(Shamati 5)
Con el
objetivo de lograr Lishmá, no está en nuestras manos entender, cómo es que
no es posible para la mente humana asir cómo tal cosa puede estar en el mundo.
Esto es porque sólo es permitido comprender, que si uno se compromete en la Torá y las Mitzvot,
uno logrará algo. Debe haber autosatisfacción ahí, de otra forma, uno es
incapaz de hacer nada.
En
cambio, esto es una iluminación desde Arriba, y sólo quien lo siente puede
saber y entender. Está escrito sobre
eso, “Saborea y mira que el Señor es bueno”.
Así,
debemos entender porqué uno debería buscar consejo en consideración a cómo
alcanzar Lishmá. Después de todo, ningún consejo ayudará, y si Dios no
da la segunda naturaleza, llamada “Deseo de Otorgar”, ningún trabajo
ayudará a lograr el asunto de Lishmá.
La
respuesta es, como nuestros sabios
dijeron (Avot Capítulo 2), “No es para vosotros completar el
trabajo, y vosotros no sois libres de estar ociosos para eso”. Esto
significa que uno debe dar el despertar desde abajo, porque esto es discernido
como una oración.
La
oración es considerada una necesidad, y sin una necesidad no hay ningún
cumplimiento. Entonces, cuando uno tiene una necesidad por Lishmá, el
cumplimiento viene desde arriba, y la respuesta a la oración viene desde
arriba, es decir, que uno recibe un cumplimiento para la necesidad propia.
Resulta, que el trabajo es necesitado para recibir Lishmá desde el Creador
sólo en la forma de una carencia y un Kli (lit. Vasija). Aún, uno nunca
puede lograr el cumplimiento solo; es más bien un regalo de Dios.
Sin
embargo, la oración debe ser completa,
es decir, desde el fondo del corazón. Significa que uno sabe cien por ciento
que no hay nadie en el mundo que puede ayudar, sino el mismo Creador.
Entonces,
¿cómo sabe uno que no hay nadie para ayudar salvo el Creador mismo? Se
puede adquirir ese conocimiento precisamente si uno ha ejercido todo los
poderes a su disposición y nada ayudó en absoluto. Así, se debe hacer todo lo
posible en el mundo para lograr “para el Creador”. Entonces uno puede
orar desde el fondo del corazón y el Creador oir nuestra oración.
Sin
embargo, se debe saber, que al esforzarse para lograr Lishmá, se toma
para sí querer trabajar enteramente para otorgar, completamente, es decir, sólo
otorgar y no recibir nada. Sólo entonces uno empieza a ver que los órganos no
comparten esta idea.
A partir
de eso uno puede estar claramente consciente de que no se tiene otro consejo
sino verter nuestra queja ante el Señor para que nos ayude, así el
cuerpo estará de acuerdo en volverse esclavo incondicional ante el Creador,
como cuando uno ve que no se puede persuadir al cuerpo en anular el ego
completamente. Resulta que precisamente cuando se ve que no hay ninguna razón
para esperar que el cuerpo esté de acuerdo en trabajar para el Creador
por sí mismo, la plegaria de uno puede ser desde el fondo del corazón, y
entonces su oración es aceptada.
Debemos
saber que al lograr Lishmá, uno pone a morir la inclinación al mal. La
inclinación maligna es el deseo de recibir, y adquiriendo el deseo de otorgar
se cancela el deseo de recibir a partir de ser capaz de hacer algo. A esto se
le considera ponerlo a morir. Porque ha sido alejado de su función, y no tiene
nada más que hacer, porque no está más en uso, cuando es revocado de su función,
esto es considerado ponerlo a morir.
Cuando
uno contempla “Qué ganancia tiene el hombre a partir de todos sus trabajos
donde sea que trabaje bajo el sol”, uno ve que no es tan difícil esclavizarse por sí mismo a Su nombre, por
dos razones:
1. De
cualquier manera, es decir, de buena gana o de mala gana, uno debe esforzarse
en este mundo, y ¿qué ha dejado uno de todos los esfuerzos que ha hecho?
2. Por
otro lado, si uno quiere trabajar Lishmá, debe recibe placer durante el
propio trabajo también, según el proverbio del Recitador de Dubna, que
dijo sobre el verso “vosotros que no Me habéis preguntado, Oh Jacobo, ni te
habéis gastado por Mí, Oh Israel”.
Él
dijo que es como algún hombre rico que partió en tren y tenía un bolso pequeño.
Él lo puso donde todos los comerciantes ponen sus equipajes y los porteros
toman los equipajes y los traen al hotel donde los comerciantes se quedan. El
portero había pensado que el comerciante habría tomado el bolso pequeño por sí
mismo, así que tomó un paquete grande.
El
comerciante quiso pagarle poco, como normalmente paga, pero el portero no quiso
tomarlo. Pues dijo: “Puse en el depósito del hotel un bolso grande, me agotó y
apenas pude llevar su bolso, y ¿usted quiere pagarme tan poco por él?”
La
lección es que cuando uno viene y dice que uno se ha esforzado grandemente mientras
guarda la Torá
y las Mitzvot, el Creador dice, “vosotros que no Me habéis
preguntado, Oh Jacobo”. En otros términos, no es mi equipaje el que
tomaste, sino que este equipaje pertenece a otro. Puesto que dices que hiciste
mucho esfuerzo en la Torá
y las Mitzvot, debes haber tenido un dueño diferente para quien estabas
trabajando; ve con él y él te pagará.
Éste
es el significado de, “ni te habéis gastado por Mí, Oh Israel”. Esto
significa que quien trabaja para el Creador no tiene trabajo, al
contrario, tiene placer y espíritu eufórico.
Sin
embargo, el que trabaja para otros propósitos no puede venir al Creador
a quejarse de que el Creador no le da vitalidad en el trabajo, puesto
que esa persona no trabajó para el Creador, para que el Señor le
pague por su trabajo. En cambio, uno puede quejarse a aquellas personas por las
que ha trabajado para administrarles placer y vitalidad.
Puesto
que hay muchos propósitos en Lo Lishmá, uno debería exigir la meta por
la cual se hubo trabajado para recibir el premio, es decir, el placer y la
vitalidad. Sobre eso se dice, “Ellos que hacen a ellos estar dentro de
ellos; ¡sí!, lo que cada uno confió en ellos”.
Sin
embargo, según esto es perplejo. Después de todo, vemos que incluso cuando uno
toma para sí mismo la carga del Reino del Cielo sin ninguna otra
intención, y todavía no se siente el sustento para decir que este sustento
compele a uno a tomar en sí la carga del Reino de Cielo, la razón de que
uno tome en sí mismo la carga es sólo debida a la fe por encima de la razón.
En
otros términos, uno lo hace por vía de la coerción, de mala gana. Así,
podríamos preguntar: ¿Por qué uno siente el esfuerzo en este trabajo y el
cuerpo mira cada minuto durante ese tiempo cuando puede librarse de este
trabajo, como cuando uno no siente algún sustento en el trabajo? Según lo
anterior, cuando uno trabaja en la humildad, y se tiene sólo el propósito de
trabajar para otorgar, ¿por qué el Creador no imparte el sabor y la
vitalidad en el trabajo?
La
respuesta es que debemos saber que este asunto es una gran corrección. Si no
fuera por esto, es decir, si la Luz
y el sustento hubieran iluminado instantáneamente cuando uno empezó a tomar
sobre sí la carga del Reino de Cielo, uno habría tenido el sustento en
el trabajo. En otros términos, el deseo de recibir habría consentido este
trabajo.
En ese
estado uno estaría de acuerdo ciertamente porque se quiere saciar el deseo, es
decir, que se trabajaría para el autobeneficio. Si ése hubiera sido el caso, no
habría habido nunca una posibilidad real de alcanzar Lishmá (lit. por
Su Nombre).
Esto
es así porque uno es compelido a trabajar para el propio beneficio, puesto que
el mayor placer se siente en el trabajo de Dios que en los deseos
corpóreos. Así, uno habría tenido que permanecer en Lo Lishmá (lit. No
por Su Nombre) porque en eso, se habría tenido satisfacción en el trabajo.
Donde hay satisfacción, uno no puede hacer nada, puesto que sin beneficio, uno
no puede trabajar. Resulta, que si se hubiera recibido la satisfacción en este
trabajo de Lo Lishmá, uno habría tenido que permanecer en ese estado.
Habría
sido similar a que las personas digan que cuando hay personas que corren al
ladrón para atraparlo, el ladrón también corra y grite “agarra al ladrón”.
Entonces, es imposible reconocer al ladrón real para agarrarlo y sacar lo
robado de su mano.
Sin
embargo, cuando el ladrón, es decir, el deseo de recibir, no siente algún sabor
y sustento en el trabajo de aceptar la carga del Reino de Cielo, si en
ese estado uno trabaja con la fe por encima de la razón, coercitivamente, y el
cuerpo se acostumbra a este trabajo en
contra del deseo de recibir, entonces se tienen los medios para llegar a un
trabajo que estará con en el propósito de contentar al Hacedor.
Esto
es porque el requisito primario de una persona es llegar a Dvekut (lit.
Adhesión) con el Creador a través del trabajo propio, que es discernido
como la equivalencia de forma, donde todas las acciones de uno son para
otorgar.
Es
como el verso dice, “Entonces te deleitaréis en el Señor”. El
significado de “entonces” es que primero, al principio del trabajo, no
se tenía placer. En cambio, el trabajo
de uno es coercitivo.
Sin
embargo, después, cuando uno ya se ha acostumbrado a sí mismo, a trabajar con
el fin de otorgar y no examinarse si está sintiendo un buen sabor en el
trabajo, pero cree que contenta a su Creador con su trabajo, uno debería
creer que el Creador acepta el trabajo de los más bajos sin tener en
cuenta cómo y cuánto es la forma de su trabajo. En todo, el Creador
examina la intención; eso trae el contento al Creador, y entonces a uno se
le imparte: “Entonces te deleitaréis en el Señor”.
Incluso
durante el trabajo de Dios uno siente ahora el placer, porque ahora uno
realmente trabaja para el Creador, porque el esfuerzo que hizo durante
el trabajo coercitivo lo califica para poder trabajar para Él en serio.
Encuentra que entonces también el placer que se recibe se relaciona a Él, es
decir, específicamente para Él.
Título en inglés:
“Lishma is an Awakening from
Above, and Why do We Need an Awakening from Below”
Traducción:
Julio Akerman
Revisión
y edición:
Elisbán Sandro Tupayachi Safuán