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Introducción al Zohar (20 a 29). Parte III

20)  Después de todo lo que hemos dicho, llegamos a la conclusión de la primera pregunta: ¿Cuál es nuestra esencia?Nuestra esencia es como la esencia de todos los detalles de la realidad, que es ni más ni menos que el deseo de recibir. Pero no es como es ahora en la segunda situación, que es sólo el deseo de recibir para sí mismo, sino como yace en la primera situación en el infinito, intencionado en su forma eterna, que es la recepción con el fin de entregar alegría a su Creador.

Y aunque aún no hemos alcanzado la tercera situación, y aún nos falta tiempo, eso no altera de ninguna manera nuestra esencia, porque nuestra tercera situación necesita de la primera. En este caso, “todo lo que es obligado a ser reunido, es considerado reunido”. Y la falta de tiempo es considerada una deficiencia sólo cuando hay duda de que completará o no lo que necesita ser completado en ese momento.

Ya que no tenemos dudas acerca de eso, es como si ya hubiésemos ya llegado a la tercera situación, y el cuerpo, dado a nosotros en su actual forma corrupta, en ninguna forma agrieta nuestra esencia, puesto que el cuerpo y todas sus posesiones están para ser erradicadas completamente junto con el sistema impuro completo, del cual se origina. “Y todo lo que es obligado a ser quemado, es considerado quemado”, y considerado como que nunca existió. Además el alma que es vestida en el cuerpo, cuya esencia es también sólo de un deseo, pero de un deseo de otorgamiento que es extendido desde los cuatro mundos sagrados de ABYA existe para siempre, pues esa nueva forma de deseo de otorgamiento es igualada en forma con la Vida de Vidas y no es de ninguna manera intercambiable. 

21) No sean desviados por los filósofos que dicen que la verdadera esencia del alma es una sustancia de la mente, y que sólo existe a través de los conceptos que aprende y que a partir de ahí crece y son su esencia. La pregunta de la continuación del alma luego de la partida del cuerpo depende sólo de la intensidad de los conceptos que ha adquirido, ya que en la ausencia de tales conceptos no queda nada por continuar. Esta no es la vía de la Torá. Es también inaceptado por el corazón, y cualquiera que haya tratado adquirir algún tipo de conocimiento sabe y siente que la mente por sí misma es una posesión y el poseedor. 

Pero como hemos dicho, toda la sustancia de la creación renovada, tanto la sustancia de los objetos espirituales y la sustancia de los objetos corporales, no son ni más ni menos que un deseo de recibir. Y aunque mencionamos que el alma es toda deseo de otorgar, es sólo a través de las correcciones de la Luz reflejada que recibe por parte de los mundos superiores. Además, la verdadera esencia del alma es también un deseo de recibir. La diferencia que podemos expresar entre un objeto y el otro es por consiguiente aparente sólo en su voluntad, pues la voluntad en cualquier esencia crea necesidades, y las necesidades crean pensamientos y conceptos de modo de alcanzar esas necesidades.

Y justamente como los deseos humanos difieren uno del otro, así son sus necesidades, pensamientos e ideas. Por ejemplo, aquellos cuyo deseo de recibir está limitado a deseos bestiales, sus necesidades, pensamientos e ideas se dirigen a satisfacer ese deseo en su bestialidad. Y aunque usen la mente y la razón como los humanos lo hacen, esto es, sin embargo, suficiente para el esclavo ser como su maestro. Esto es como una mente bestial, puesto que la mente es esclavizada y sirve al deseo bestial. 

Y aquellos cuyo deseo de recibir escoge principalmente deseos humanos, tal como la dominación, sobre otros como el respeto, de los cuales están alejados de la bestia, la mayoría de sus necesidades, pensamientos e ideas giran sólo alrededor de la satisfacción de ese deseo lo más posible. Y aquellos cuyos deseos son dirigidos principalmente hacia el conocimiento, la mayoría de las necesidades, pensamientos e ideas están orientadas a satisfacer ese deseo lo más posible.

22) Estos tres deseos están en su mayoría presentes en cada hombre, pero se mezclan en diferentes cantidades, y por eso los cambios de una persona a la siguiente. A partir de los atributos corporales podemos sacar deducciones acerca de los objetos espirituales, relacionados a sus valores espirituales. 

23) También las almas humanas, las espirituales, que a través de los vestidos de la Luz reflejada que han recibido de los mundos superiores de los cuales provienen, tienen sólo la voluntad de satisfacer a su Creador y ese deseo es su esencia. Resulta que una vez vestido en el cuerpo del hombre, genera en él necesidades, deseos e ideas para satisfacer su voluntad de llegar a su máxima plenitud, con la intención de causar satisfacción a sus Creador, de forma proporcional al tamaño de su voluntad. 

24) La esencia del cuerpo es más un deseo de recibir para sí mismo, y todas sus manifestaciones y posesiones son cumplimientos de ese deseo corrupto de recibir, el cual ha sido inicialmente creado para ser exterminado del mundo con el fin de completar la tercera situación en el Fin de la Corrección, haciéndolo transitorio y mortal. Esto es, junto con todas sus posesiones, como una fugaz sombra que nada deja cuando se va. 

Y puesto que la esencia del alma es más un deseo de otorgar, y todas sus manifestaciones y posesiones son cumplimientos de aquel deseo de otorgar, lo cual ya existe en la primera situación eterna y en la futura tercera situación, por consiguiente es inmortal e irreemplazable. El alma, con todas sus manifestaciones es eterna y existe para siempre. La desaparición no se aplica a estas en la partida del cuerpo. Al contrario, la ausencia de la forma corrupta del cuerpo, la fortalece grandemente, así la capacita para ascender a los cielos.  Hemos mostrado claramente que la persistencia en ninguna manera depende de los conceptos que adquiere, como claman los filósofos, sino que su eternidad radica en su verdadera esencia, basado en su deseo de otorgar, el cual es su esencia. Los conceptos que adquiere son su premio, no su esencia. 

25) A partir de esto llegamos a la solución completa de la quinta pregunta: puesto que el cuerpo es así de corrupto, el alma no puede vivir en él luego de que se pudre en la tierra, ¿Por qué retorna en el renacimiento de los muertos? Y también la pregunta acerca de las palabras de nuestros sabios: “Los muertos están destinados a ser revividos con sus defectos, para que no sean confundidos con otros”. 

Claramente se entenderá esto a partir del pensamiento de la creación en sí misma, es decir, de la primera situación. Debido a que el pensamiento fue creado para satisfacer a Sus criaturas, este pensamiento necesita que Él haya creado una voluntad exageradamente abrumadora para recibir la gran recompensa en el pensamiento de la creación. Ya que “el gran gozo y la gran voluntad de recibir van mano a mano”. Y hemos establecido ahí, que esta exagerada voluntad de recibir es la sustancia completamente renovada que Él ha creado, pues Él no necesita nada más con el fin de llevar a cabo el pensamiento de la creación. Esta es la naturaleza del trabajador perfecto, Él no ejecuta nada que sea innecesario, como el poema dice: “de todo tu trabajo ni una cosa fue olvidada, tú no restaste nada ni sumaste nada”. 

También hemos dicho que este exagerado deseo de recibir, ha sido removido completamente del sistema sagrado y fue dado al sistema de los mundos impuros, a partir del cual se extienden los cuerpos de este mundo y sus vidas. Hasta que un hombre alcanza los trece años de edad, y atraviesa el trabajo de la Torá y Mitzvot empezando a lograr un alma sagrada, llega el momento en el cual es nutrido por el sistema de los mundos sagrados, en la intensidad del tamaño del alma sagrada que ha alcanzado. 

También hemos mencionado que durante los seis mil años dados a nosotros para el trabajo en la Torá y Mitzvot, ninguna corrección llega al cuerpo, es decir, a su deseo exagerado de recibir. Todas las correcciones que vienen a través de nuestro trabajo le incumben sólo a Nefesh, por las que sube los grados de santidad, representando el realce del deseo de otorgar que se extiende con el alma. 

Por esa razón, el cuerpo está obligado a morir, ser enterrado y podrirse, ya que no ha sido corregido en ninguna forma. Pero además, el cuerpo no puede permanecer en el camino, pues si él tuviera que abolir el exagerado deseo de recibir, Dios no lo permita, el pensamiento de la creación no podría ser llevado a cabo. Significa que todos los grandes placeres que Él piensa para entregar a las criaturas son recibidos, pues “la gran voluntad de recibir y el gran placer van mano a mano”. Y en la intensidad que su voluntad disminuye, así disminuye el gozo y el placer a partir de la recepción. 

26) Ya hemos establecido que la primera situación necesita de la tercera situación para materializarse completamente como ocurre en el pensamiento de la creación, no omitiendo ni una cosa. Por consiguiente, la primera situación necesita el renacimiento de los muertos. Esto significa que su excesiva voluntad de recibir, el cual ya ha sido erradicado y corrompido en la segunda situación, debe ahora ser revivido en toda su exagerada medida, sin ninguna restricción cualquiera sea, es decir, con todos sus defectos.   

Luego empieza el trabajo de nuevo, con el fin de convertir esa excesiva voluntad de recibir en otorgamiento. Y entonces tendremos nuestra ganancia duplicada, de modo que tenemos un lugar en el cual recibimos todos los gozos y placeres y la dulzura en el pensamiento de la creación, puesto que ya tenemos el cuerpo con su excesiva voluntad de recibir, el cual va mano a mano con estos placeres. 

Tomando en cuenta que nuestra recepción, de esa manera sólo se producirá con el fin de satisfacer a nuestro Creador, será considerada como completo otorgamiento. Eso nos traerá a la equivalencia de forma, lo cual es adhesión, es decir, nuestra forma en la tercera situación. Así vemos que la primera situación necesita del renacimiento de los muertos.

27) Además no puede haber un renacimiento de los muertos, sino sólo cerca al Final de la Corrección, que está hacia el fin de la segunda situación. Una vez que estemos de acuerdo con la negación de nuestra excesiva voluntad de recibir, aceptando sólo la voluntad de otorgar, y una vez que hayamos sido dotados con todos los grados maravillosos del alma, llamados Nefesh, Ruaj, Neshamá, Jayá, Yejidá, a través de nuestro trabajo en la negación de esa voluntad de recibir, entonces habremos llegado a la perfección más grande; hasta que el cuerpo sea revivido con toda su excesivo voluntad de recibir y no seamos por mucho tiempo dañados por él y separados de la santidad.

Al contrario, nos sobreponemos a él y le damos la forma de otorgamiento. Esto ocurre con cada atributo corrupto que queremos remover. Primero debemos removerlos completamente hasta que nada queda. Luego podemos recibirlos nuevamente y conducirlos a través de la línea media. Y en tanto no lo hayamos removido completamente, es imposible conducirlos hacia la línea media deseada. 

28) Nuestros sabios dijeron: “Los muertos están destinados a ser revividos con sus defectos y luego ser curados”.  Significa que en el inicio el mismo cuerpo es revivido, lo cual es la excesiva voluntad de recibir, sin ninguna restricción, tal como creció, bajo la alimentación de los mundos impuros antes que la Torá y Mitzvot lo hayan corregido de alguna manera.

Nos embarcamos en un nuevo tipo de trabajo – insertar todo esa exagerada voluntad de recibir en la forma de otorgamiento. Luego es curada, porque logra equivalencia de forma. Se nos ha dicho que la razón es la que “nadie puede decir que es otra”. Significa que no puede ser dicho que está en una forma diferente de la que tuvo en el pensamiento de la creación, puesto que ahí radica esa excesiva voluntad de captar, orientada a recibir toda la recompensa en el pensamiento de la creación. 

En el intermedio se entrega a las cáscaras para la purificación. Pero al  final, no debe haber un cuerpo diferente, ya que si fuese disminuido de alguna manera, sería considerado completamente diferente e indigno de recibir toda la recompensa en el pensamiento de la creación, tal como lo recibió en la primera situación. 

29) Ahora podemos resolver la segunda pregunta: ¿Cuál es nuestro papel en la larga cadena de la realidad en que somos sólo pequeños eslabones, durante el corto tiempo de nuestras vidas?. Tenga en mente que nuestro trabajo a lo largo de los setenta años de nuestros días es dividido en cuatro: 1era. división: Es lograr el excesivo deseo de recibir sin restricciones, en su entera forma corrupta debajo de las manos de los cuatro mundos impuros de ABYA. Pues si nosotros no tenemos esa voluntad corrupta de recibir, no podemos corregirla, pues “uno no puede corregir lo que no está en él”. 

De esta manera, la voluntad de recibir que es dada en el nacimiento no es suficiente, pero debe ser una cuna de las cáscaras impuras, por no menos de trece años. Esto significa que las cáscaras deben dominarlo y darle sus luces, para que las luces incrementen su voluntad de recibir. Esto es porque los rellenos que las cáscaras suministran a la voluntad de recibir sólo aumentan el deseo de la voluntad de recibir. 

Por ejemplo, cuando un niño nace, tiene deseo por las cosas más pequeñas y nada más. Sin embargo, cuando el Lado Maligno colma su medida, inmediatamente crece y él quiere el doble. Luego, cuando el Lado Maligno le da la doble cantidad, él instantáneamente quiere cuadriplicar la cantidad. Y si no lo vence a través de la Torá y Mitzvot y lo convierte en otorgamiento, se incrementa a lo largo de toda su vida, hasta que muere sin lograr la mitad de sus deseos. Se considerado que está de la mano del Lado Maligno y las cáscaras, cuyo papel es el de expandir e incrementar su voluntad de recibir y hacerlo exagerado, sin restricciones de ningún tipo. De modo que se provee de todo el material que necesita para trabajar y reparar.

 

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