el cual no puede  estar completo sin estos otros.

3) Antes que nos adentremos en el corazón de este, debemos observar este precepto  cuidadosamente, como se nos dijo, “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. La frase “como a ti mismo” nos dice que debes amar a tu amigo en la misma medida en que tú te amas a ti  mismo, y en ninguna forma menos que eso. Refiriéndose con esto a que debes constantemente estar en guardia para satisfacer las necesidades de cada una de las personas de la nación de Israel, justo como tú estás en guardia para satisfacerte a ti mismo. Eso es absolutamente imposible, porque no mucha es la gente que puede satisfacer sus propias necesidades durante el día de trabajo, así que, ¿Cómo puedes decirles que trabajen para satisfacer los deseos de la nación entera? Y nosotros no podríamos pensar en la posibilidad de que la Torá exagere, porque esta nos previene de no agregar o restar, para demostrar que esas palabras y leyes fueron dadas con absoluta precisión.

4) Y si esto aun no es suficiente para ti, déjame decirte que la simple explicación del precepto de amar a tu amigo es aun más severa, que nosotros tenemos que poner las necesidades de nuestros amigos antes que las propias, como han escrito nuestros sabios con respecto al verso “Porque él es feliz contigo (Deuteronomio 15.16), al respecto del esclavo Hebreo: “Cuando algunas veces él no tiene más que una almohada, si  se recuesta en ella  y no se la da a su esclavo, no está observando “Porque él es feliz contigo”, porque él se recuesta en la almohada y el esclavo en el suelo. Y si él no se recuesta en ella y tampoco se la da a su esclavo, está reinando la parte Sodomita. De aquí se entiende que en contra de su voluntad él debe dársela a su esclavo, mientras él mismo se recuesta en el suelo.

También encontramos la misma instrucción en el enunciado acerca de la medida de amar a nuestro amigo, porque aquí también se compara la satisfacción de las necesidades de su amigo a la satisfacción de las propias, como en el ejemplo de “Porque él es bueno contigo” con respecto al esclavo hebreo. Así mismo si él no tiene más que una silla y su amigo ninguna, hay un veredicto si él se sienta en ella y no se la da a su amigo, está rompiendo el mandamiento de “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, porque no satisface las necesidades de su amigo como satisface las propias. Y si él no se sienta en ella y tampoco se la da a su amigo, es tan maligno como el reino Sodomita. Por lo tanto él debe dejar a su amigo sentarse en ella y  debe estar parado o sentarse en el suelo. Se entiende que esta ley se aplica a todas las cosas que están a su disposición y de las cuales su amigo carece. Y ahora vete y ve si este precepto es factible.

5) Primero debemos entender por qué la Torá  fue dada a la nación de Israel y no a toda la gente del mundo. Dios no permita que haya habido aquí nacionalismo envuelto. Seguro que solo una persona enferma pudiera pensar eso. En verdad nuestros sabios han examinado esta cuestión, lo que se entiende de sus palabras:”Dios  la dio a cada nación y lengua y ellos no la recibieron.”

Pero lo que encontraron desconcertante es ¿Por qué fueron llamados el pueblo escogido?, Como se dice aquí: “El Señor, tu señor te ha escogido a ti” (Deuteronomio 7,6), puesto  que ¿No había otra nación que la quisiera?  Más allá, ¿Pudiera ser que el Señor vino con la Torá en Sus manos a negociar con todos esos pueblos salvajes? Semejante cosa jamás se había oído y es completamente inaceptable.

6) Pero cuando comprendemos completamente la esencia de la Torá y Mitzvot que nos fueron dados  y su deseado propósito, tal como nos han instruido nuestros sabios, lo cual es el propósito de la gran creación que está erguida ante nuestros ojos, entonces  entenderemos todo. Porque el primer postulado es que no hay acto sin propósito. Y no hay excepción aquí aparte de las especies humanas más bajas o infantes. Por lo tanto es cierto que el Creador, cuya exaltada eminencia está más allá de toda concepción, no actuaría sin propósito, sea  este un acto grande o pequeño.

Nuestros sabios nos dicen  acerca de esto, que el mundo no ha sido creado con otro  propósito que el de observar la Torá y Mitzvot, o sea, como hemos sido enseñados por nuestros sabios, que el objetivo del Creador desde el tiempo que Él creó Su creación es el de revelar Su Divinidad a otros. Porque la revelación de Su Divinidad llega como una placentera recompensa  a la criatura que había estado creciendo hasta alcanzar la medida adecuada. Por ello, el poco elevado con verdadero reconocimiento se transforma en un carruaje para Él y no se separa de Él hasta que ambos alcanzan su consumación final: “Ni ojo ha visto a Dios aparte de ti” (Isaías 64.3), debido a la grandeza y magnificencia de esa perfección, la Torá y la profecía también se abstengan de pronunciar una simple palabra de exageración aquí, como nuestros sabios dijeron: “Todos los profetas no hicieron sus profecías para los días del Mesías, sino para el mundo por venir, ni tampoco ha visto el ojo un Dios aparte de Ti”.

Esta perfección está expresada en las palabras de la Torá y la profecía y en los mundos de nuestros sabios en la simple palabra “Devekut“(adhesión) Pero con el uso común de esa palabra por las masas, ésta casi ha perdido todo su contenido. Pero si alojas en tu mente esta palabra por un instante, estarás sobrecogido por su maravillosa estatura, porque si te imaginas lo enaltecido del Creador y lo bajo de la criatura, puedes percibir lo que la adhesión de las criaturas con el Creador significa y porque atribuimos a esa palabra el propósito de la creación completa.

Esto da como resultado que el propósito de toda la creación es que las criaturas bajas sean capaces, al observar la Torá y Mitzvot, y así elevarse hasta alcanzar adhesión con el Creador.

7) Pero aquí vienen los cabalistas y preguntan: ¿Por qué no fuimos creados en esta alta estatura de adhesión desde el principio? ¿Qué razón tuvo Él para darnos esta carga y trabajo de creación y la Torá y Mitzvot? Y ellos respondieron: “Él que come de lo que no es suyo, tiene miedo de mirar a su cara”, refiriéndose  a que el que come y disfruta el trabajo de sus amigos tiene miedo de mirar a su cara, que por eso él se ve más y más humillado hasta que pierde toda humanidad. Debido a que lo que se extiende de Su perfección no puede ser falta, Él nos dio lugar para ganarnos nuestra propia elevación, a través de nuestro trabajo en la Torá y Mitzvot.

Esas palabras son muy profundas y yo las he explicado en mi libro Panim Meirot y Masbirot al Árbol de la Vida, en la primera rama, y en el libro Talmud Eser Sefirot -Reflexiones internas Parte 1. Aquí Yo explico brevemente para hacerlas entendibles a todos.

8) Esto es como un hombre rico, que toma a un hombre del mercado y lo alimenta,  le da oro y plata y todo lo que deseara cada día. Cada día él le lleva más regalos que el día anterior. Finalmente el hombre rico pregunta: Dime, ¿Han sido todos tus deseos satisfechos? Y el hombre del mercado replica, aun no, porque cuan placentero sería si todas esas posesiones y cosas preciosas vinieran a mí a través de mi propio trabajo como lo fueron para ti, así no estaría yo recibiendo la caridad de tus manos. El hombre rico le dijo entonces: En este caso, no ha nacido persona alguna que pueda satisfacer tus deseos.

Es una cosa natural, porque por una parte él experimenta gran placer y disfruta estos cuando el hombre rico se los regala, pero por otra parte, es difícil  tolerar la vergüenza por la excesiva bondad que el rico le otorga. Es por una ley natural que el receptor siente vergüenza e impaciencia al recibir regalos del que los otorga sin compasión y sin pena. De aquí se extiende una segunda ley, que nadie será capaz de satisfacer las necesidades de su amigo por completo, porque ultimadamente el no puede darle  la naturaleza y la forma de auto-posesión, que solamente con el deseo de perfección es alcanzado.

9) En verdad nosotros necesitamos examinar el corazón y la fuente de esa ley natural, y quién fue el que implantó la mancha de vergüenza e impaciencia que sentimos al recibir caridad de alguien. Se entiende de una ley que los científicos conocen, que cada rama lleva la misma naturaleza que su raíz, y todas las conductas de la raíz, la rama también las desea, busca y ansía. Y por el contrario, todas las conductas que no están en la raíz, su rama, difiere de ellas, no las puede tolerar y es dañada por ellas. Esta ley es encontrada en cada raíz y rama, y no puede ser evadida.

Ahora aquí se abre ante nosotros una puerta para entender la fuente de todos los placeres y dolores que radican en este mundo. Desde que el Señor es la raíz de sus creaciones, todo lo que mora en Él y se extiende hacia nosotros directamente de Él lo sentimos como un placer y un deleite, porque nuestra naturaleza está junto a nuestra raíz.     

Las conductas que no radican en Él, y que no se extienden directamente de Él, de acuerdo a la polaridad de la misma creación, serán en contra de nuestra naturaleza y difíciles de tolerar por nosotros. Por ejemplo, amamos descansar y odiamos movernos mucho, tanto que no hacemos un simple movimiento si no es por alcanzar el reposo. Esto es porque nuestra raíz esta inmóvil en constante reposo, y ningún movimiento existe en Él, Dios perdone que lo hubiera. Por lo tanto esto es odiado por nosotros y va contra nuestra naturaleza también.

Por la misma razón amamos la sabiduría, fuerza y riqueza, porque todas ellas radican en Él, quien es nuestra raíz. Y por lo tanto odiamos los opuestos, como la locura, la debilidad y la pobreza, porque ellas no radican en Él, lo cual nos hace odiar y nos hiere intolerablemente.

10) Esto es lo que nos da el repugnante sabor de vergüenza e impaciencia cuando recibimos de otros en forma de caridad, porque en el Creador no lo hay, Dios perdone, cualquier cosa como el recibir un favor, ¿De quién podría Él recibir? Y porque ese elemento que no existe en nuestra raíz, lo sentimos tan repulsivo y opuesto. Por otra parte, sentimos deleite y placer con cada concesión que hacemos a los otros, porque esa conducta radica en nuestra raíz, la cual es caritativa.

11) Ahora hemos encontrado una forma de escrutinio del propósito de la creación, el cual es la adhesión con Él en su verdadera apariencia. Esta exaltación y adhesión, la cual se garantiza que venga a nosotros a través de  nuestro trabajo en la Torá y Mitzvot, no es más ni menos que la equivalencia de las ramas con su raíz, de la cual cada gentileza, placer y sublimidad se transforma en una extensión natural, como hemos dicho arriba, el placer es solamente en la equivalencia de forma con el Creador. Y cuando nosotros regulemos cada conducta que esté en nuestra raíz sentiremos deleite, y cada cosa que no esté en nuestra raíz se transformará intolerable, desagradable, o considerablemente dolorosa para nosotros. Naturalmente encontraremos que nuestra esperanza depende por completo en nuestra equivalencia con la raíz.

12) Estas fueron las palabras de nuestros sabios cuando preguntaron: “¿Por qué debería importarle a Dios si uno degolla en la garganta o en el cuello?” Después de todo, los Mitzvot fueron dados para limpiar a la gente, y esa limpieza significa la limpieza del cuerpo turbio, propósito que emerge de la observación de los Mitzvot.

“Un asno salvaje debe ser transformado en hombre” (Job 11,12), porque cuando él sale del seno de la creación está en completa inmundicia y bajeza, o sea que una multitud de amor propio está impresa en él, cuyo movimiento se revuelve solamente alrededor de él mismo, sin un fragmento de concesión a los demás.

En esa situación se encuentra en lo más distante de la raíz, en el otro extremo, porque la raíz es toda concesión sin un indicio de recepción, mientras por el contrario el recién nacido es todo auto-recepción sin un indicio de concesión. Por lo tanto su situación está considerada como el  mínimo punto de bajeza y suciedad, el cual es nuestro mundo humano. A medida de que él crece recibe de su medio ambiente porciones de “otorgar a los demás”, dependiendo de los valores y desarrollo de su medio ambiente. Entonces es iniciado en la Torá y Mitzvot por motivo de su amor propio, por recompensa en este mundo y en el siguiente, que es llamado no por Su nombre (Lo Lishmá), por que no podría acostumbrarse de ninguna otra forma.

A medida de que pasan los años, se le dice como observar la Torá por Su nombre (Lishmá), lo cual es con un propósito especial, solamente para dar contento a su Creador, como el RaMBaM dijo: “A las mujeres y a los niños no se les puede pedir que observen la Torá y los Mitzvot por Su nombre, porque no la cumplirían. Solamente cuando crezcan y alcancen conocimiento y sabiduría son enseñados a trabajar por Su nombre”. Como dijeron nuestros sabios: “de Lo Lishmá, uno llega a Lishmá”, lo que es definido por el objetivo de llevar contento a su Creador y no por amor propio.

A través del remedio natural de estudiar la Torá y Mitzvot por Su nombre algo que quien nos dio la Torá sabe, como nuestros sabios dijeron: “El Creador dijo: He creado la inclinación al mal, He creado la Torá como condimento”, esa criatura desarrolla y marcha hacia arriba en grados de la  mencionada eminencia, hasta que pierde todos los remanentes de amor propio y que todos los Mitzvot en su cuerpo se eleven,  que cumpla todas sus acciones solo para otorgar, que aun la necesidad que el recibe fluya en la dirección de poder otorgar. Y esto es lo que nuestros sabios dijeron: “Los Mitzvot no fueron dados, más que para limpiar a la gente con ellos”.

13) Hay dos partes en la Torá: 1) Mitzvot entre el hombre y Dios, y 2) Mitzvot entre el hombre y su prójimo, ambos apuntan a la misma cosa: llevar a  la criatura a su propósito final de adhesión con Él.

Mas allá, aun en la  práctica de ambos es realmente uno y el mismo, porque cuando uno cumple  un acto por Su nombre, sin ninguna mezcla de amor propio, refiriéndose a sin encontrar ningún beneficio para sí mismo, entonces la persona no siente diferencia si está trabajando para amar a su amigo o para amar al Creador.

Esto es porque es una ley natural para todo ser que cualquier cosa fuera de su propio cuerpo está considerada irreal y vacía, y cualquier movimiento que una persona hace para amar a su prójimo él cumple con la luz de retorno y tendrá una recompensa que finalmente retornara a él y le servirá para su propio bien. Semejante acto no puede ser considerado “Amar al prójimo” porque este es valorado por su fin,  es como esperar un pago que no será liquidado. De modo que, el acto de esperar pago no está considerado como amar al prójimo.

Pero haciendo cualquier clase de movimiento solamente como resultado del amor a otros, o sea sin una pizca de luz retornante y sin esperanza de auto-gratificación es completamente imposible. Al respecto se dice en el Zohar que “Cada acto de gracia que ellos cumplen es solo para sí mismos”.

Eso significa que todas las obras buenas que ellos hacen, hacia sus amigos o hacia su Dios, no son por su amor a otros, sino por amor a ellos mismos. Y eso es porque es completamente no natural.

Por lo tanto solo aquellos que observan la Torá y Mitzvot están calificados para eso, porque al acostumbrarse uno mismo a observar la Torá y Mitzvot para llevar contento a nuestro Creador, uno gradualmente sale del seno de la creación natural y adquiere una segunda naturaleza, siendo la mencionada arriba de amar a otros.

Esto es lo que llevó a los cabalistas del Zohar,  excluir las naciones del mundo del asunto de amar a su prójimo, cuando dijeron que “Cada acto de gracia que ellos cumplen es para sí mismos”, porque ellos no están involucrados en observar la Torá y Mitzvot por Su nombre, y el asunto de adoración a sus dioses es por recompensa y seguridad en este mundo y en el siguiente. Así, la adoración de sus dioses es debido a su amor por sí mismos, y nunca cumplirán con una acción que esté más allá de los límites de sus propios cuerpos, por lo cual no serán capaces de levantarse  ni siquiera una brizna arriba de su naturaleza básica.   

14) Así podemos ver claramente que hacia aquellos que observan Torá y Mitzvot por Su nombre, no hay diferencia entre las dos partes de la Torá, aun en el lado práctico, porque antes de que uno cumpla con esta, uno está obligado a sentir cualquier acto de otorgamiento, ya sea hacia el hombre o hacia Dios, como un vacio mas allá de toda comprensión. Pero a través de gran esfuerzo uno se eleva despacio y alcanza una segunda naturaleza, y entonces alcanza la meta final, que es la adhesión con Él.

Si este es el caso, es razonable pensar que la parte de la Torá, que trata con las relaciones del hombre con su amigo es capaz de llevarle hacia la meta, porque el trabajo en Mitzvot entre uno y el Señor es fijo y especifico y uno se puede acostumbrar a él, y todo lo que está hecho a través del habito no es útil, no obstante los Mitzvot entre uno y su amigo, están cambiando, son irregulares y hay constantes demandas nuevas hacia donde pueda uno voltear. Por lo tanto su virtud es mucho más experta, cierta y su objetivo más cercano.   

15) Ahora entenderemos la síntesis de las palabras de Hilel haNasí para el converso, de que la esencia de la Torá es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo, y los restantes seiscientos doce Mitzvot son solo una interpretación de este. Y aun los Mitzvot entre el hombre y Dios son también considerados como una calificación de ese Mitzvá, siendo el objetivo final de la Torá y Mitzvot, como nuestros sabios dijeron: “La Torá y Mitzvot no fueron dados más que para limpiar a Israel con ellos”. Lo cual es la limpieza del cuerpo, hasta que uno alcance una segunda naturaleza definida por nuestro amor por otros, refiriendo al precepto de “Amar a tu prójimo como a ti mismo”, el cual es el objetivo final de la Torá, después del cual uno alcanza adhesión final con Él.

Pero uno no debe asombrarse porque éste no fue definido en las palabras: “Y tú debes amar al Señor Tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza” (Deuteronomio 6.5). Esto es porque en verdad, para el hombre, quien está aun dentro de la naturaleza de la creación no hay diferencia entre el amor a Dios y el amor a su prójimo, porque todo lo que no es él, es irreal para él. Y porque ese prosélito le pidió a Hilel haNasí que le explicara el resultado deseado de la Torá, de tal forma que pudiera alcanzar su meta de manera fácil y no tener que caminar un largo camino para alcanzarla, cuando dijo, “Enséñame la Torá completa mientras estoy parado en un pie”. Por lo que se la definió como el amor a su prójimo, porque su objetivo está más cerca y es revelado más rápido por estar a prueba de falla y llevar en ella demanda.

16) En las palabras anteriores encontramos una forma de entender nuestro concepto de arriba (Ítems 3 y 4) acerca del precepto de “Amar a tu prójimo como a ti mismo”, cómo la Torá nos obliga a hacer algo que no pueda ser hecho.

En verdad contemplad, que por esa razón la Torá no fue dada a nuestros santos padres -Avraham, Itzjak y Ya´akov, sino que tomó hasta el éxodo de Egipto, y hasta que ellos se convirtieron en una nación de seiscientas mil gentes de veinte años de edad y más. Porque entonces a cada miembro de la nación se le preguntó si estaba de acuerdo a ese elevado trabajo, una vez que ellos estuvieron todos de acuerdo en el corazón y el alma, dijeron: “Naasé veNishmá” (“haremos y escucharemos¨) (Éxodo 24.7), entonces se hizo posible observar la Torá completa, lo que antes fue considerado imposible, se hizo posible.

Porque es cierto que si seiscientas mil gentes abandonaron su trabajo de satisfacer sus propias necesidades y no se preocuparon de nada sino solo de estar listos para que a sus amigos nunca les faltara nada, y más allá, que ellos observaron esto con un grandioso amor en sus corazones y en sus almas, dentro del completo significado de “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”, entonces está más allá de toda duda que ningún hombre de la nación necesitaría preocuparse por su propio bienestar.

Porque debido a eso él se transforma completamente libre de asegurar su propia supervivencia y puede fácilmente observar el precepto de “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”, obedeciendo todas las condiciones dadas en los Ítems 3 y 4. Después de todo, ¿Por qué habría de preocuparse acerca de su propia supervivencia cuando seiscientos mil leales amantes estarían listos y con gran preocupación para asegurarse de que no le falte nada?

Por lo tanto, una vez que todos los miembros de la nación estuvieron de acuerdo, inmediatamente se les dio la Torá, porque ahora fueron capaces de observarla. Pero antes de que se convirtieran en una nación, y ciertamente durante la era de los patriarcas, quienes eran únicos en la tierra, no estaban calificados para verdaderamente observar la Torá en su forma deseable. Y porque con un pequeño número de gente es imposible empezar  con el tema de los Mitzvot entre el hombre y su amigo al grado de “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” como se ha explicado en los Ítems 3 y 4. Es por ello que no se les dio la Torá.

17) De todo lo anterior se  puede entender una de las más desconcertantes frases de nuestros sabios; es decir, en aquello que dijeron que: Todos los hombres de Israel son responsables los unos de los otros “Bnei Israel Arevin Ze LaZe”, la cual parece completamente injustificada, porque ¿Sería posible que si alguien que ha pecado o cometido una felonía que disguste a su Creador, y que no tenga relación contigo, el Señor cobrara sus deudas de ti? Esta dice: “Los padres no deben ser puestos a muerte por los hijos…cada hombre debe ser puesto a muerte por su propio pecado” (Deuteronomio 24,16), así que ¿Cómo puedes decir que aun el que es completamente extraño, de quien no sabes nada, ni sus antecedentes, seas responsable de sus pecados?

Si eso no es suficiente para ti, nuestros sabios dicen: “Rabí Eleazar”, el hijo de Rabí Shimon dice: Desde que el mundo es juzgado por su mayoría y el individuo es juzgado por su mayoría, si él cumple un Mitzvá, él ha hecho a todo el mundo correcto, y si él comete un pecado, él ha hecho al mundo entero pecador, como dice: Un pecador perderá mucho bien”.

Así Rabí Elazar, el hijo de Rabí Shimon me hizo responsable por el mundo entero, desde que él piensa que el mundo entero es responsable el uno por el otro y cada persona lleva mérito o pecado al mundo entero. Esto es en verdad desconcertante.

De acuerdo a las palabras anteriores, podemos entender las de arriba de una forma simple, porque hemos mostrado que cada uno de los seiscientos  trece Mitzvot se mezclan alrededor del  simple Mitzvá de “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Encontrando que semejante estado puede existir solamente en una nación cuyos miembros estén todos de acuerdo.

 

 

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