Siete días de la Creación (parte 1)
En el principio creó Dios los cielos y la Tierra. La Tierra era caos
y confusión y oscuridad por encima del abismo, y un viento de Dios
flota por encima de las aguas.
Dijo Dios:: ‘ Haya luz’. Y hubo luz. Vio Dios que la luz estaba bien
y apartó Dios la luz de la oscuridad.; y llamó Dios a la luz “día” y
a la oscuridad la llamó “noche”. Y atardeció y amaneció: día
primero.
Bereshit (Génesis), el primer
capítulo de la Torá (Pentateuco) empieza con estas palabras
que nos traen una cierta imagen. Hemos escuchado varias
interpretaciones de estos párrafos a nivel de Peshat
(significado literal). Sin embargo, estos razonamientos sencillos
nos dejan una gran cantidad de preguntas; carecen de lógica y
enfoque científico. Los cabalistas explican esto de la siguiente
manera:
Todos los libros sagrados hablan solamente del mundo espiritual, de
su creación y la creación de nuestro mundo a partir de él. Más aún,
estos libros no solamente hablan de lo que existe allí sino que
también nos enseñan a percibirlo.
El descubrimiento gradual del mundo
Superior se llama la elevación espiritual de una persona, o los
peldaños de la ascensión espiritual. Se utilizan varias técnicas
para describir el mundo espiritual en los libros. La Cabalá es la
ciencia que estudia la estructura del mundo Superior; utiliza el
lenguaje de Sefirot, Partzufim, gráficos y dibujos para
definirla. La Torá describe el mundo Superior utilizando el
lenguaje cotidiano. También tenemos el lenguaje alegórico y el
lenguaje de las leyes. Ahora, vamos a intentar traducir el lenguaje
de la Torá al lenguaje cabalista.
La Torá relata la aparición
del mundo Superior, su estructura y evolución para después proceder
a explicar el proceso de nuestra creación. Pero no habla de ninguna
persona en nuestro mundo.
La Torá habla de la creación
del deseo de recibir (llamada el alma de Adam) y la meta de llenar
de deleite eterno y absoluto a esta creación-deseo-alma. El deseo de
complacencia es la única creación. Aparte de esto sólo está el
Creador. Por tanto, además del Creador no hay nada más que diversos
niveles del deseo de recibir placer.
Esto es lo que ocurre en nuestro
mundo. Lo único que diferencia a todos los objetos entre sí, es la
cantidad del deseo de recibir placer que tienen, lo cual determina
todos sus atributos. El deseo de recibir placer tiene cinco niveles,
y estas partes de deseo-creación se llaman Sefirot que son
Keter, Jojmá, Biná, Tifferet, y Maljut. El Creador desea
llenar de placer a la creación hasta el punto en que esta perciba
perfección y eternidad. La razón es que el mismo Creador tiene este
estado particular y su voluntad es otorgarlo a sus criaturas.
El Creador es perfecto y único.
Siendo perfecto, Él otorga perfección, su propio estado a sus
criaturas. Es por esto que la meta de la creación es alcanzar la
perfección del Creador, y poder recibir lo que el Creador desea dar.
La Cabalá no aborda los sucesos de nuestro mundo. Investiga lo que
acontece en el mundo Superior, que es de donde descienden todos los
poderes a nuestro mundo y generan e inducen lo que ocurre aquí. Al
aprender la Cabalá, el individuo empieza a percibir el mundo
Superior; puede llegar hasta el Creador y la forma en que Él creó el
mundo espiritual. En la Cabalá, a esto se le llama “El primer día de
la Creación”. Las siguientes acciones del Creador (que se llaman los
días subsiguientes), fueron la creación de las fuerzas que rigen al
mundo Superior. La sexta y última acción del Creador (el sexto día
de la Creación) fue la creación de Adam.
Puesto que Adam fue la creación
final del Creador, él es el propósito de la Creación entera. Todo lo
que se creó antes que él, fue creado para él. ¿Así es que, cuál es
el destino de Adam? Adam debe alcanzar equivalencia con el Creador,
volverse completamente igual a Él, y conducir su existencia y su
propio destino. Y además tenemos la obligación de llegar a este
estado de elevada perfección por nuestros propios medios. Alcanzarlo
por nuestros propios medios significa que primero tenemos que
experimentar el estado más vil (opuesto al estado del Creador), para
después ascender por nuestra propia voluntad.
Con
la ayuda de la Cabalá, el individuo ve ambos, nuestro mundo y el
mundo Superior, así como la interacción entre ellos. La información
emana desde el mundo Superior y se materializa ante nuestros ojos.
Nuestra reacción (que llega desde arriba en la forma de
información), sube nuevamente al mundo Superior y determina la
manera (buena o mala) en que nuestro futuro va a descender y
materializarse. Por tanto, el Creador (que está en el máximo nivel),
hizo a la Creación con el atributo opuesto a Él. La llenó con luz, y
más adelante al vaciarla de luz, la bajó a la condición de “nuestro
mundo”.
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