Rabino Yehuda Ashlag
Ciencia y filosofía avanzan paralelamente a los
avances de la humanidad. Hoy, científicos y filósofos concuerdan en
que la investigación por el hombre, sobre el mundo que lo rodea, es
limitada.
1) En esta introducción quisiera aclarar
asuntos que son al parecer simples. Asuntos que cada uno maneja y
sobre los cuales mucho se ha escrito. Es que aún no hemos alcanzado
un conocimiento concreto y suficiente de ellos. Aquí están las
preguntas: ¿Qué es nuestra esencia? ¿Cuál es nuestro papel en la
larga cadena de la realidad de la que somos pequeños eslabones?
Cuando nos examinamos, muchas veces nos vemos
como seres corrompidos tan bajo como podamos serlo. Cuando
examinamos al Trabajador (Creador) que nos ha concebido, estamos
obligados a sentirnos llenos de elogio. Y, ¿no es lógico que de un
perfecto trabajador salgan sólo trabajos perfectos? Nuestra mente
nos dice que Él es completamente benevolente, más allá de toda
comparación. Entonces, ¿cómo Él creó tantas criaturas que sufren y
agonizan a través de todas sus vidas?, ¿No es la naturaleza del bien
dar o por lo menos no dañar de la manera que se hace? ¿Cómo es
posible que el infinito, sin inicio y sin final, extraiga de sí
mismo criaturas transitorias, mortales y finitas en sí mismas?
Indagación 1: ¿Cómo podemos imaginar una nueva
creación, que significa algo nuevo, que no sea parte de Él, cuando
es obvio para alguien de mente justa que no hay nada que no sea
parte de Él? ¿Cómo uno da lo que no tiene?
Indagación 2: Si se dice que a partir de Su
todopoderío, Él ciertamente puede crear existencia a partir de la
existencia, significando algo nuevo que no está en Él, surge la
pregunta: ¿Qué es aquella realidad que puede ser concebida, la cual
no tiene lugar en Él y que es completamente nueva?
Indagación 3: Tratando con lo que cabalistas
han dicho, que el alma de un hombre es una parte de Dios, de tal
manera que no hay diferencia entre Él y el alma, sino que Él es el
“todo” y el alma es una “parte”.
Ellos lo han comparado a una roca esculpida de
una montaña. No hay diferencia entre la roca y la montaña, excepto
que Él es un “todo” y la roca es una “parte”. Pero, ¿cómo podemos
imaginar aquello, acerca de Él, que Él separó una parte de Su
esencia, significando un alma, al punto tal de que puede sólo ser
comprendida como parte de Su esencia?
3)
Indagación 4: Debido a que la Carroza del
Mal y las cáscaras están al otro extremo de Su santidad, y que no se
puede concebir algo más remoto, cómo puede ser extraído o fabricado
de santidad, mucho menos, ¿cómo se sostendría?
Indagación 5: El asunto del ascenso de los
muertos: Puesto que el cuerpo es tan despreciable que inmediatamente
al nacer está sentenciado a perecer y ser enterrado. Además, “El
Zohar” dice que antes que el cuerpo se pudra enteramente, el alma no
puede ascender a su lugar en el Cielo, mientras haya aún remanentes
de él. Por consiguiente, ¿por qué el alma debe retornar y ascender
en el renacimiento de los muertos?, ¿No podría el Creador satisfacer
las almas sin eso?. Aún más, según nuestros sabios las personas
muertas están destinadas a elevarse con sus defectos para que no
sean confundidas con otras, y después, Él sanaría sus defectos.
Debemos comprender, ¿Por qué Dios vigilaría que esas almas no sean
confundidas por otras, para luego sanar sus defectos?
Indagación 6: Nuestros sabios dicen que el
hombre es el centro de la realidad, que los mundos superiores y este
mundo corporal y todo en ellos no fue creado sino por Él, obligando
al hombre a creer que el mundo hubo sido creado para él. Es difícil
comprender por qué si cada ser humano con todas sus limitaciones
asimila nada más un puñado de la realidad de este mundo y mucho
menos de los mundos superiores, cuya altura es inmensurable, el
Creador se tomó la molestia de hacer todo esto para él. Y además,
¿Por qué el hombre habría de querer todo aquello?.
4) Con el fin de comprender estás preguntas e
indagaciones, la clave es empezar a mirar el propósito de la
creación. Nada puede ser comprendido en el medio del proceso, sino
sólo en su final. Y está claro que no hay acto sin propósito, sólo
el demente puede actuar sin propósito.
Conozco que hay aquellos quienes arrojan sobre
sus espaldas la carga de la Torá y Mitzvot (preceptos), diciendo que
el Creador ha creado la realidad, luego la dejó sola y que debido a
la inutilidad de las criaturas, no es digno para el Creador
exaltado mirar sobre sus caminos pequeños.
Pero mientras consideremos que el Creador,
quien es perfecto de cualquier manera, es el único quien creó y
diseñó nuestros cuerpos con todos sus atributos despreciables y
admirables, comprenderemos que desde el fondo de la mano del
Trabajador Perfecto no puede emerger un acto imperfecto, puesto que
cada acto testifica a su ejecutante. ¿Qué culpa tiene un mal
vestido, si algún mal sastre lo hizo?
Sobre esto encontramos en el Talmud (Ta´anit
20) un cuento acerca del rabino Elazar quien se enfrentó a un hombre
repugnante. Él dijo entonces: “Cuán repugnante es aquel hombre”. El
hombre respondió: “Ve y dile al Artesano que me hizo: cuán
repugnante es este instrumento que Tú hiciste”. Por eso, aquellos
que claman que debido a nuestra bajeza, no es digno para Él
mirarnos, y que por consiguiente Él nos ha dejado, no hacen más que
mostrar públicamente su ignorancia.
Intenten imaginar que conocen a algún hombre
quien crearía criaturas precisamente así, ellas sufrirían y
agonizarían sus vidas enteras como hacemos nosotros, y no sólo esto,
sino que les daría la espalda, sin cuidarlas ni ayudarlas.
¿Cuán despreciable y bajo sería juzgado?
¿Puede tal cosa ser pensada por Él?
5) Por consiguiente, el sentido común indica
que debemos comprender el opuesto que parece estar en la superficie,
y decidir que somos realmente criaturas dignas y nobles, de
importancia inmensurable, actualmente dignas del Trabajador que nos
hizo. Si deseamos encontrar defectos en nuestros cuerpos, entonces
detrás de todas las excusas que demos, llegamos siempre al Creador,
quien nos creó. En la naturaleza dentro de nosotros está claro que
Él nos creó y no nosotros. Él también sabe todos los caminos que
fluyen desde la naturaleza y los atributos que Él creó en nosotros.
Es como hemos dicho, que debemos contemplar el fin del acto.
Entonces seremos capaces de comprender todo, como dice el dicho: “No
muestres a un tonto un trabajo incompleto”.
6) Nuestros sabios nos enseñan que el Creador
creó el mundo por ninguna otra razón sino la de entregarlo a Sus
criaturas. Aquí es donde debemos ubicar nuestra mente y corazón, es
el objetivo final del acto de la creación del mundo. Debemos tener
presente, que puesto que el pensamiento de la creación es de
entregarla a Sus criaturas, Él hubo de crear en las almas una gran
cantidad de deseo de recibir. Según la medida de cada placer y deseo
depende la medida del deseo de recibirlo. Cuanto más grande el deseo
de recibir, más grande el placer y cuanto menor es el deseo, menos
el placer de la recepción. De tal forma que el pensamiento de la
creación en sí mismo, dicta la creación de un excesivo deseo de
recibir, de corresponder al inmenso placer que Su pensamiento
todopoderoso entrega sobre las almas. Para el gran deleite y el gran
deseo de recibir debemos estar de acuerdo.
7) Una vez que hemos aprendido esto, hemos
empezado a comprender la segunda indagación a su plenitud y con
completa claridad. Hemos aprendido cuál es la realidad con que uno
puede fundamentar claras resoluciones, que no es una parte de Su
esencia, con la intensidad que podemos decir que es una nueva
creación (existencia a partir de la existencia). El pensamiento de
la creación es el de entregarla a Sus criaturas, Él creó una medida
del deseo de recibir de Él la generosidad y el gozo que planeó para
ellas. Así vemos que el deseo de recibir, el cual ciertamente no fue
una parte de Su esencia antes que Él lo hubiese creado en las almas,
porque ¿de quién podría Él recibir, que es algo nuevo que no está en
Él?.
Y junto a eso comprendemos, concordando con el
pensamiento de la creación, que no hubo necesidad de crear nada más
que el deseo de recibir. Toda la satisfacción en el pensamiento de
la creación, resulta directamente de Su esencia, sin tener necesidad
de recrearla, puesto que están ya extraída (existencia a partir de
la existencia) en el gran deseo de recibir que está en las almas.
Así vemos que el asunto de la creación renovada, desde el inicio
hasta el fin es sólo el “deseo de recibir”.
8) Ahora hemos llegado a comprender las
palabras de los cabalistas en la tercera indagación. Nos
sorprendemos de cómo fue posible decir acerca de las almas que
fueron una parte de Dios, semejante a una roca que es esculpida de
una montaña, que no hay diferencias entre ellos excepto que una es
una “parte” y la otra el “todo”. La roca que es esculpida de la
montaña llega a ser separada por un hacha creada para ese fin, pero
¿cómo podemos decir esto acerca de Su esencia?. Y, ¿con qué fueron
las almas divididas de Su esencia y excluidas del Creador para
llegar a ser criaturas?
Comprendemos claramente que como el hacha corta
y divide un objeto físico en dos, así el cambio espiritual de forma
lo divide en dos. Por ejemplo, cuando dos personas se aman la una a
la otra, decimos que se unieron una a otra como un cuerpo. Y cuando
se odian entre sí, decimos que están lejos como el oeste del este.
La semejanza de forma, es decir, que cuando la personas son iguales
en forma, que cada una ama lo que la otra ama y odia lo que la otra
odia, llegan a fusionarse. Y si hay algún cambio de forma entre
ellas, cuando a una de ellas le gusta algo que la otra odia y
viceversa, con intensidad llegan a distanciarse y hasta a odiarse
están consideradas tan lejos una de la otra como el este y el oeste,
en otras palabras, una el extremo de la otra.
9) Encontramos que en la espiritualidad el
cambio de forma actúa como el hacha en el mundo corporal, y la
distancia entre ellas es proporcional al contraste de la forma. A
partir de esto aprendemos que el deseo de recibir placer ha sido
impreso en las almas y que la forma está ausente en el Creador,
porque ¿de quién puede Él recibir?, que la diferencia de forma que
las almas adquirieron las separan de Su esencia como el hacha que
esculpe una roca de la montaña. Debido a la diferencia de forma las
almas fueron separadas del Creador y llegaron a ser criaturas. Sin
embargo, todo lo que las almas adquieren de Su Luz está extendido a
partir de Su esencia como la esencia a partir de la esencia.
Por lo tanto, Él expulsa aquéllas hasta que la
Luz que reciben en su vasija (el cual es el deseo de recibir) sea
correspondida, no hay diferencia entre ellas y Su esencia. Esto es
debido a que ellas reciben, existencia a partir de la existencia,
directamente de Su esencia, y la diferencia entre las almas y Su
esencia es sólo que las almas son una parte de Su esencia. Esto
significa que la cantidad de Luz que ellas reciben en sus vasijas
(siendo el deseo de recibir) está ya separada de Dios porque está
siendo recibida a través de la diferencia de forma del deseo de
recibir, la cual hizo una parte a través del cual ellas fueron
separadas del “todo” y llegaron a ser una “parte”. Así la única
diferencia entre ellas es que una es un “todo” y la otra es una
“parte”, como la roca que es esculpida de una montaña. Y
escudriñamos esto meticulosamente porque es imposible extenderse más
allá en una cuestión suprema.
10) Ahora podemos comprender la cuarta
pregunta: ¿Cómo es posible que a partir de Su Santidad surja la
carroza de la contaminación y las cáscaras, ya que son opuestas a Su
Santidad? y ¿cómo puede ser que Él las respalde? Debemos primero
comprender la esencia de la contaminación y las cáscaras, reconocer
que es el gran deseo de recibir, el cual dijimos es la esencia de
las almas.
Con el fin de enmendar la separación que
descansa sobre la vasija de las almas, Él creó todos los mundos y
los separó en dos sistemas, así como dice el verso: “Uno frente al
otro Dios los hizo”, los cuales son los cuatro mundos santos de ABYA
y opuestos a estos los cuatro mundos impuros ABYA. Él grabó el deseo
de entregar en los mundos santos de ABYA y sacó de ellos el deseo de
recibir para sí mismos, y lo impuso en el sistema de los mundos
impuros de ABYA que han llegado a ser separados del Creador y de
todos los mundos santos de ABYA.
Por esa razón las cáscaras son llamadas
“muerte”, como el versículo dice: “los sacrificios de la muerte
(Salmos 106, 28)”. Y la maldad es atraída a ellas, así como nuestro
sabio dice: “la maldad es llamada muerte cuando aún vive”, porque el
deseo de recibir grabado en ellas en oposición de forma a Su
Santidad las separa de la Vida de Vidas, y están alejadas de Él
desde un extremo al otro. Es así, porque Él no tiene interés en la
recepción, solamente en el otorgamiento, mientras las cáscaras
quieren sólo recibir para su propio placer, nada hacen con el
otorgamiento, y no hay más grande oposición que esto. Ya sabemos que
la lejanía espiritual empieza con alguna diferencia de forma y
finaliza en la oposición de forma, la cual es la más remota
distancia posible en el último grado. |