Empezamos en un estado en el que estamos conectados a
los placeres de este mundo, como dinero, posición social y familia;
todo lo relacionado con el nivel animal y una pequeña parte
relacionada con el humano. En este estado es imposible pecar u
observar un mandamiento. Esta situación sólo ocurre en lo
espiritual. Si la persona está preparada para restringir el uso de
estos deseos, o de manera más precisa, para dirigir el uso de sus
deseos en beneficio de la espiritualidad, entonces adquiere la
habilidad de entrar en el primer nivel del mundo espiritual. La luz
en este nivel es más intensa que en nuestro mundo.
Una persona solicita un filtro para poder resistir el
placer animal y recibirlo sólo por el bien del Creador. Cuando
recibimos este filtro, corregimos hasta el primer nivel y avanzamos
al segundo. Aquí se nos da un mayor deseo de recibir y también más
luz. Al adquirir el Masaj con una fuerza anti-egoísta más
grande, la persona también corrige el segundo nivel y asciende más
alto.
Consideremos la línea correspondiente a muestro mundo
como “cero”. En este caso el primer incremento del deseo de recibir
en el primer nivel espiritual será equivalente a egoísmo “–1” y
por tanto, es necesario ascender ese peldaño hasta “+1”. La
distancia entre “-1” y “+1” es equivalente al tamaño o la altura
del Partzuf. Después recibimos el egoísmo “-2” que equivale a
un mayor descenso. Para poder superarlo necesitamos el Masaj
“+2”. Así es como ocurre el ascenso al segundo nivel. Y así
sucesivamente. Cuanto más alto se asciende, mayor es la caída a
superar, a fin de subir todavía más alto.
Maljut
del
Mundo de Infinito recibió luz “por el bien del Creador” en el mundo
de Nekudim, y como consecuencia se rompió. Con motivo de este
rompimiento se entremezclaron todos los Kelim, altruistas y
egoístas. En cada deseo egoísta se depositaron chispas de los
atributos altruistas del Creador permitiendo que el deseo se corrija
al lograr la espiritualidad.
Mientras más grande sea la predestinación del
individuo y más elevado sea los Kelim de su alma, mayores
serán los descensos y los ascensos a los que se someterá. Por tanto,
nunca podremos juzgar a otro por sus acciones, porque no sabemos qué
correcciones está llevando a cabo al mismo tiempo.
Imagina a la Tierra como el nivel egoísta. Estamos
localizados en ella con el cielo arriba de donde baja la luz. Si
esta no brilla sobre nosotros, no seremos capaces de despegarnos de
la tierra. Así son nuestros atributos. Sin embargo, si la luz llega
hasta nosotros, hablando figurativamente, nos despegaremos de la
Tierra hacia la luz. La fuerza de la luz es igual a la altura de la
elevación de una persona sobre la Tierra, es decir, sobre nuestros
deseos egoístas “de recibir”. Tan pronto como la luz cesa de brillar
sobre nosotros, inmediatamente caemos a la Tierra como si nunca
hubiéramos ascendido. No poseemos ninguna fuerza positiva para poder
ascender. Es solamente la luz del Creador la que nos eleva.
Mientras más alto esté el mundo espiritual más grande
será la distancia entre la caída y el ascenso. En el mundo de
Atzilut, la caída puede casi llegar hasta el nivel de nuestro
mundo. El gran cabalista Rabí Shimon, que estaba en el penúltimo
nivel espiritual, de pronto sintió que era “el simple Shimon del
mercado”. Esto significa que toda su sabiduría, atributos corregidos
y alcance desaparecieron de repente y se volvió igual a un sencillo
e ingenuo ignorante. Así es como el Libro del Zohar describe
su estado.
Esto nos ocurre a todos cuando empezamos nuestro
ascenso espiritual. ¿Cómo podemos levantarnos de una caída? Debemos
conectarnos al grupo aún cuando no sintamos el más mínimo deseo,
efectuando acciones automáticamente. Algunas veces es imposible
abrir un libro y leer, y a veces la única salida quizás sea dormir,
esto es, desconectarnos de todo y dejar que el tiempo transcurra…
La situación más perjudicial puede ser cuando uno se
encuentra en el punto más alto de espiritualidad y empieza
egoístamente a disfrutar sentirse bien, a salvo, en equilibrio,
iluminado, placentero y eterno. Es precisamente en este momento, y
por esta razón, por la que uno cae. En el tiempo que dura este
estado es muy importante que continuamente pensemos que se nos
otorgó para que conservemos nuestro pensamiento y nuestra intención
“para bien del Creador”. Sin embargo, es imposible permanecer en él.
La razón es que para poder avanzar es necesario caer. Aparte de
descender, no hay otra manera de adquirir deseos de recibir
adicionales que nos permitan ascender de nuevo.
El Partzuf es nuestro estado moral interior en
relación con otros, y es nuestro estado de desarrollo. Es imposible
alcanzar la Luz sin antes desearla, el comprender el bien sin el
mal. Por ejemplo, uno puede ascender 15 unidades y después caer en
la siguiente, porque la persona ha visto sus atributos verdaderos de
la peor manera. Al ascender nos ilumina una gran luz y contemplamos
el contraste con los atributos del nivel más alto.
Todos los niveles previos continúan viviendo en
nosotros. Una persona es capaz de ver el mal cuando está en un
estado espiritual más alto. Mientras más grande es la luz que brilla
en una persona peor se ve a sí misma en relación con la Luz. Esta
regla es aplicable hasta que alcanzamos al último nivel, o la
corrección final.
El Rabí Baruj Ashlag escribe en la carta a sus amigos
y estudiantes (“Shamati Igrot” 2 - texto traducido en letra
itálica):
De
acuerdo con el ARI y el comentario a TES, está dicho que durante
Shefirat HaKelim (el rompimiento de las vasijas) en el mundo de
Nekudim, Melej Daat que existía en el nivel de
Keter había caído antes que todos los otros Malajim. Esto es
debido a que aquello que inicialmente es lo más denso, pero que ha
alcanzado el nivel más alto de corrección adquiriendo el Masaj,
se considera lo peor y por esto cae más bajo que los otros
Malajim en el momento del rompimiento de las vasijas perdiendo
el Masaj.
Esto
puede ser explicado de la siguiente manera: las personas que siguen
el camino del Creador tienen un doble deseo de recibir, desean lo
material al igual que lo espiritual. Por lo tanto, personas
cercanas a Baal HaSulam poseían un Masaj en su Aviut mientras
estaban cerca de él. Sin embargo, ahora que el no está cerca de
ellos porque se ha ido, ya no consideran necesario crear un Masaj.
Su labor consiste en parecer “hombres santos”,”hombres justos”. Se
han quedado con Aviut sin Masaj y han perdido todo lo que antes
poseían. A medida que una persona se adentra en la espiritualidad
debe estar alerta a esta clase de personas y alejarse de ellas.
Escribí esto, de una manera concisa, porque no quiero que mis
pensamientos se demoren con ellos. Sabemos que una persona se
encuentra donde se encuentran sus pensamientos.
Para
poder entender mejor lo dicho anteriormente, les voy a dar un
pequeño ejemplo. Es sabido que existe un estado intermedio entre dos
niveles. Este estado incluye lo que es común para los dos niveles.
Por ejemplo, el estado intermedio entre el inanimado y el vegetativo
son los corales. Entre los niveles vegetativo y animal existen los
llamados “Kelev Sade”. Estos animales cuyos ombligos están
conectados a la tierra y se alimentan de ella. Entre los niveles
animal y humano está el mono. ¿Cuál es el estado intermedio entre la
verdad y falsedad? ¿Cuál es el estado que consiste de ambas nociones
al mismo tiempo?
Antes
de que les explique esto, añadiré una regla más: es más fácil ver
una cosa grande que una pequeña. Así es que, cuanto menor sea la
falsedad, más difícil será ver la verdad. Esto es, ver hasta qué
punto una persona está equivocada cuando parece que sigue el camino
correcto. Hay una parte en esto que hace que la persona no vea toda
la falsedad para no poder distinguir la verdad, a despecho de ella,
o por culpa de ella.
Si
le preguntas a alguien en la calle que no tenga conexión a la Cabalá,
te dirá que no hace nada malo y que no es diferente a los demás.
Conforme a la percepción minimizada del mal dentro de uno mismo, una
persona piensa que el camino que sigue es el correcto. Sin embargo,
cuando la falsedad se va acumulando en uno, entonces, si lo
deseamos, podemos tener la oportunidad de ver nuestro estado
verdadero. Cuando vemos la falsedad completa, entendemos que hemos
seguido enteramente el camino errado. Es entonces que podemos subir
por el camino de la verdad. Cuando nos damos cuenta de que nuestro
estado actual es insostenible e insoportable, llegamos al punto en
que no toleramos el mal. Es cuando pedimos ayuda al Creador.
Este
punto, el punto de verdad que le muestra a una persona que está
siguiendo un camino de falsedad, es la parte media o el contacto
entre la verdad y la mentira. Marca el final de la falsedad, lo cual
quiere decir que a partir de este momento la persona inicia el
camino de la verdad.
Ahora
seremos capaces de entender lo que Baal HaSulam dijo: antes que
lleguemos a “Lishmá” (por el bien del Creador) es necesario
previamente llegar a “Lo Lishmá” (por tu propio bien) para ser tan
grande como sea posible, y sólo entonces podremos ir a “Lishmá”.
Conforme a lo antes mencionado, podemos decir que “Lo Lishmá” es la
falsedad y “Lishmá” es la verdad. Cuando la falsedad es aún
pequeña, lo que significa que aún hay algunas buenas obras, quiere
decir que “Lo Lishmá” es aún pequeña y no permite a las personas ver
la verdad. En este estado, la persona cree que está siguiendo el
camino correcto de “Lishmá”.
Sin
embargo, cuando una persona estudia la Torá y los mandamientos día y
noche, puede ver la verdad debido a que toda su falsedad se ha
reunido en una sola mentira que lo ayuda a entender hasta que punto
su camino es falso. En este caso la persona empieza a corregir sus
actos, sabiendo que todas sus acciones anteriores fueron “Lo Lishmá”.
Esto es precisamente el punto medio. Es el punto de partida para el
camino a la verdad, es decir, “Lishmá” Y eso que tan sólo el día
anterior esta persona consideraba que con su anterior comportamiento
se dirigía a “Lishmá”. Así es como el estado de una persona y su
camino cambia, cuando se incrementa su egoísmo así como su
evaluación del mismo.
El
Creador está actuando en nosotros en cada circunstancia en la que
nos encontremos, no importa si es buen o mal estado. No tenemos el
poder para tomar decisiones y no decidimos nada. Solamente podemos
organizar el camino de desarrollo, no cambiarlo. Si vemos este
camino a través de los ojos de un egoísta entonces sentiremos
temor. Sin embargo, si vemos el egoísmo desde afuera, dándonos
cuenta que es un mal que tiene que ser aniquilado, de inmediato
estaremos dispuestos a reemplazarlo por altruismo. |