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Octava plática:

Adquiriendo el Masaj

Empezamos en un estado en el que estamos conectados a los placeres de este mundo, como dinero, posición social y familia; todo lo relacionado con el nivel animal y una pequeña parte relacionada con el humano. En este estado es imposible pecar u observar un mandamiento. Esta situación sólo ocurre en lo espiritual. Si la persona está preparada para restringir el uso de estos deseos, o de manera más precisa, para dirigir el uso de sus deseos en beneficio de la espiritualidad, entonces adquiere la habilidad de entrar en el primer nivel del mundo espiritual. La luz  en este nivel es más intensa que en nuestro mundo.

 Una persona solicita un filtro para poder resistir el placer animal y recibirlo sólo por el bien del Creador. Cuando recibimos este filtro, corregimos hasta el primer nivel y avanzamos al segundo. Aquí se nos da un mayor deseo de recibir  y también más luz. Al adquirir el Masaj con una fuerza anti-egoísta más grande, la persona también  corrige el segundo nivel y asciende más alto.

 Consideremos la línea correspondiente a muestro mundo como “cero”.  En este caso el primer incremento del deseo de recibir en el primer nivel espiritual  será equivalente a  egoísmo “–1” y por tanto, es necesario ascender ese peldaño hasta “+1”.  La distancia entre “-1”  y  “+1” es equivalente al tamaño o la altura del Partzuf. Después recibimos el egoísmo “-2” que equivale a un mayor descenso. Para poder superarlo necesitamos el Masaj “+2”. Así es como ocurre el ascenso al segundo nivel. Y así sucesivamente. Cuanto más alto se asciende, mayor es la caída a superar, a fin de subir todavía más alto.

 Maljut del Mundo de Infinito recibió luz “por el bien del Creador” en el mundo de Nekudim, y como consecuencia se rompió. Con motivo de este rompimiento se entremezclaron todos los Kelim, altruistas y egoístas. En cada deseo egoísta se depositaron chispas de los atributos altruistas del Creador permitiendo que el deseo se corrija al lograr la espiritualidad.

 Mientras más grande sea la predestinación del individuo y más elevado sea los Kelim de su alma, mayores serán los descensos y los ascensos a los que se someterá. Por tanto, nunca podremos juzgar a otro por sus acciones, porque no sabemos qué correcciones está llevando a cabo al mismo tiempo.

 Imagina a la Tierra como el nivel egoísta. Estamos localizados en ella con el cielo arriba de donde baja la luz. Si esta no brilla sobre nosotros, no seremos capaces de despegarnos de la tierra. Así son nuestros atributos. Sin embargo, si la luz llega hasta nosotros, hablando figurativamente, nos despegaremos de la Tierra hacia la luz. La fuerza de la luz es igual a la altura de la elevación de una persona sobre la Tierra, es decir, sobre nuestros deseos egoístas “de recibir”. Tan pronto como la luz cesa de brillar sobre nosotros, inmediatamente caemos a la Tierra como si nunca hubiéramos ascendido. No poseemos ninguna fuerza positiva para poder ascender. Es solamente la luz del Creador la que nos eleva.

 Mientras más alto esté el mundo espiritual más grande será la distancia entre la caída y el ascenso. En el mundo de Atzilut, la caída puede casi llegar hasta el nivel de nuestro mundo. El gran cabalista Rabí Shimon, que estaba en el penúltimo nivel espiritual, de pronto sintió que era “el simple Shimon del mercado”. Esto significa que toda su sabiduría, atributos corregidos y alcance desaparecieron de repente y se volvió igual a un sencillo e ingenuo ignorante.  Así es como el Libro del Zohar describe su estado.

 Esto nos ocurre a todos cuando  empezamos nuestro ascenso espiritual. ¿Cómo podemos levantarnos de una caída? Debemos conectarnos al grupo aún cuando no sintamos el más mínimo deseo, efectuando acciones automáticamente. Algunas veces es imposible abrir un libro y leer, y a veces la única salida quizás sea dormir, esto es, desconectarnos de todo y dejar que el tiempo transcurra…

 La situación más perjudicial puede ser cuando uno se encuentra en el punto más alto de espiritualidad y empieza egoístamente a disfrutar sentirse bien,  a salvo, en equilibrio, iluminado, placentero y eterno. Es precisamente en este momento, y por esta razón, por la que uno cae. En el tiempo que dura este estado es muy importante que continuamente pensemos que se nos otorgó para que conservemos nuestro pensamiento y nuestra intención “para bien del Creador”. Sin embargo, es imposible permanecer en él. La razón es que para poder avanzar es necesario caer. Aparte de descender, no hay otra manera de adquirir deseos de recibir adicionales  que nos permitan ascender de nuevo.

 El Partzuf es nuestro estado moral interior en relación con otros, y es nuestro estado de desarrollo. Es imposible alcanzar la Luz sin antes desearla, el comprender el bien sin el mal. Por ejemplo, uno puede ascender 15 unidades y después caer en la siguiente, porque la persona ha visto sus atributos verdaderos de la peor manera. Al ascender nos ilumina una gran luz y contemplamos el contraste con los atributos del nivel más alto.

 Todos los niveles previos continúan viviendo en nosotros. Una persona es capaz de ver el mal cuando está en un estado espiritual más alto. Mientras más grande es la luz que brilla en una persona peor se ve a sí misma en relación con la Luz. Esta regla es aplicable hasta que alcanzamos al último nivel, o la corrección final.

 El Rabí Baruj Ashlag escribe en la carta a sus amigos y estudiantes (“Shamati Igrot” 2 - texto traducido en letra itálica):

 De acuerdo con el ARI y el comentario a TES, está dicho que durante Shefirat HaKelim (el rompimiento de las vasijas) en el mundo de Nekudim, Melej Daat que existía en el nivel de Keter había caído antes que todos los otros Malajim. Esto es debido a que aquello que inicialmente es lo más denso, pero que ha alcanzado el nivel más alto de corrección adquiriendo el Masaj, se considera lo peor y por esto cae más bajo que los otros Malajim en el momento del rompimiento de las vasijas perdiendo el Masaj.

 Esto puede ser explicado de la siguiente manera: las personas que siguen el camino del Creador tienen un doble deseo de recibir, desean lo material al igual que lo espiritual.  Por lo tanto, personas cercanas a Baal HaSulam poseían un Masaj en su Aviut mientras estaban cerca de él.  Sin embargo, ahora que el no está cerca de ellos porque se ha ido, ya no consideran necesario crear un Masaj. Su labor consiste en parecer  “hombres santos”,”hombres justos”. Se han quedado con Aviut sin Masaj y han perdido todo lo que antes poseían. A medida que una persona se adentra en la espiritualidad debe estar alerta a esta clase de personas y alejarse de ellas. Escribí esto, de una manera concisa, porque no quiero que mis pensamientos se demoren con ellos. Sabemos que una persona se encuentra donde se encuentran sus pensamientos.

 Para poder entender mejor lo dicho anteriormente, les voy a dar un pequeño ejemplo. Es sabido que existe un estado intermedio entre dos niveles. Este estado incluye lo que es común para los dos niveles. Por ejemplo, el estado intermedio entre el inanimado y el vegetativo son los corales. Entre los niveles vegetativo y  animal existen los llamados “Kelev Sade”. Estos animales cuyos ombligos están conectados a la tierra y se alimentan de ella. Entre los niveles animal y humano está el mono. ¿Cuál es el estado intermedio entre la verdad y falsedad? ¿Cuál es el estado que consiste de ambas nociones al mismo tiempo?

 Antes de que les explique esto, añadiré una regla más: es más fácil ver una cosa grande que una pequeña. Así es que, cuanto menor sea la falsedad, más difícil será ver la verdad. Esto es, ver hasta qué punto una persona está equivocada cuando parece que sigue el camino correcto. Hay una parte en esto que hace que la persona no vea toda la  falsedad para no poder distinguir la verdad, a despecho de ella, o por culpa de ella.

 Si le preguntas a alguien en la calle que no tenga conexión a la Cabalá, te dirá que no hace nada malo y que no es diferente a los demás. Conforme a la percepción minimizada del mal dentro de uno mismo, una persona piensa que el camino que sigue es el correcto. Sin embargo, cuando la falsedad se va acumulando en uno, entonces, si lo deseamos, podemos tener la oportunidad de ver nuestro estado verdadero. Cuando vemos la falsedad completa, entendemos que hemos seguido enteramente el camino errado. Es entonces que podemos subir por el camino de la verdad. Cuando nos damos cuenta de que nuestro estado actual es insostenible e insoportable, llegamos al punto en que no toleramos el mal. Es cuando pedimos ayuda al Creador.

 Este punto, el punto de verdad que le muestra a una persona que está siguiendo un camino de falsedad, es la parte media o el contacto entre la verdad y la mentira. Marca el final de la falsedad, lo cual quiere decir que a partir de este momento la persona inicia el camino de la verdad.

 Ahora seremos capaces de entender lo que Baal HaSulam dijo: antes que lleguemos a “Lishmá” (por el bien del Creador) es necesario previamente llegar a “Lo Lishmá” (por tu propio bien) para ser tan grande como sea posible, y sólo entonces podremos ir a “Lishmá”. Conforme  a lo antes mencionado, podemos decir que “Lo Lishmá” es la falsedad y “Lishmá” es la verdad.  Cuando la falsedad  es aún pequeña, lo que significa que aún hay algunas buenas obras,  quiere decir que “Lo Lishmá” es aún pequeña y no permite a las personas ver la verdad. En este estado, la persona cree que está siguiendo el camino correcto de “Lishmá”.

 Sin embargo, cuando una persona estudia la Torá y los mandamientos día y noche, puede ver la verdad debido a que toda su falsedad se ha reunido en una sola mentira que lo ayuda a entender hasta que punto su camino es falso. En este caso la persona empieza a corregir sus actos, sabiendo que todas sus acciones anteriores fueron “Lo Lishmá”.  Esto es precisamente el punto medio. Es el punto de partida para el camino a la verdad, es decir, “Lishmá” Y eso que tan sólo el día anterior esta persona consideraba que con su anterior comportamiento se dirigía a “Lishmá”. Así es como el estado de una persona y su camino cambia, cuando se incrementa su egoísmo así como su evaluación del mismo.

 El Creador está actuando en nosotros en cada circunstancia en la que nos encontremos, no importa si es buen o mal estado. No tenemos el poder para tomar decisiones y no decidimos nada. Solamente podemos organizar el camino de desarrollo, no cambiarlo. Si vemos este camino  a través de los ojos de un egoísta entonces sentiremos temor. Sin embargo, si vemos el egoísmo desde afuera, dándonos cuenta que es un mal que tiene que ser aniquilado, de inmediato estaremos dispuestos a  reemplazarlo por altruismo.

 

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